La eventual recesión económica que causaría la decisión del gobierno de Estados Unidos de subir 25 por ciento los aranceles a las exportaciones de México, no afectaría el objetivo planteado por la presidenta Claudia Sheinbaum de poner en órbita un satélite 100 por ciento mexicano, antes de terminar el sexenio.
Sin embargo, tener un satélite, y que ésta fuera mexicano puede ser bueno, pero no es necesario, porque “estamos sobre iluminados”, si bien sería recomendable establecer capas de cobertura con despliegue de fibra, conectividad celular “y seguir aprovechando la infraestructura satelital” para los que no tienen acceso a otras tecnologías o éstas no pueden llegar a las comunidades.
Al presentar los “Resultados del sector de telecomunicaciones en México al cierre de 2024”, Ernesto Piedras, director de la consultora The CIU, indicó que ante la turbulencia política y geopolítica que se está generando luego de que el presidente Donald Trump decidiera aplicar unilateralmente aranceles a los productos importados de México, el tema satelital “es de lo que menos preocupa”, porque hay sobreoferta de servicios.
De hecho, dijo, se puede tener un satélite de origen nacional o contratar los servicios de otro, como se hace cotidianamente en todo el mundo, pues “si hay un servicio auténticamente global es el de los satélites” y actualmente, México está desperdiciando la flota que ya tiene o que usa.
“Hemos perdido órbitas satelitales y de todas formas no hace mucha diferencia. Sería mejor en todo caso, redondear la cobertura que ya tenemos para usar los recursos de una forma más eficiente y llevar conectividad ahí donde los operadores comerciales no encuentran nichos de mercado atractivos”.
De hecho, el Plan México que presentó el 13 de enero pasado la presidenta Claudia Sheinbaum, establece como meta para el 2030, “estar en el top 10 de los países en valor de la producción aeroespacial” y como proyectos clave para lograrlo: “liderar la primera misión 100 por ciento latina al espacio; convertirse en uno de los tres países con capacidad de ensamblar íntegramente un motor para Safrán; y colocar en órbita un satélite 100 por ciento mexicano”.
En ese sentido, la recesión económica que se podría enfrentar en el corto plazo, probablemente no significaría un problema serio para lograr tales objetivos, porque “si la recesión viene en tres o seis meses, no afectará al proyecto que es mínimo de dos o tres años, es decir, un proyecto de la magnitud de un satélite es de mediano o largo plazo y da tiempo de financiarlo mientras pasa la recesión”.
Es verdad, dijo, que “tenemos una recesión económica en puerta y de hecho desconocemos su profundidad y longevidad”, pero el proyecto de un satélite es de mediano a largo plazo y su vida útil es de al menos 15 años, de tal manera que se puede tomar esa decisión pensando en las condiciones a futuro.
Por otra parte, los costos de poner en órbita un satélite se han ido reduciendo. Hace todavía poco tiempo, lanzar un satélite podría costar alrededor de 750 millones de dólares, pero esto se ha optimizado mucho, con la aparición de Space X y otras opciones.
Empero, el especialista insistió en que realmente a México no le hace falta un satélite propio, pues hay opciones accesibles en el mercado para cubrir esos servicios, con todas las medidas de seguridad imaginables, como de hecho lo hacen varios países a nivel de Estado nacional.
Aún así, si la decisión de lanzar un satélite propio prevalece, sería posible adquirirlo bajo una nueva estructura de costos y la ingeniería financiera podría crear esquemas para financiarlo en un plazo más amplio que la recesión que podría enfrentar México en próximos meses, ante la aplicación unilateral de aranceles por parte de Estados Unidos.
C$T-GM