
Es innegable que tener acceso al mundo digital puede tener un profundo efecto tanto en las comunidades como en la calidad de vida de sus habitantes. Es por eso que para muchos gobiernos e industrias, cerrar la brecha digital ha sido una prioridad.
Recientemente, junto con Elisa Mariscal y Rubén Guerrero publicamos un documento sobre la brecha digital en México. Durante nuestra investigación, descubrimos que cuando analizamos la brecha digital, esto puede verse como un problema doble: tanto de disponibilidad como de acceso.
Si bien otros factores, como las habilidades digitales, el interés en la adopción de tecnología y la educación formal, tienen un impacto, la disponibilidad y el acceso juegan papeles más importantes.
En pocas palabras, la disponibilidad se refiere a la cobertura. Las áreas urbanas tienen un acceso notablemente mejor de servicio. Las comunidades rurales y más pequeñas, por otro lado, a menudo se encuentran “desconectadas”; por así decirlo, y esto crea una brecha. Esto es algo que debe tomarse en cuenta al pensar en México, donde 30 por ciento de la población carece de conectividad. Casi en su totalidad, ubicada en zonas rurales.
Mientras tanto, el acceso está relacionado con el poder adquisitivo: para aquellos con más dinero, el precio de la conectividad no es un obstáculo. Para las familias de bajos ingresos, estos servicios pueden afectar su presupuesto general e incluso el de otras necesidades primarias.
A menudo, estos dos factores se combinan haciendo que poblaciones relevantes estén completamente desconectadas. Debido a su potencial para ser un gran ecualizador, estos son los grupos que se beneficiarían más, pero que sufren la mayor falta de acceso a los servicios de telecomunicaciones.
Por ejemplo, a través de la conectividad, las comunidades rurales y los sectores de bajos ingresos podrían tener acceso a mejores oportunidades de salud, educación y trabajo, entre otras cosas. Las empresas locales podrían ser impulsadas, los servicios modernizados y el bienestar en general podría ver una mejora.
Por esta razón, reducir la brecha digital es algo en lo que diversos países se esfuerzan, y hay razones poderosas para hacerlo. Por un lado, se estima que un aumento de 10 puntos porcentuales en la penetración de banda ancha fija aumentaría el crecimiento del PIB en un 1.21 por ciento en las economías desarrolladas y en 1.38 por ciento en países en desarrollo (1).
A través de nuestra investigación, descubrimos que promover la competencia, invertir en infraestructura y reducir los trámites burocráticos para la implementación de la red podría reducir en gran medida la brecha. Para que todo esto suceda, la cooperación entre el sector público y privado es fundamental.
Un enfoque que estamos proponiendo es mirar la implementación de conectividad con una perspectiva de afuera hacia adentro. Esto significa que el gobierno y el sector privado tendrían que trabajar juntos para proporcionar servicios en las comunidades rurales ubicadas en la periferia.
Una vez que esta parte de la población esté conectada, veríamos una expansión gradual hacia las zonas urbanas, donde la cobertura está siempre en expansión, hasta que finalmente se encuentren entre sí, ofreciendo una cobertura total del territorio.
Como he mencionado, los efectos de tener más servicios y ofrecerlos a una mayor proporción de la población son de largo alcance: conectando a más personas y comunidades, la reacción en cadena se pone en movimiento. Sin embargo, dado que este es un tema multifactorial, cualquier solución propuesta requiere un esfuerzo tanto de los gobiernos como de las industrias para ser verdaderamente efectiva.
(1) Michael Minges. Exploring the Relationship Between Broadband and Economic Growth.
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