De las «profesiones» más deseadas.
El éxito y la popularidad de personajes del mundo digital como el sueco PewDiePie que posee más de 50 millones de suscriptores en YouTube, el chileno HolaSoyGerman con alrededor de 30 millones y el español, El Rubius que supera 20 millones de seguidores, han creado entre niños y adolescentes la ilusión y el deseo de convertirse en «youtuber».
En su artículo «Hegemonía y contrahegemonía en el fenómeno youtuber», Israel Márquez y Elisenda Ardèvol explican que en un contexto de crisis económica e incertidumbre laboral en muchos países, los menores de edad han sido testigos de cómo personas de su edad o unos años mayores se han hecho famosos publicando videos en YouTube, y lo más importante, de cómo han logrado transformar esta práctica o afición en una nueva profesión.
«Esto se refleja en encuestas recogidas por los medios de comunicación, como la de la consultora Adecco, según la cual ser youtuber se encuentra entre las 10 profesiones más deseadas por los niños españoles. En el mismo sondeo emergieron con fuerza otras profesiones propias del mundo digital, como gamers, bloggers y community managers».
En una encuesta de la revista Variety a adolescentes estadounidenses de entre 13 y 17 años de edad, en la que se preguntaba sobre los personajes más importantes del momento, ocho de los 10 más votados fueron youtubers, por encima de celebridades del mundo del cine y la música, como Bruno Mars, Taylor Swift, Morgan Freeman, Meryl Streep, Will Smith o Johnny Deep.
Estos datos ponen de manifiesto la influencia que los youtubers ejercen en la actualidad en los adolescentes de distintas partes del mundo, hasta el punto de haber generado en muchos de ellos la aspiración de querer ser youtuber, ante la perplejidad que esto pueda causar en sus mayores.
Este deseo se sustenta en gran medida en la idea de que, si cualquier persona es capaz de subir videos a la plataforma, cualquiera puede, al menos de manera potencial, alcanzar el éxito y ganar dinero por ese medio.
«YouTube se creó bajo el ideal democrático —muy propio de la web 2.0— de que todo el mundo puede subir videos a la plataforma y darse a conocer ahí».
En este sentido, la plataforma de videos democratizó el ecosistema mediático tradicional y nos permitió a “ti” y a todos distribuir “nuestros” videos en la plataforma de manera libre y gratuita, algo difícil de hacer en el anterior sistema vertical y jerarquizado de medios.
En opinión de los autores, este potencial democrático de ver y publicar los videos que uno quiera se extendió rápidamente al ámbito de la fama y la celebridad mediática y se activó el mito, presente hasta hoy, de que en YouTube todos podemos “difundirnos a nosotros mismos” hacia la fama y la fortuna.
Sin embargo, más que una «democratización» de la cultura mediática, lo que se observa en casos como el de YouTube es más bien una especie de “demotización”, es decir, una mayor visibilidad y participación de la gente común y corriente en el mundo de los medios, pero no
implica necesariamente una transferencia del poder mediático.
«La tesis del giro demótico es importante porque pone en entredicho la imagen de YouTube como espacio democrático de creación de fama y popularidad, eso a lo que muchos jóvenes —impulsados por la lógica del ‘yo podría ser ella o él’-, aspiran hoy tras haber visto y seguido ejemplos como los de los youtubers mencionados y muchos otros».
Esta tesis también hace hincapié en el mantenimiento de las estructuras de poder existentes y en la hegemonía económica y cultural que siguen detentando los medios tradicionales, a pesar de la supuesta revolución 2.0 y las redes sociales.
Así, por mucho que la gente común y corriente participe y se haga cada vez más visible en los medios, las industrias mediáticas siguen controlando la economía simbólica y todavía se esfuerzan por operar esta economía al servicio de sus propios intereses.
C$T-GM