El aprovechamiento pleno de las telecomunicaciones para impulsar el desarrollo socioeconómico, como habilitador de derechos y palanca para cambiar la vida de las personas, sigue siendo un “eslabón perdido” y su ausencia ha persistido durante décadas a través de diversas brechas y exclusión digital, destacó Rodrigo Robles, oficial de programas de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).
“Vemos que el nivel de utilización de Internet en los países de renta baja es únicamente del 22 por ciento, o sea, de cada cinco personas cuatro todavía no lo utilizan; mientras que en los países de renta alta es de 91 por ciento, es decir, por lo menos nueve personas de 10 lo están utilizando; esa brecha también existe al interior de los países”, expuso en el marco del primer foro “Diálogos sobre la transformación digital de México”, organizado por el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
Esa es una de las brechas a las que se refirió el experto al recordar el informe “Eslabón perdido”, realizado por la Comisión Independiente para el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones de la UIT en 1984, en el cual se estableció la correlación entre el acceso a las telecomunicaciones y el desarrollo socioeconómico, y que recomendó como una prioridad invertir en la expansión de estas redes.
“Lastimosamente, 40 años después el eslabón sigue perdido, pero ahora ha tomado diferentes formas, en múltiples brechas digitales: en materia de ingresos; la que se da entre zonas urbanas y rurales, la de género, la generacional, en materia de educación”, señaló al participar en el panel “Políticas públicas que promueven la transformación digital”.
El porcentaje de personas que usan internet en las zonas urbanas duplica al de las zonas rurales; a escala mundial, son más los hombres usuarios, con 62 por ciento, contra el 57 por ciento de las mujeres; hay una brecha generacional, ya que los jóvenes entre 15 y 24 años son más activos, con 72 por ciento, que el resto de la población, que alcanzan 57 por ciento, y en materia de educación, entre más educada es la persona más el uso hace del internet.
“En casi todos los países para los que se dispone de datos, las tasas de utilización de internet son más altas entre las personas que han cursado más estudios, llegando en muchos casos a ser superiores”.
Con la pandemia, un dato positivo fue que 800 millones de personas se conectaron, pero ante la mudanza que hubo hacia servicios digitales, dijo, se incrementó la exclusión digital, porque las personas desconectadas, abruptamente, fueron privadas de acceso a empleo escolarización, de información de salud o servicios financieros.
De acuerdo con el Informe Global sobre Conectividad 2022, el acceso fácil y asequible a una banda ancha, incluso en prácticamente todo su territorio, es mayor en los países con ingresos altos que en los de menores rentas, no obstante los esfuerzos de gobiernos y el sector privado.
“Hemos pasado de unos millones de usuarios de internet en los años 90 a casi 5 mil millones en la actualidad, pero todavía tenemos 2 mil 900 millones de personas sin una conexión, casi un tercio de la población mundial… Si extrapolamos eso a México, también hay un porcentaje importante que no lo tiene, porque para ellos es caro y si lo llegaran a tener, sería de mala calidad”.
Recalcó por ello que uno de los retos más grandes a nivel mundial es la conectividad, y una de las propuestas es que el costo de los servicios básicos de banda ancha en los países en desarrollo no debería superar el 2.0 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) mensual per cápita.
En la Cumbre de Kigali, se consideró que el sector debe tener tres prioridades: conectividad asequible; transformación digital, en la que se deben reconocer las necesidades de las mujeres, jóvenes, personas con discapacidad y con necesidades específicas; y un entorno político y reglamentario propicio, para el que se requiere fortalecer a las instituciones públicas.
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