Inicia el día y sabes que será igual que el anterior. Empezará y terminará frente a la pantalla que te ha permitido permanecer en la jugada laboral desde casa y sin exponerte al riesgo de contagio, pero es la misma que te ata a una silla más horas de las que en otra época hubieras sido capaz de soportar. Produces, resuelves, atiendes y vuelves a empezar.
El teletrabajo y el home office son actividades que representan significativos beneficios en términos de ahorro económico, pues nos evita traslados y comidas fuera de casa, mayor productividad y mejor uso del tiempo; paradójicamente, estos atributos pueden significar también la generación de hábitos que van en detrimento de la salud física y emocional.
De acuerdo con un sondeo realizado por #YoConsumoTIC en la red social Twitter, más del 50 por ciento de las personas que participaron, reconocen que cuando su día inicia y termina frente a una pantalla, experimentan tristeza y cansancio.
El 28.2 por ciento de las mil 026 respuestas obtenidas a través de este ejercicio, apuntan a que las personas que laboran en la modalidad de teletrabajo o home office se sienten “en equilibrio absoluto” y sólo 21.2 por ciento “feliz y productiva/o”.

Un reciente informe elaborado por Microsoft muestra cómo la alta productividad generada a partir de actividades como el teletrabajo y el home office, está enmascarando una fuerza laboral agotada.
En México, por ejemplo, 34 por ciento de las y los trabajadores se sienten con exceso de trabajo, 28 por ciento presentan agotamiento y 24 por ciento piensa que hay poca empatía por parte de las empresas sobre el balance que debe prevalecer entre el trabajo y la vida personal.
Y es aquí donde encontramos la palabra clave: Equilibrio. ¿Por qué las personas pueden llegar a sentirse tristes con una actividad que les permite estabilidad económica y flexibilidad de horarios?
La respuesta es compleja e involucra diversos factores que van desde hábitos individuales, hasta prácticas poco empáticas por parte de los empleadores, situaciones familiares que descargan la responsabilidad del cuidado de hijos y adultos mayores a una sola persona, e incluso, la presencia de condiciones adversas para concentrarse como no tener un espacio físico exclusivo, ruidos y distracciones.
Si te encuentras entre el 50 por ciento de quienes experimentan tristeza y cansancio cuando su día inicia y termina frente a una pantalla, puedes animarte a iniciar hoy con pequeños cambios en tu rutina diaria, y que con el paso del tiempo, se conviertan en hábitos más saludables.
Evitar procrastinar y dedicar el mayor tiempo posible a desahogar pendientes en las primeras horas del día, además de ayudar a elevar tu productividad, te librará de “vivir al límite” y del estrés que genera el ampliar la jornada laboral hasta el horario nocturno.
Una actividad que puede abonar a tu bienestar físico y emocional es hacer y respetar una agenda de trabajo elaborada bajo tus propios parámetros y para lograrlo, evidentemente, debes cumplir con la recomendación anterior, es decir, no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy.
Descansar la vista, realizar estiramientos cada cierto tiempo y no caer en “antojitos”, son recomendaciones básicas para evitar males físicos, que tarde o temprano se convertirán en padecimientos físicos y emocionales.
Es cierto que no todo depende de ti y que el entorno muchas veces dicta el son al que debes bailar; sin embargo, mejorar los aspectos de la rutina que sí están en tus manos modificar, puede hacer la diferencia entre padecer el “grillete digital” y realizar una jornada de trabajo, productiva y saludable.
C$T-GM