Información, el futuro oro de las naciones.
Ante los grandes cambios que trae consigo la era de la información, el despliegue de fibra óptica y las redes de Quinta Generación (5G) es tan importante para los países como lo fue en su momento la construcción de carreteras o líneas de ferrocarriles, con la diferencia de que la autopista digital nos lleva a máxima velocidad, inequívoca y probadamente, a un solo lugar: el desarrollo económico y social.
El advenimiento del Internet de las Cosas (IoT), opina Hélio Durigan, vicepresidente corporativo de Ingeniería de Furukawa Electric LatAm, está gatillando una serie de cambios que se traducen en nuevos paradigmas en todos los ámbitos de la sociedad.
«Así, por ejemplo, en las empresas se observa, entre otros fenómenos, una creciente integración entre las tecnologías operativas y las Tecnologías de la Información (TI), las que antes se comprendían como áreas completamente separadas dentro de las organizaciones».
En el mundo, el IoT representa la piedra angular para la formación de las ciudades inteligentes, es decir, aquellas urbes en donde la tecnología juega y jugará un rol fundamental para entregar una mejor calidad de vida a sus habitantes, un mayor cuidado del medioambiente y, por supuesto, un alto nivel de productividad económica.
«Estas ciudades, que concentrarán el PIB (Producto Interno Bruto) del mundo en la próxima década, requieren como condición indispensable para convertirse en inteligentes, impulsar junto al desarrollo de su infraestructura física (autopistas, aeropuertos, edificios, etc.), la creación o el fortalecimiento de una infraestructura lógica; esto es, una infraestructura de TI y telecomunicaciones eficiente y apta para un escenario altamente demandante».
Para Hélio Durigan, el factor común y verdadero catalizador del futuro digital es el crecimiento del flujo de información, pues como nunca antes existe hoy un inmenso volumen de datos disponible para ser transmitido en tiempo real y analizado para convertirse en materia útil para tomar mejores y más rápidas decisiones.
Esto se refleja en que cada día vemos más dispositivos, sensores, chips embebidos en objetos y máquinas que envían y reciben información vía Internet, muchas veces, sin necesidad de que intervengan humanos durante el proceso.
Asimismo, el desarrollo del IoT sumada a la aplicación de la Inteligencia Artificial (IA) nos pone ante un mundo “ciberfísico”, en donde existe una integración y combinación entre elementos materiales y lógicos, en el que serán cada vez más comunes, por ejemplo, los robots simbióticos.
«Nuestros hogares, empresas y ciudades irán conformando así verdaderos ecosistemas de información. Por ello, las expectativas y desafíos que existen hoy en cuanto al desarrollo de la infraestructura de TI y telecomunicaciones necesaria para los países no es una cuestión trivial».
En opinión del especialista, de esa infraestructura dependerá si dichos ecosistemas puedan integrarse y “dialogar” con otros, o conformar una especie de “cerebro digital”, dotado de millones de “neuronas” que necesitará de redes con un mayor ancho de banda, velocidad y seguridad para desplegar su inteligencia colectivamente.
Tales condiciones son, precisamente, las promesas de dos tecnologías que hoy concentran las inversiones en las telecomunicaciones a nivel global y que están marcando un auténtico punto de inflexión en el desarrollo tecnológico: La fibra óptica y la 5G.
«Por un lado, encontramos a las redes de quinta generación (5G) que multiplicarán por diez la capacidad de las actuales redes 4G permitiendo materializar el IoT y desplegar la IA en tareas más críticas, como sucede, por ejemplo, con aplicaciones en salud».
Mientras por otro lado, y aportando también en el despliegue de las propias redes 5G, encontramos la fibra óptica, tecnología más económica, perdurable y de mejor desempeño que el cobre y que, al llegar prácticamente al “escritorio”, se está convirtiendo en la autopista para garantizar el flujo del mayor tesoro de nuestros días, es decir, la información.
C$T-GM