A dos años de la entrada en vigor del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), que integra un robusto capítulo sobre telecomunicaciones, es evidente que el país le está quedando mucho a deber a sus socios comerciales por lo que de no corregir el camino, podrían empezar a “cobrarse” con sectores que “sí le duelan”.
“México no está cumpliendo y hay que decir que este acuerdo tiene mecanismos a través de los cuales los socios podrían demandar incumplimientos con medidas compensatorias que pegaran a otros sectores que sí fueran importantes para el país”, sostiene Jorge Álvarez Hoth, especialista en telecomunicaciones y transformación digital.
En opinión del analista, el actual gobierno federal deja ver en diversas acciones su falta de interés en el sector telecomunicaciones como un motor de desarrollo socioeconómico e incluso pareciera que cumplir con un tratado tan relevante como el T-MEC se reduce a llevar una buena relación con el Agente Económico Preponderante (AEP) en Telecomunicaciones.
“No tenemos una agenda real de crear mejores condiciones de cobertura y de nuevos entrantes. Tenemos una agenda en la que lo más importante es negociar con el ingeniero Slim de América Móvil todo lo que se necesita por la relación que tiene tan cercana con el presidente, pero no es una agenda pro competencia”.
El 1 de julio de 2020 entró en vigor el nuevo acuerdo, resultado de una renegociación completa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) que estuvo en vigor por más de dos décadas, y que contiene disposiciones encaminadas a enfrentar de mejor manera los desafíos comerciales, sociales y digitales del siglo XXI.
El capítulo 18 referente a Telecomunicaciones contiene disposiciones clave para el sector, como la que señala que cada país miembro deberá asegurar que cuenta con un organismo regulador de telecomunicaciones independiente.
Para el analista y ex titular de la Subsecretaría de Comunicaciones de 2001 a 2006, si bien se ha logrado garantizar la existencia del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), en la práctica el Ejecutivo lo ha minimizado al impedir que opere con un Pleno completo de siete integrantes, tal como fue diseñado desde su nacimiento.
Entre los 27 artículos que conforman el Capítulo 18, también se establece que ningún socio del T-MEC deberá otorgar un trato más favorable a empresas del Estado, propiedad de dicho país miembro, que el trato otorgado a proveedores de telecomunicaciones de otra parte.
“La cancha en telecomunicaciones sigue estando muy dispareja y no tenemos una agenda real para crear mejores condiciones de cobertura y de nuevos entrantes”, sostiene el especialista.
La falta de una visión clara en materia digital está alimentando una incertidumbre jurídica que frena el interés de la inversión extranjera, un aspecto que para nada se toma como positivo por parte de los socios comerciales de México, lo que aunado al complejo escenario económico, pondrá en serios problemas al país.
“De hecho se ve con cierta desconfianza a la inversión extranjera, se tiene una especie de manto nacionalista en la que la globalización apesta. Claro que puede haber consecuencias, si por ejemplo, Estados Unidos quisiera cobrarse a través de otros sectores que sí nos duelan”.
Para Álvarez Hoth, México está perdiendo tiempo valioso para generar las condiciones necesarias para que la inversión extranjera en el sector telecomunicaciones crezca, pero para ello es fundamental entender que la competencia efectiva es crucial para garantizar un mejor futuro.
“Por ejemplo, México está lejos de tener 5G y esto ya de por sí es un reto porque esta nueva generación móvil da capacidades técnicas muy importantes en términos de velocidad y latencia que no se valoran hoy pero que requiere inversiones. La gente no está dispuesta a pagar más y es lo que se necesita para hacer operar estas redes, y mucho menos vamos a llegar a eso si no tenemos competencia”.
Por si fuera poco, las empresas comienzan a resentir los efectos negativos de la inflación, pues al elevarse las tasas de referencia, las acciones de las compañías caen porque sus créditos son mucho más costosos y su fondeo se encarece, lo que inevitablemente reduce el interés de invertir.
“Estamos atravesando un fenómeno económico muy complicado, es una estanflación, es decir, estancamiento con inflación que pega por dos lados a los negocios y se refleja en los mercados porque automáticamente cae la rentabilidad de las acciones y cuando eso pasa, la inversión huye porque se va a lugares más seguros”.
Es así que sin condiciones reales para una competencia efectiva, con un absoluto desinterés en fortalecer institucionalmente al órgano regulador y en un ambiente de alta incertidumbre económica que ahuyenta la inversión extranjera, México es el socio que está quedando a deber a un tratado que involucra una de las zonas de libre comercio más grandes del mundo.
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