Fundamental garantizar acceso digital para evitar acentuar desigualdad.
Liberar temporalmente espectro adicional o aprobar transacciones comerciales que pongan en servicio el espectro no utilizado, mejorar la capacidad de interconexión entre redes y encontrar formas de alentar a los proveedores de banda ancha a instalar más fibra óptica, son algunas de las recomendaciones que realiza la OCDE ante el crecimiento de la demanda de conectividad que prevalecerá en la era post-COVID19.
“En un futuro donde el empleo, la educación, la atención de la salud e incluso las interacciones sociales podrían depender de las tecnologías digitales, de no garantizarse un acceso digital generalizado se corre el riesgo de acentuar la desigualdad y entorpecer los esfuerzos emprendidos por los países para salir fortalecidos de la pandemia”.
En el informe Perspectivas de la Economía Digital, la OCDE destaca que los gobiernos pueden reforzar la instalación de la banda ancha al promover la inversión privada y la competencia, fomentar el intercambio de infraestructura y establecer niveles mínimos de cobertura para las áreas rurales en las subastas de espectro.
El documento sostiene que si bien la mejora en la conectividad y las competencias relacionadas han ayudado a afrontar la crisis de salud y económica provocada por el COVID-19, la pandemia destaca la necesidad de cerrar las brechas digitales que implican el riesgo de dejar a algunas personas y empresas en una situación más débil que la de otras en un mundo posterior al COVID.
La transformación digital estaba en proceso de aceleración antes de la crisis del COVID-19, a medida que un número creciente de gobiernos colocaba las estrategias digitales como el elemento central de sus agendas políticas. La creciente demanda de servicios de comunicación con uso intensivo de banda ancha, proveniente del comercio electrónico, el trabajo a distancia, las actividades sociales en línea y la mayor colaboración transfronteriza por parte de gobiernos y académicos, deberá impulsar el logro de mayores avances.
Entre países, y al interior de las naciones, las brechas relacionadas con el acceso a un servicio de internet rápido y confiable, son evidentes. Por ejemplo, la proporción de fibra en las suscripciones de banda ancha fija en los países de la OCDE varía entre 82 por ciento en Corea y 79 por ciento en Japón y menos de 5.0 por ciento en Alemania, Austria, Bélgica, Grecia, Israel y Reino Unido, en cuyas zonas rurales las conexiones de alta velocidad suelen ser escasas.
Los países de la OCDE cuentan con casi el doble de suscripciones al servicio de Internet móvil de alta velocidad por habitante y tres veces más suscripciones de banda ancha fija que los países no pertenecientes a la organización.
De acuerdo con datos del Broadband Portal, el uso promedio de datos móviles por suscripción entre los países que conforman la organización se cuadruplicó en los cuatro años transcurridos hasta junio de 2019, y los precios de la banda ancha móvil de alto uso se redujeron 59 por ciento durante el periodo 2013-2019. A junio de 2020, los servicios comerciales 5G estaban disponibles en 22 países.
A junio de 2019, las economías de la OCDE registraban 113 suscripciones al servicio de Internet móvil de alta velocidad por cada 100 habitantes, en comparación con 32 por cada 100 una década antes.
Por su parte, los países que no pertenecen a la OCDE registraron 60 de esas suscripciones por cada 100 personas. Las suscripciones al servicio de banda ancha fija ascienden a 32 por cada 100 habitantes en los países de la OCDE (más de tres veces el nivel de las naciones no pertenecientes a la organización de nueve por cada 100) y las conexiones de fibra representan 27 por ciento de dichas suscripciones.
“Antes de que se desatara la pandemia, en 2019, solo una cuarta parte de las empresas con más de 10 empleados en todos los países de la OCDE realizaba ventas por comercio electrónico, mientras que un tercio de ellas había adquirido servicios de computación en la nube y más de la mitad tenía presencia en las redes sociales. El porcentaje de personas que utilizan servicios de gobierno electrónico fue de 58 por ciento en 2019, arriba del 43 por ciento registrado en 2010”.
El porcentaje de adultos que utilizan Internet varía entre más de 95 por ciento en algunos países de la OCDE y menos de 70 por ciento en otros. Las brechas observadas en el acceso o el uso de Internet debido a la edad del usuario o su nivel de ingresos implican que prevalece un acceso desigual a la información y los servicios públicos, especialmente cruciales durante una pandemia.
“El COVID-19 acentuó nuestra dependencia de las tecnologías digitales y expuso la realidad de las brechas digitales entre los países y en el interior de estos. Los hogares y las empresas de todo el mundo sienten los efectos tangibles de un avance desigual en la transformación digital”, dijo Ulrik Vestergaard Knudsen, secretario general Adjunto de la OCDE.
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