El impacto que tendrán las megaconstelaciones de satélites que se traducirá en “basura espacial”, por los miles de satélites que estarían orbitando el planeta en unos 25 a 30 años, es uno de los temas que impulsarán un debate internacional sobre la sostenibilidad del espacio exterior, aunque especialistas consideran que lograr una solución sostenible sería complicado.
“La creciente preocupación por la basura espacial forzará un debate internacional sobre la sostenibilidad del espacio. En la ONU, tanto la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre (UNOOSA) como la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) acumularán nuevas resoluciones y disposiciones al respecto. Sin embargo, la tensión entre las potencias espaciales existentes y emergentes significa que es poco probable que cualquier regulación llegue a una solución sostenible”.
De acuerdo con el reporte Tech Policy Trends 2023, de Access Partnership, la pregunta clave es ¿cómo limitarán las normas de sostenibilidad espacial el impacto de las megaconstelaciones?
“Una de las cuestiones clave en torno a la sostenibilidad espacial es el posible caos que podrían provocar miles de satélites orbitando el planeta sin control dentro de 25 o 30 años, cuando las megaconstelaciones que se lanzan actualmente dejen de funcionar y se conviertan en ‘chatarra’ espacial».
El documento citado refiere que la decisión de Estados Unidos de reducir de 25 a 5 años el plazo que tendrán los operadores para «derribar» los satélites en órbita baja, una vez que dejen de funcionar, específicamente en las nuevas megaconstelaciones, es una de las primeras regulaciones en el mundo que aborda el problema de la «basura espacial» que puede marcar una tendencia internacional.
Otro factor es la competencia entre empresas privadas, en específico las actuales organizaciones que operan satélites geoestacionarios (que mantienen un «punto fijo») y los nuevos operadores, que están diseñando megaconstelaciones no geoestacionarios, que orbitan mucho más cerca de la superficie terrestre pero no cubren siempre el mismo punto y necesitan cientos de satélites para ofrecer conectividad continua a sus clientes.
“Los actuales operadores de satélites creen que estas nuevas constelaciones representan muchos riesgos, sobre todo desde el punto de vista comercial. Al orbitar más cerca de la superficie del planeta, pueden ofrecer menor latencia (conexiones más rápidas), pero al requerir muchos satélites (potencialmente muchos miles), estas constelaciones suponen un reto desde el punto de vista de la sostenibilidad”.
En este sentido, considera que las normas de sostenibilidad espacial podrían desempeñar un papel clave para limitar las acciones de las megaconstelaciones y aumentar el riesgo de invertir en el negocio que tienen el potencial de generar.
“Cómo se diseña un satélite, cuántos y qué componentes puede tener, cómo se lanza al espacio y cómo se opera mientras orbita el planeta, así como cómo se retira una vez que deja de funcionar, son elementos de la sostenibilidad espacial en los que podría recaer la regulación, creando ganadores y perdedores, lo que convierte este debate en algo que nadie en la industria espacial puede optar por ignorar”.
Los expertos prevén que a nivel regional y nacional se verán nuevos marcos políticos y normativas que intentarán marcar la agenda internacional, que se enfocarán en la creación de entornos comerciales que atraigan la inversión de empresas que pretendan alinearse con los líderes regionales en este ámbito.
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