Chiapas, Oaxaca y Guerrero, con carencias tecnológicas.
La pérdida de aprendizajes y el impacto en la salud mental son algunos de los efectos que, de acuerdo con expertos, ya se muestra entre los 36.6 millones de estudiantes que están tomando clases a distancia, confinados desde hace 10 meses por la pandemia, y muchos de ellos padeciendo además la brecha digital.
Si bien no existe una prueba diagnóstica “para saber dónde estamos parados”, advirtió Marco Fernández, coordinador de la Iniciativa de Educación del Tec de Monterrey e investigador asociado de México Evalúa, sí sabemos que tenemos afectaciones en el aprendizaje y emocionales en nuestros alumnos, “y sospechamos que hay cifras preocupantes de abandono”.
“Estamos en un Titanic educativo que se está hundiendo, por más esfuerzos que están haciendo en la televisión. Y no es decir nada más todo está mal, sino veámonos en el espejo para saber cómo le hacemos para contener la parte de la afectación emocional, tener el termómetro adecuado de la afectación de los aprendizajes, y de qué tamaño es el abandono escolar”, planteó.
Hay estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, con el 48.9 por ciento, 44.6 por ciento y 45.7 por ciento, respectivamente, con importantes carencias tecnológicas, donde los hogares no cuentan o tienen dispositivos insuficientes para el número de hijos, lo que dificultaría la aplicación de un modelo híbrido, de educación presencial y a distancia.
Al dar algunos resultados de una encuesta realizada en noviembre de 2020, dijo que uno de cada dos padres de familia consultados reconocieron que dependen de la televisión, aunque 3 de cada 4 cree que los niños no están aprendiendo.
En tanto, 70 por ciento considera que la falta de clases presenciales ha afectado emocionalmente a sus hijos, 68 por ciento asegura que no los motivan las clases por televisión y 62 por ciento afirmó que hace falta acompañamiento de los docentes, y ésta también es la principal desventaja de las clases por televisión.
Sin embargo, 8 de cada 10 prefiere esta modalidad para evitar riesgos, expuso en el conversatorio virtual “Educando en Pandemia: lo que los datos cuentan”, realizado por la Escuela de Gobierno y Transformación Pública del Tecnológico de Monterrey,
Respecto a cuál ha sido el mayor reto de “Aprende en Casa”, que ya va en su tercera etapa, el 62 por ciento de los encuestados respondió que los estudiantes mantengan la concentración; el 32 por ciento que tengan iniciativa para resolver obstáculos sin ayuda del maestro, y 30 por ciento que no quieran abandonar sus estudios.
Los padres de familia manifestaron que han notado en sus hijos diversos síntomas, como enojo, 67 por ciento; ansiedad, 53 por ciento; tristeza, 51 por ciento; aumento de peso, 42 por ciento; miedo, 29 por ciento; depresión, 22 por ciento.
Arcelia Martínez Bordón, investigadora del INIDE de la Ibero y coordinadora del Faro Educativo, destacó que un trabajo de vocerías docentes de diferentes niveles expresaron las dificultades que han tenido algunos padres y madres de familia porque no todos tienen internet o no saben usar Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC).
«No es cierto que las familias hayan podido acompañar el proceso de aprendizaje en casa en todos los casos, sobre todo en comunidades de alta marginación. Las familias tienen que salir a trabajar y encargan a los hijos con la abuelita, que aún menos tiene probabilidades para trabajar con lo que los niños necesitan”.
Algunos maestros proponen como urgente el pago de plataformas, internet, distribución de tabletas, así como más capacitaciones y apoyo de supervisores o asesores pedagógicos para diseñar estrategias didácticas. También, surge la necesidad de replantear el currículo para enfocarse en matemáticas, escritura y lectura.
A su vez, Teresa Bracho, investigadora en evaluación de políticas sociales y educativas, reconoció que “ya sabíamos que el aprendizaje disminuye cuando los niños están fuera de la escuela. Eso lo sabemos y lo sabíamos, y seguramente se va a constatar… y sabemos que con la pérdida de aprendizaje se pierden oportunidades en el futuro”.
En ese sentido, refirió que la encuesta Educación durante la Contingencia por el COVID-19, realizada en conjunto por la Asociación de Mujeres Unidas por la Educación y Juntos por el Aprendizaje, tuvo como intención conocer las dinámicas que estaban sucediendo, qué se necesitaba e identificar las oportunidades en este contexto.
De acuerdo con los datos sobre el estado de ánimo, lo que detectaron fue que los actores del sistema educativo, padres de familia, docentes, estudiantes, se sienten con inseguridad, infelicidad, con estrés y con cansancio.
Respecto a la comunicación entre los actores, los resultados revelaron que la gente disminuyó la interacción con sus pares, ya sea entre supervisores, director, docentes, pero incrementaron los actores con la figura educativa superior e inferior.
La especialista recalcó la necesidad de “encontrar el punto donde podamos compensar aquello que se perdió, que seguramente se perdió, pero que también aprendamos a traducir esto que hemos aprendido de esta crisis en aprendizajes significativos como sistema educativo hacia el futuro”.
C$T-GM