Los sismos son fenómenos naturales que obligan a la población a mantenerse alerta y tomar las medidas necesarias para saber cómo actuar ante este tipo de emergencias, una tarea en la cual las telecomunicaciones, el uso responsable de smartphones y de herramientas como las aplicaciones y redes sociales juegan un rol crucial en la prevención, contacto con familiares, así como la ayuda y la organización social.
El 19 de septiembre es una fecha en la que por tercera ocasión se registra en México un movimiento telúrico de más de 7 grados en la escala de Ricther; un país donde ya se contabilizan 112.4 millones de líneas móviles de las cuales 95.9 se utilizan a través de smartphones.
Este lunes, un sismo de 7.4 en la escala de Richter sacudió a México y trajo tristes recuerdos de los movimientos telúricos que en 2017 y en 1985 generaron la pérdida de decenas de vidas humanas y la destrucción de inmuebles.
“Existen muchas similitudes entre el sismo 2017 y el de 1985, sin embargo, la diferencia más grande son las herramientas tecnológicas que se han desarrollado en el mundo. Sin duda una muy importante son las telecomunicaciones”, señala Rolando Alamilla.
El analista de la firma de consultoría The CIU, destaca que aun cuando la penetración de líneas es menor que el promedio en América Latina, la cantidad de smartphones que existen en México permite contar con una pequeña ventana de oportunidad para salvar vidas en momentos como los vividos el 19 de septiembre de los años 1985 y 2017.
Al dividir un movimiento telúrico en tres fases, el especialista señala que en la correspondiente a la prevención, es posible encontrar en el mercado aplicaciones que emiten alertas como las utilizadas en la Ciudad de México para alertar sobre un sismo.
Al ser el mismo sistema, el smartphone empieza a sonar antes de que suceda el evento; la cantidad de segundos que transcurren entre que empieza a sonar la alerta y se siente el temblor, varía dependiendo de la distancia del epicentro con la ciudad de México.
Para el sismo registrado el día 7 de septiembre de 2017, estas aplicaciones dieron a sus usuarios 86 segundos de ventaja.
Los puntos a considerar al momento de adquirir este tipo de herramientas son el precio, pues la alerta sísmica tiene un costo que oscila entre los 55 y los 75 pesos; en ocasiones los usuarios muestran confusión debido a que la aplicación es del tipo compras in-app; esto quiere decir que para su correcto funcionamiento la compra se realiza una vez descargada la aplicación y no al momento de ser descargada.
El segundo punto es que la alerta sólo funciona para el valle de México, lo que significa que quienes radican en otros estados no pueden utilizar este tipo de tecnología.
En su análisis, el especialista señala que en una segunda fase que involucra los segundos siguientes después de un sismo y lograr estar a salvo, lo más importante es conocer el estado de familiares y amigos.
“Es muy importante entender que la infraestructura celular desplegada por los operadores se realiza en base a análisis de mercado cuantas antenas instalar en qué punto a forma de cubrir las necesidades de conectividad cotidiana”.
Es así que ante un evento de esta magnitud se pone a prueba la capacidad instalada contra la demanda de un servicio, es por eso que las redes de telefonía móviles se saturan.
Por ello, se debe considerar el uso de los servicios de mensajería instantánea y redes sociales para ponerse en contacto con seres queridos a fin de no saturar las redes de telecomunicaciones móviles que pueden ser esenciales para quienes intentan salvar una vida.
En 2017, México contabilizó más de 76 millones de internautas, de los cuales 99 por ciento contaba con al menos un servicio de mensajería instantánea como WhatsApp, Messenger y Telegram, y 98 por ciento reportó contar con al menos una red social (Facebook, Twitter, Instagram).
“Al utilizar estos sistemas podemos avisar de forma rápida y oportuna sobre nuestra condición actual. De igual manera si en la zona donde te encuentras cuentas con un acceso WiFi es esencial priorizar la conectividad a éste pues la estabilidad de la red y el flujo de información es mayor que al conectarse a la red del operador móvil”.
En la tercera fase de una contingencia por sismo, la ayuda y la organización social son vitales; es así que si bien no se han desarrollado aplicaciones que permitan subir información sobre en dónde se necesita ayuda y clasificar por el tipo de ayuda, las redes sociales han suplido esta labor de una forma excepcional.
“Facebook que cuenta con un total de 72.7 millones de usuarios en México y Twitter que cuenta con 15.4 millones de usuarios, se han vuelto de vital importancia para compartir información sobre las zonas de desastre, los centros de acopio y albergues. No sólo para conocer su ubicación, también para conocer sus necesidades en tiempo real”.
De esta forma se ha logrado conocer lugares de siniestros de forma más ágil y rescatar víctimas. También se permite conocer sobre necesidades muy específicas tanto de herramienta especializada como de medicamentos que se requieren en cada uno de los sitios.
Una de las posibilidades que ofrecen las redes sociales, además de su viralidad, es el uso de hashtags, los cuales permiten ordenar la información en tiempo real cronológico y en el caso de Twitter y Facebook acompañar los mensajes con etiquetas como #Albergue #Rescate #Derrumbe #CentroDeAcopio, resulta de gran utilidad para canalizar la ayuda.
“Sin embargo, en esta fase encontramos una barrera. La desinformación. Al ser tan fácil el acceso y en muchas ocasiones se desconoce el funcionamiento de las redes sociales, se comparte información que no está verificada o que es de días u horas anteriores esto genera mucho desconcierto entre personas que llegan a un sitio y ofreciendo ayuda que por el momento ya no es necesaria”.
Para Rolando Alamilla, hacer un uso responsable de las redes sociales ayuda a todos en momentos de emergencia en los que la actuación de los elementos de seguridad y sociedad civil se suman al rol vital de las telecomunicaciones en las tareas de rescate de personas y distribución de ayuda.
C$T-GM