La Inteligencia Artificial (IA) puede convertirse en un enorme motor de crecimiento en América Latina, pero necesariamente debe someterse a políticas públicas de regulación muy claras, aseguró Ángel Melguizo, asesor de la UNESCO y quien señaló que “no podemos dejar ir a la inteligencia artificial por sí sola, a ver a dónde nos lleva».
Al presentar la perspectiva de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) sobre el uso ético de la IA, advirtió que no se debe creer en algunas falacias de los desarrolladores sobre que es una tecnología demasiado compleja para ser regulada o que no implica riesgos, pues siempre hay alguien que pueda hacer mal uso de ella.
Durante su presentación en el panel «El impacto de la Inteligencia artificial en los negocios», realizado dentro del congreso M360 LATAM convocado por la GSMA, el especialista planteó las cuatro propuestas de la UNESCO para la regulación que se puede aplicar no sólo en América Latina, sino en cualquier parte del mundo.
Es necesario que los algoritmos se puedan auditar; los gobiernos no deben de usarla para catalogar a sus ciudadanos, pues esta tecnología debe promover la democracia y no el autoritarismo; las personas que alimentan los sistemas son las responsables y no las máquinas; y la IA debe estar alineada con la sustentabilidad medio ambiental.
En ese sentido, quien usa la inteligencia artificial debe preguntarse si los datos que se utilizan para alimentar a los sistemas son buenos o se excluye a alguien; cómo entrenamos los modelos, pues esto no puede ser una «caja negra» y, sabiendo que puede haber sesgos, cómo están conformados los equipos que alimentan los sistemas pues si sólo están conformados por hombres blancos de mediana edad, los sesgos saldrán a la luz tarde o temprano, aunque hayan sido incorporados de manera inconsciente y por ello es necesario que los equipos sean diversos.
En su oportunidad, Elena Estavillo, Directora del Centro-i Para la Sociedad del Futuro, recordó que la inteligencia artificial ya es parte de nuestras vidas, seamos o no conscientes de ello y además transformará los negocios y la vida de las personas en general.
Sin embargo, es claro que implica riesgos para las empresas en temas como cargas financieras, implementación de sistemas y retos para los equipos; mientras que en lo social puede ahondar brechas en diversas materias y violaciones de derechos a la privacidad, igualdad y seguridad, entre otros.
En línea con lo señalado por el asesor de la UNESCO, la especialista dijo que debe haber un uso ético de esta herramienta y antes de usarla hay que preguntarse si realmente la necesitamos y específicamente para qué propósito porque implica riesgos en diferentes niveles.
De ahí que se identifican niveles sobre el uso de estas herramientas:
Son inaceptables cuando se emplean para manipular el comportamiento de las personas (puede ocurrir incluso en ámbitos electorales); cuando se explotan las vulnerabilidades de personas o grupos de personas; cuando se usan para predecir conductas delictivas; o para categorización de personas.
Deben ser motivo de especial cuidado cuando se usan para hacer perfiles de ciudadanos; cuando se usan para evaluar solicitudes de empleo (porque pueden incluirse instrucciones que excluyen a candidatos por su género, su edad, la escuela donde estudiaron o porque viven en determinada región);o bien para el manejo de infraestructura crítica.
En todo caso, Elena Estavillo sostuvo que la evaluación de impacto ético de la inteligencia artificial propuesta por la UNESCO es una guía útil para saber si se trata de herramientas que realmente nos ayudarán a resolver los problemas que pretenden.
C$T-GM