En Mesoamérica, donde las redes fijas y móviles han sido fundamentales para mantener la economía en funcionamiento durante la pandemia, el despliegue de fibra óptica y las velocidades de banda ancha registran una creciente brecha con respecto a países más avanzados que puede atribuirse al nivel de inversión en telecomunicaciones que se ha realizado en el sector.
“Mientras Mesoamérica invierte en promedio algo menos de 40 dólares anuales per cápita, el promedio de los países de la OCDE se sitúa por encima de los 140 dólares”, precisa el estudio Mesoamérica Digital 2025.
El documento, elaborado por Juan Jung, para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), indica que las tendencias de los últimos años no sugieren que tal brecha se esté reduciendo, lo que ilustra la dificultad para acelerar el proceso de “catch-up” con los países más avanzados.
Aunque Costa Rica y Panamá sobresalen en la región como los países que registran los mayores niveles de esfuerzo inversor, sus niveles están considerablemente por detrás de los de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En este contexto, la pregunta clave a abordar, desde la perspectiva de la Agenda Digital Mesoamericana (ADM) que propone el documento, es cuáles son las causas de tal rezago de inversión, para a partir de ese análisis enfocar los esfuerzos regionales en estimular los despliegues de infraestructuras que permitan comenzar el proceso de convergencia con las economías más avanzadas.
Un primer factor que explica la brecha de inversión es el contexto macroeconómico: En 2019, Mesoamérica registraba un nivel de PIB per cápita inferior a los 9 mil dólares, en comparación con los 40 mil dólares del promedio OCDE.
“Resulta evidente que se trata de realidades económicas muy diferentes, con niveles de desarrollo y de capacidad de financiamiento diversas, por lo que no es razonable esperar que desde Mesoamérica se registren niveles de inversión similares”.
El segundo elemento que refiere el estudio es el nivel de ingresos de los operadores de telecomunicaciones como factor de rentabilidad de la inversión de capital. “El bajo nivel de ingresos se manifiesta, por ejemplo, en una predominancia de planes prepago de servicios móviles”.
Solamente el 15 por ciento de las conexiones móviles de la región son de carácter pospago, por detrás del promedio de América Latina y el Caribe (24 por ciento), y muy rezagada con respecto a la OCDE (67 por ciento).
Por otra parte, mientras que las economías más avanzadas tienden a ir dejando atrás los planes de prepago esa tendencia no se registra en el caso de Mesoamérica.
Sin embargo, es necesario acotar que los usuarios de servicio de prepago son los menos intensivos y, por ende, los que menos valor económico generan. Ello afecta los ingresos de las operadoras, y, por lo tanto, incide en el nivel de sus retornos de inversión.
En ese sentido, los ingresos promedio por usuario del sector móvil (ARPU) son considerablemente inferiores, de 13 dólares en Mesoamérica, mientras que en los países de la OCDE su valor se eleva a 35 dólares.
En línea con las tendencias mundiales, tales ingresos son, además, decrecientes. Con estas cifras, es esperable que los operadores no puedan mantener los niveles de inversión de las economías más avanzadas, y, en consecuencia, que la región exhiba dificultades para acercarse a las economías desarrolladas en los indicadores de conectividad.
En materia de políticas públicas y regulación, el reporte subraya el importante potencial de mejora, que desde la ADM puede abordarse mediante reformas y estrategias regionales que permitan estimular el despliegue de infraestructura.
Un elemento fundamental para poder alcanzar los niveles de inversión necesarios, es la eliminación de las barreras y obstáculos que inhiben a la inversión privada, lo cual debe ser abordado en dos dimensiones paralelas.
La primera es modernizando los marcos regulatorios hacia las buenas prácticas internacionales, y la otra es, armonizar esos entornos normativos entre los 10 países del bloque.
Ello, de forma tal de maximizar eficiencias derivadas de las economías de escala, que permitan a los operadores apalancar sus esfuerzos con vistas a estimular la inversión en la región.
“Al respecto de esto último, la pertenencia a Mesoamérica de dos miembros de la OCDE, y que además han actualizado sus regulaciones sectoriales hacia marcos modernos y sólidos en tiempos recientes, como son los casos de México y Colombia, puede ser una oportunidad para el resto de los países de la región en torno a las posibilidades de intercambio de experiencias y de buenas prácticas”.
C$T-GM