Una independencia digital de los grandes consorcios tecnológicos, de acciones más allá de la regulación, para que en Latinoamérica los gobiernos dejen de abdicar su poder de decidir qué es mejor para sus ciudadanos, son elementos indispensables para evitar el impacto de una guerra fría 2.0, escenario que avizoran algunos expertos, y en la que los más afectados serían los países en vías de desarrollo.
“No sólo es lo que nuestros niños ven, no sólo es lo que están aprendiendo y formando, no sólo es lo que leemos, lo que nos da miedo, cómo nos informamos, qué nos dicen, es a quiénes elegimos. O sea, abdicamos tanto la capa digital, dejamos tanto a esas compañías hacer, que hoy estas compañías al final del día deciden quiénes van a gobernar a nuestros países”, alertó Renata Ávila Pinto, abogada internacional de derechos humanos, portavoz y parte del equipo que defiende a Julian Assange y Wikileaks.
En su ponencia “Hacia una ruta por la independencia digital”, consideró arrogante pedir que la gente deje de usar las redes sociales cuando existe toda una economía detrás de ellas, y cuando el mismo Estado abdicó su rol, por lo que ahora el punto de partida para esta independencia está en recuperar las infraestructuras crítica digitales.
“Es absolutamente arrogante decir quiero que toda la gente se salga del WhatsApp hoy porque hay toda una economía que se desarrolló; una economía informal, una economía de intercambio, una economía de contactos que se desarrolló usando esta infraestructura. ¿Pero por qué se desarrolló usando esta infraestructura? porque el Estado abdicó su rol en el desarrollo tecnológico”.
No se trata de hacerle la competencia a Twitter o Facebook, sino recuperar el control de lo que pasa detrás de estas redes sociales, de la economía, la interacción social que depende de estas, agregó en el coloquio “¿Benditas o malditas redes sociales? Retos, regulaciones y alternativas para la democracia socio-digital”.
Si bien reconoció que México no podría prohibir las redes sociales, a las que califica como “la capa última”, porque “se le vendrían unos casos de disputas comerciales internacionales del diablo”, hay un punto de escape: los medios públicos de información pública.
“La gran pregunta que tenemos que resolver es cómo seguimos hacia una ruta de reclamar la tecnología como un súper poder de la ciudadanía, y no cómo podemos defender no sólo la independencia de usar y de comprar sino la independencia de crear”.
La experta en derechos digitales, enlistó cuatro puntos de partida básicos para entender el problema: educación pública para la emancipación digital, porque tienen todo el sistema de educación primaria “capturado por las corporaciones de Silicon Valley estratégicamente”.
Otro es el poder de las compras del Estado y las formas de regular. Es inaceptable, expuso, que los gobiernos abdiquen su poder de decidir y privilegien industrias que no entienden la realidad de los niños y niñas, así como los sistemas públicos mexicanos y latinoamericanos. Y esto, además, no favorece ni hará que florezca la industria local, agregó.
El tercero es la cooperación digital y nuevos modelos de negocios. Una red social para el sector público de habla hispana o latinoamericano, por ejemplo, sería sostenible y los gobiernos en lugar de pagar y darle los datos a las actuales plataformas lo podrían aprovechar para el interés público y para tener un sistema de inteligencia de datos público.
Y el último punto, añadió, es el periodismo de investigación de los nuevos tech-embajadores.
Recordó que al inicio, cuando surgió el internet, eran muy pocos los privilegiados con la conectividad, pero ahora está conectada la mitad del mundo. En 2010, cuando no era tanta gente silenciaron a Wikileaks, a un periodista independiente; en 2021 silenciaron al presidente de Estados Unidos, con la mitad del mundo conectado.
“¿Qué va a pasar en 10 años, cuando tengan 75 por ciento o 100 por ciento del mundo conectado? Es una pregunta muy importante porque no hay ningún freno de mano, básicamente lo que hay hoy es una carrera porque Europa no quiere que sea sólo Estados Unidos quien controle todo; China no quiere que sea solamente Estados Unidos quien controle a todos, pero no hay una lucha real para resistir esta estrategia de dominación”.
C$T-GM