5G exige revisar métodos de asignación de espectro.
Aunque México ha logrado sortear desafíos impuestos por la pandemia, también se han evidenciado algunos de los rezagos que el país tiene en materia de desarrollo de infraestructura digital y de digitalización de procesos productivos, lo cual en la fase post-COVID exigirá repensar tanto la regulación vigente como algunas políticas públicas de una manera pragmática y multidisciplinaria, aseguró Raúl Katz, presidente de Telecom Advisory Services.
“La digitalización presenta una contribución fundamental desde el elevamiento de lo que yo denomino la resiliencia de un país frente a la pandemia; de alguna manera la evidencia muestra que aquellos países con mayor desarrollo de infraestructura digital pueden reducir el impacto económico negativo y por consiguiente algunos de los impactos negativos a nivel social”, indicó.
Para el especialista, el problema no está necesariamente en la adopción de internet, sino en el uso observado en los hogares latinoamericanos, donde “todavía no estamos a la altura” de asimilar esa tecnología para que mitigue algunos de los efectos negativos de la pandemia.
En la conferencia virtual “La intervención del Estado para mantener y promover la competencia en las telecomunicaciones derivado de la pandemia”, habló de la necesidad de realizar un diagnóstico para entender dónde hay que mejorar, pues la etapa post-COVID, exige repensar el marco regulatorio y las políticas públicas, porque no se pueden seguir aplicando los mismos conceptos.
En el caso de México, como en los países en vías de desarrollo, expuso, el nivel de asimilación de tecnologías digitales en los procesos productivos, en la cadena de suministros, de operaciones y de distribución, aún muestran un desarrollo limitado.
Lo que se puede ver es que “a nivel del uso de esa tecnología, tanto en la digitalización del hogar como del aparato productivo, todavía tenemos una brecha”. Es decir, se tiene una situación positiva a nivel de operación de las redes, pero hay una resiliencia limitada a nivel digital, tanto entre los usuarios residenciales como entre las organizaciones.
Si bien en México las redes de telecomunicaciones han respondido razonablemente bien al crecimiento del tráfico ocasionado por el COVID-19, donde se pueden detectar algunos problemas es en materia de Wi-fi, derivado en algunos casos por el número de dispositivos conectados en los hogares. Independientemente de lo que ocurra en las redes de banda ancha en las redes móviles y fijas, el cuello de botella se observa en los enrutadores en los hogares y empresas, precisó.
Katz recalcó entonces que si bien la banda ancha y la digitalización en la producción crean un impacto positivo, el problema que impediría avanzar se encuentra en mitigar algunos efectos de la pandemia, reconociendo que “situaciones como la que estamos abordando en estos momentos pueden llegar a transformarse en la nueva normalidad en el futuro”.
“Cuando estamos hablando, mirando hacia el futuro, el Estado debe enfocarse en una combinación de políticas de promoción de demanda, mezclada con la flexibilización en la regulación de la oferta”, destacó.
La brecha de demanda requiere enfocarse en la alfabetización digital, en la asequibilidad de los servicios; crear los mecanismos para resolver las brechas de capital humano en términos de revolución industrial 4.0; promover la innovación para superar las falencias en las cadenas de suministro; estimular al sector productivo para que innove; y la capacitación de sectores sociales más vulnerables para enfrentar la desocupación.
En tanto, del lado de la oferta, dijo, se tiene que pensar en promover nuevos modelos de inversión que permitan resolver la brecha de cobertura; aumentar la inversión en la infraestructura digital, mediante el despliegue de incentivos al sector privado, enfocándose en acelerar el despliegue de redes de última generación.
Asimismo, repensar los métodos de asignación de espectro para maximizar el despliegue de 5G, y examinar la necesidad de aumentar la porción de espectro no licenciado en la banda de 6 GHz, para resolver los cuellos de botella de la Wi-Fi, un punto que el IFT ya está considerando.
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