Señalar altos costos fiscales por el uso del espectro radioeléctrico como el único factor que está inhibiendo en México la compra de este recurso esencial para la provisión de servicios de telecomunicaciones, es una visión limitada del verdadero problema que vive el mercado y sus consumidores: la ausencia de competencia efectiva y la falta de acciones contundentes.
Y es que tras el término de la presentación de ofertas de la Licitación IFT-10, que buscó colocar en el mercado 41 bloques de espectro para la provisión de telefonía celular e internet móvil, únicamente tres fueron objeto de interés por parte de sólo dos operadores.
Para el IFT, el hecho de que se hayan quedado sin asignar los bloques de las bandas AWS, PCS, así como 36 de los 37 bloques de la banda de 800 MHz puestos a disposición en este proceso, tiene una explicación: los altos montos de cobro por el uso del espectro radioeléctrico que inhiben la participación en licitaciones, provoca la devolución de espectro y se convierte en una barrera artificial a la entrada de nuevos competidores.
Sin embargo, el desinterés de la industria en un recurso tan poderoso como el espectro radioeléctrico va más allá y está íntimamente ligado a la condiciones de competencia y la certeza regulatoria que un país sea capaz de dar.
“Sabemos que México es un país particularmente caro pero hay otros países con costos del espectro muy elevados y de cualquier manera hay apetito, no hay que dejarnos ir por una explicación demasiado simplista. Estamos teniendo focos rojos en temas de competencia y hay que enfrentarlos”, asegura Elena Estavillo, directora General del Centro-i para la Sociedad del Futuro.
Al segundo trimestre del año, estima la consultora The CIU, el Agente Económico Preponderante en Telecomunicaciones (AEPT) concentraba 57 de cada 100 pesos que se generan en el sector, es decir, 1.5 puntos porcentuales más que lo registrado en 2020.
La reconcentración en ingresos del Agente Económico Preponderante en Telecomunicaciones (AEPT), señalan los datos de la consultora, es más marcada en el mercado móvil en el que su participación al 2T-2021 (72.8 por ciento) es prácticamente la misma que registraba (73 por ciento) cuando fue declarado AEPT en el primer trimestre de 2014.
“La historia de este mercado en México siempre ha sido de una competencia muy precaria, que quizá en algunos momentos ha sido más optimista, logrando mejorar algunos aspectos, pero nunca hemos logrado mantener esa tendencia y nos está pasando lo mismo otra vez”.
Si bien durante los primeros años de la creación del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), México envió señales positivas para la inversión que abrieron la puerta a nuevos competidores tras años de estancamiento regulatorio; en la actualidad, el sector enfrenta un escenario poco halagüeño.
Ejemplo de ello, es la decisión de Telefónica Movistar de regresar espectro radioeléctrico para convertirse en un Operador Móvil Virtual (OMV) que funciona a través de la capacidad e infraestructura de la empresas AT&T.
“Tenemos a Altán Redes haciendo esfuerzos por sobrevivir un periodo de suspensión de pagos. No hemos visto la entrada de nuevos operadores grandes al mercado, y aunque la presencia de los OMVs es una señal positiva, su papel en el mercado es pequeño, no pueden cambiar el mercado por sí mismos”.
Para Estavillo, el sector telecomunicaciones observa a un IFT poco proactivo en los temas que le pueden dar buena señal a los competidores actuales o a los potenciales para ingresar a un mercado cuyo atractivo en plena era digital no requiere de mayor explicación.
“No lo vemos persiguiendo prácticas monopólicas, es como si este mercado de pronto se hubiera limpiado. La supervisión en el cumplimiento de obligaciones de preponderancia es sumamente laxa y se ha limitado a realizar acciones en papel revisando si el AEPT entrega reportes e informes, se acumulan denuncias por incumplimiento que no se atienden adecuadamente o no se atienden en lo absoluto”.
Estas señales no pasan desapercibidas para el tipo de agentes económicos que participan en el sector telecomunicaciones que requiere altas inversiones y donde los riesgos tienen que ser compensados con certidumbre regulatoria, verificación efectiva y oportuna del cumplimiento de las reglas y un entorno que garantice un piso parejo para todos los competidores.
“Aunque esté muy bien diseñada una licitación, hay factores que son externos a las reglas específicas, muchos de estos elementos sí están en la mano del IFT porque es el regulador, es la autoridad de competencia, y eso es algo que se está dejando a la deriva y termina por impactar en un proceso de licitación”.
C$T-GM