El carácter democratizador de las tecnologías contemporáneas y el empujón tecnológico observado durante casi dos años de pandemia, ha contribuido a cerrar brechas de acceso a la conectividad; sin embargo, la amenaza latente de un mayor confinamiento y una cobertura aún limitada “apremia que el derecho a la educación consignado en el Artículo 3 constitucional, acentúe su carácter contemporáneo, de educación digital”.
“La crisis pandémica ha resultado en una suerte de empujón digital, aceleración o intensificación en la apropiación y aprovechamiento de las TIC para la educación. No obstante, la insuficiencia de acceso y desconocimiento del uso de estas continúa siendo una causa para la deserción escolar y la interrupción de estudios, entre otros efectos perniciosos”, destaca el análisis más reciente de The Competitive Intelligence Unit (CIU).
El documento refiere algunos de rezagos importantes como el hecho de que 35.2 por ciento de los estudiantes inscritos aún carece de internet fijo en su vivienda, debido a sus limitados recursos económicos (74.1 por ciento), falta de infraestructura en su localidad (10.8 por ciento) y, desinterés o desconocimiento de su uso/utilidad (9.2 por ciento).
“La carencia de una computadora, otro dispositivo o de conexión a internet provocó la no conclusión del ciclo escolar 2019-2020 para 17.7 por ciento de los 265 mil estudiantes inscritos pero que no concluyeron sus estudios. Mientras que esta fue la razón para que 21.9 por ciento de los 3.3 millones de estudiantes no continuarán inscritos en el año escolar 2020-2021”.
La Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED), permitió observar que en el ciclo escolar 2020-2021, el uso de un smartphone se utilizó entre 64.3 por ciento del total de estudiantes inscritos, 18 por ciento utilizó computadoras portátiles, y 6.5 por ciento usó computadoras de escritorio para actividades escolares y el aprendizaje a distancia.
Sin embargo, es oportuno considerar que sólo un tercio (33.3 por ciento) contó con un dispositivo de uso exclusivo, 61.6 por ciento tuvo que compartirlo con otras personas de su vivienda y 2.8 por ciento lo tuvo que pedir prestado o rentarlo para su uso con fines académicos.
Otros datos relevantes a considerar es que para hacerse de uno de estos dispositivos esenciales para la educación digital, 45.3 por ciento tuvo que realizar un gasto no contemplado para comprar un smartphone, 41.9 por ciento para contratar el servicio de internet fijo, 22.7 por ciento para comprar una computadora de escritorio o laptop y 8.1 por ciento para adquirir una tablet.
Para los expertos de la consultora, es imprescindible que en la cadena educativa digital, se acentúe el acceso universal a dispositivos, herramientas y plataformas, ampliar la cobertura de banda ancha, contenidos, así como el desarrollo pleno de habilidades digitales, tanto entre los estudiantes como los maestros, para maximizar el aprovechamiento del proceso de enseñanza-aprendizaje.
En la ECOVID-ED realizada por el INEGI se destacó la existencia de 32.9 millones de estudiantes entre 3 y 29 años inscritos en el ciclo escolar 2020-2021; de ese total 91.9 por ciento dijo disponer de un smartphone en el hogar, 64.8 por ciento tener conexión a internet fijo, 36.5 por ciento utilizar una computadora portátil; 20.5 por ciento de una computadora de escritorio y 21.2 por ciento de una tablet.
El que casi la totalidad de los estudiantes sean usuarios de un smartphone, abre una ventana de oportunidad en lo educativo y tecnológico, “una suerte de Pocket Classroom”, es decir que estos dispositivos se constituyan en salones de clase de bolsillo, portátiles o móviles, destaca el estudio de The CIU.
“La educación es causa y consecuencia del desarrollo integral de una sociedad. En este #DíaDelMaestro2022 toca reconocer el mérito que tiene la dedicación a la enseñanza por parte de los educadores, así como su capacidad de adaptar las capacidades pedagógicas a las tecnológicas”.
C$T-EVP