Dormir el número de horas necesarias y con la calidad de sueño adecuada es vital para el desarrollo integral de niñas, niños y adolescentes; sin embargo, la emergencia sanitaria trajo como resultado alta prevalencia en el cambio de la calidad del sueño, así como alteraciones en el ritmo de vida y de la socialización.
De acuerdo con Selenne Verde Tinoco, especialista de la Clínica de Trastornos del Sueño, de la Facultad de Medicina de la UNAM, la presencia de insomnio se presenta, principalmente, por mala higiene del sueño como es el utilizar dispositivos electrónicos a la hora de irse a dormir.
“Nos vamos a la cama con nuestros teléfonos para relajarnos, pero de manera errónea, pues la mayoría de las veces lo hacemos para ponernos al tanto de las noticias que están aconteciendo, muchas de ellas incrementan los síntomas de ansiedad porque estamos viendo cómo esta normalidad no termina aún de ser tan favorable para la población”.
La apnea obstructiva del sueño (obstrucción intermitente del flujo de aire durante el sueño), insomnio y terrores nocturnos (episodios de gritos, miedo intenso y agitación del cuerpo), son indicadores, particularmente en población escolar, que revelan trastornos mientras duermen e inciden en la disminución de su calidad de vida.
El regreso a la “nueva normalidad” y con ello a las aulas –con profesores y compañeros de escuela–, provoca en los alumnos aumento de estrés que podría conducir al bruxismo (rechinar de dientes), porque luego de más de un año de distanciamiento físico, incluso los de nivel medio superior y superior, tienen dificultad para iniciar su sueño ya que los cambios implican adaptarse, añadió.
Durante el sueño se realizan funciones importantes: consolidación de la memoria, formación de células que ayudan al desarrollo de biomoléculas como proteínas y aminoácidos, así como la restauración de una serie de células que permiten el correcto funcionamiento del sistema inmunológico, entre otras. Un descanso adecuado repara el organismo para seguir la vida en condiciones óptimas.
En el caso de los niños, durante el sueño secretan la hormona de crecimiento, la cual les permite un adecuado desarrollo durante esta etapa; cuando existe un trastorno al dormir se observa disminución en la talla, o bien, aumento en los índices de sobrepeso y obesidad.
Durante la etapa diurna, los desórdenes se manifiestan en daños en la actividad cognitiva y, por tanto, problemas de atención durante las clases o somnolencia; despertares nocturnos con miedo y enuresis (orinarse en la cama de manera recurrente durante el sueño).
Ante estos padecimientos, es importante regularizar de manera gradual los horarios habituales; es decir, “si desde el viernes, sábado y domingo me acuesto 20 minutos antes de lo acostumbrado, hasta antes del anuncio de la reincorporación a la escuela o a la actividad laboral, lograremos una mejor adaptación para que el día lunes no me cueste tanto trabajo despertarme a una hora a la que me había desacostumbrado”.
Al evitar desvelarse y dormir un promedio de siete u ocho horas diarias es posible lograr una noche de descanso reparador durante el cual se secreta de manera normal, la melatonina la hormona responsable de la regulación de la vigilia y del sueño.
La especialista resaltó la necesidad de vigilar en la población escolar, sobre todo en niñas, niños y adolescentes, las siestas a lo largo del día ante la falta de actividad física y cognitiva continua; mientras más tiempo duren, mayor es la probabilidad de que por la noche les cueste conciliar el sueño.
Es recomendable, dijo, que sean de 20 a 30 minutos, tiempo suficiente para que al despertar les sea fácil activarse; de lo contrario, entran en la etapa de sueño profundo y les cuesta trabajo despertar.
Otra de las recomendaciones de la especialista es retomar la práctica deportiva o abrir la posibilidad de realizar pausas en la jornada laboral, lo cual contribuye a la generación de cortisol, una de las principales sustancias químicas mediante las cuales el cuerpo responde al estrés agudo y crónico.
Asimismo, señaló la importancia de disminuir las cenas abundantes y grasosas horas previas a dormir porque dificulta conciliar el sueño. “Actividades como la relajación y la respiración guiada, harán que podamos estar tranquilos a la hora de irnos a la cama y no nos cueste trabajo dormir”.
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