Monterrey, Nuevo León.- Cuando se habla de Inteligencia Artificial (IA) se suelen difundir algunas ideas generales que se toman como verdades absolutas: como que en breve esta tecnología será más inteligente que las personas, que sustituirá a los profesores humanos o que puede resolver cualquier problema y que será el gran igualador social.
Sin embargo, la mayoría de estas ideas, sin ser necesariamente “mitos”, son en realidad exageraciones, como se puede demostrar cuando este tipo de afirmaciones se analizan con mayor detenimiento, aseguró Michael J. L. Fung, director Ejecutivo del Instituto para el Futuro de la Educación (IFE), quien aseguró estar convencido de que la IA no podrá reemplazar a los profesores.
Durante la inauguración de la IFE Conference, encuentro que reúne a más de 4 mil especialistas de diversos países para analizar la relación de la tecnología (especialmente la IA) con la educación, el directivo perteneciente al Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), señaló que el explosivo crecimiento de la Inteligencia Artificial (IA) Generativa a partir de la aparición de ChatGPT, explica en parte por qué se le atribuyen tales alcances.
Por ejemplo, se dice que para 2026 la IA Generativa será más inteligente que una persona, -primera exageración- lo cual podría no ocurrir, pues además de ser un tema muy difícil de medir, los seres humanos son mucho más complejos que cualquier tecnología, por muy avanzada que sea, por ello las compañías que sostienen esta idea “pueden estar equivocadas”.
La “segunda exageración” es que la IA va a reemplazar a los profesores humanos, porque a diferencia de estos, los robots no piden aumento salarial, no se cansan, no necesitan vacaciones y manejan infinitamente más contenido que el más avezado de los maestros humanos, a quien fácilmente podría hacer quedar como ignorante.
Bajo esa lógica, las instituciones bien podrían preguntarse “por qué deberían mantener profesores inferiores a la tecnología de IA”, como incluso ya lo hace una institución en Londres y otra más en Austin, Texas.
Esto podría explicarse porque a diferencia de las máquinas, las personas conectan con sus alumnos y realizan multitud de tareas que la IA no puede realizar; desde la empatía con los alumnos hasta la detección de problemas de aprendizaje u otros mucho más profundos, como detectar que un estudiante vive en un ambiente de violencia intrafamiliar.
La “tercera exageración” es suponer que esta tecnología será el gran igualador social por su potencial de
democratizar el conocimiento y las capacidades para elaborar prácticamente cualquier trabajo.
Esto en realidad no es así, pues para aprovechar a plenitud las capacidades que puede proveer la IA, se
necesita acceso a la tecnología, conectividad y el “know how”, es decir, la habilidad para utilizarla a favor y obtener los mejores resultados, condiciones que no son iguales para todos.
Otra exageración, -la cuarta de ellas-, es que la IA puede resolver cualquier problema y en cierta forma eso es entendible, porque se le han visto resultados magníficos en cosas tan distintas como ventas, satisfacción del cliente, ventas al menudeo, manufactura, marketing, fotografía, video, preparación de presentaciones y un etcétera que parecería infinito.
Pero esto no es sino una percepción, porque en determinado punto la tecnología depende de lo que el ser humano le pida que haga y se dirige hacia donde la persona determina que ocurra, además de que muchas cosas que los seres humanos hacen de manera natural (como la empatía, el entendimiento de los giros del lenguaje, el reconocimiento del lenguaje no verbal, entre otras), no son accesibles para la tecnología, a pesar de su gran avance y no obstante la enorme base de datos que la nutra.
De ahí que estos no sean exactamente “mitos”, sino más bien “exageraciones”, respecto de los alcances
de esta tecnología que sigue en construcción y en crecimiento y que sin duda podría llegar en el futuro a
límites hoy inimaginables.
C$T-EVP