Aunque no hay “balas de plata” para enfrentar el desafío de la cobertura universal de internet, sí existen alternativas de carácter tecnológico, comercial, financiero y operativo que contribuyen a llevar servicios de telecomunicaciones a todas las zonas de un país, y en el caso de México dos aspectos sumamente relevantes: colocar espectro a precios competitivos y la aproximación colaborativa.
“No hay una única respuesta tecnológica y por tanto no podemos forzar desde el Estado, desde la regulación, conceptos o estándares de calidad que funcionan en zonas urbanas y no en zonas rurales”, lo que significa habilitar sandbox regulatorios para favorecer la innovación y promover la colaboración, afirmó José Juan Haro, Director de Asuntos Públicos y Negocio Mayorista de Telefónica Hispam.
En México, la deuda digital es con casi 40 millones de personas desconectadas; pero a nivel regional, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) señala que 32 por ciento de la población de América Latina y el Caribe, es decir unos 244 millones de personas, no tiene acceso a servicios de internet, de las cuales 46 millones viven en territorios rurales.
En este contexto, el ejecutivo refirió cómo a través de una asociación de Telefónica, el BID Invest, Meta y el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) se creó en 2019 “Internet para Todos” en Perú, un programa mediante el cual, tres de los cuatro operadores principales comparten la infraestructura para brindar servicio a 2.5 millones de personas de zonas rurales.
“Cuando lo lanzamos estábamos seguros no solo de que íbamos a tener un cliente ancla, que en este caso fue el Grupo Telefónica, sino que podíamos aspirar a transmitir un mensaje de neutralidad al mercado que nos permitiera además convencer a otros operadores de entregar tráfico en la red”.
En este caso, la historia es radicalmente distinta a la de la Red Compartida diseñada en México y que desde marzo de 2018 es desplegada y operada por Altán Redes, pues se basa en un modelo colaborativo, construido sobre la base de los intereses y necesidades expresadas por los socios financieros y los industriales. Es decir, el modelo no fue impuesto desde las alturas.
“Se parece a la Red Compartida en el sentido de que se aspira a que una sola infraestructura en zona rural sea utilizada por más de un operador, pero a diferencia de la Red Compartida, Internet para Todos Perú nace desde el mercado mediante acuerdos entre los operadores y con una estructura llevada adelante por un mecanismo de co-creación con otros partners industriales”.
José Juan Haro expuso que la Red Compartida se construyó desde el Estado, con un modelo “extremadamente complicado impuesto a través de las reglas del concurso”, que además no propició una competencia nutrida.
“El proyecto ha venido operando durante la mayor parte de su existencia sin tráfico relevante de los operadores más grandes del país. Ni Telcel, ni la propia AT&T, ni Telefónica han entregado una parte relevante de su tráfico a la Red Compartida y una red que no tiene tráfico, evidentemente, no puede rentabilizar la inversión realizada”.
Por otro lado, se refirió al precio del espectro en México, el principal insumo de las comunicaciones móviles, y que ha sido calificado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como de los más altos de América Latina y el Caribe.
“Tan insostenibles han sido esos precios, que uno de los mecanismos que buscó el Estado mexicano para resolver el problema de la conectividad rural pasó por entregar espectro a unos precios extremadamente descontados a la Red Compartida mayorista”.
El escenario de retos ante 5G y los satélites.
La llegada del 5G planteará nuevos desafíos, pero para José Juan Haro, el panorama que se ve en Latinoamérica exige cautela sobre la forma en que se balancea la inversión, porque se deberá continuar el despliegue del 4G y entregar una adecuada calidad de servicio, además de que las licitaciones para la quinta generación están empezando.
“No puede haber 5G sin un despliegue adecuado de 4G, sin fibra óptica desplegada en el territorio como para acomodar los anchos de banda incrementales que se producen con la nueva tecnología, por lo cual el capítulo, efectivamente, no solo en zonas rurales, sino en la mayor parte de zonas externas a los centros urbanos en Latinoamérica, debería estar enfocado en asegurar una adecuada experiencia de 4G con precondición para el 5G”.
Sin embargo, el principal reto que identificó y que, dijo, es compartido por toda la industria, es la exploración comercial, es decir, terminar de entender cuáles serán los modelos de negocio que permitan rentabilizar la inversión.
“Hoy día, la mayor parte de la industria lo que hace es vender, básicamente tiempo aire, bolsas de datos o de voz. 5G permite hacer Network slicing, ofrecer distintas calidades de servicio, poder entregar contenidos digitales de modo diferente, según el tipo de necesidad que cada cliente tenga, pero los casos de uso, los modelos de cómo rentabilizar y demás todavía no están estabilizados”.
En cuanto al uso de satélites para ampliar la cobertura, afirmó que sin “casarse” con ninguna tecnología, están usándolos para la provisión de servicios móviles, pero habilitar la red para su evolución a 5G se necesitarán anchos de banda en la transmisión muy importantes, de delay y latencia que las tecnologías satelitales no han podido proporcionar.
“Cuando uno empieza a recargar la red las tecnologías terrestres siguen siendo más sostenibles. Esto no significa que no haya un espacio para el satélite, conforme hemos ido sustituyendo parte de nuestra red rural en el transporte por tecnologías terrestres y hemos venido avanzando en las áreas sin cobertura, típicamente las soluciones satelitales empiezan a ser las de preferencia”.
Sobre el “apagón” de la red de Telefónica en México, Haro comentó que el modelo de operación propia no era rentable, pero el contrato mayorista firmado con AT&T le permite a la firma reflejar el paradigma de compartición y continuar el servicio a sus clientes concentrándose en ser más eficientes.
“No fue sencillo decidir apagar la red, decidir devolver el espectro, pero honestamente el modelo de operación propia no era un modelo que fuera rentable y que pudiera producir los retornos que nuestros accionistas esperaban, con lo cual el 30 de junio del 2022 terminamos de devolver el último tramo de espectro, apagamos totalmente la red y el día de hoy operamos 100 por ciento sobre las infraestructuras de AT&T”.
C$T-GM