Los delincuentes ya encontraron cómo “darle la vuelta” a quienes los denuncian en Facebook por estafar gente a través de esa red. Ahora, mediante bots y perfiles falsos donde se hacen pasar por “ayudantes”, han llevado los fraudes al siguiente nivel.
Páginas como “Reporte de Estafadores” o “Lista negra de estafadores en México”, -esta última ya con 200 mil seguidores legítimos-, se han convertido en un nuevo nicho para los delincuentes, al ofrecer a las víctimas ayuda para recuperar su dinero, sólo para convertirlas nuevamente en víctimas de una nueva estafa.
Fátima Herrera, directora de Producto de Klibu, plataforma que ayuda a los usuarios a saber con quién están tratando en las vías digitales, señaló que hay grupos en redes sociales que nacieron con una intención positiva: compartir sus experiencias y prevenir el fraude, en un ambiente donde muchas personas usan para obtener recursos extra.
Sin embargo, ahora los propios delincuentes han encontrado en estas redes una nueva oportunidad. “Además de estar en estos grupos, hemos visto a los estafadores y bots comentando en video o publicaciones donde las víctimas comparten su historia”.
Se trata de identidades falsas que los delincuentes crean con el fin delinquir, cuidándose muy bien de no compartir información que los pueda hacer identificables, aunque con la suficiente operatividad para generar nuevos fraudes, particularmente entre personas que están buscando quién pueda ayudarle a recuperar los recursos perdidos en una estafa.
La
especialista explicó que Klibu lanzó la campaña #TodosPodemosCaer, cuyo objetivo es animar a las víctimas a compartir sus historias e invitar a la audiencia a no culpabilizar a quienes ya lo sufrieron, “porque todos somos vulnerables ante el fraude; incluso quien ya cayó, le puede volver a pasar”.
“Queremos apoyarnos entre todos, hablar del problema y crear un ecosistema digital más seguro”,
indicó, sobre todo si se considera que quienes realizan compras o ventas a través de Marketplaces, son personas que buscan hacer negocios y contar con todos los mecanismos de seguridad necesarios para proteger su inversión.
Sin embargo, resulta que el mismo espacio en el que comercializan o adquieren sus productos, desafortunadamente se ha convertido en terreno fértil para los estafadores, lo cual pone a los usuarios en una situación muy vulnerable.
Fátima Herrera describió que los estafadores contactan con los afectados a través de las redes sociales y les invitan a que les escriban por WhatsApp, o por mensaje directo, prometiendo una solución rápida, e incluso la devolución íntegra de su dinero.
Esto explica la forma en que la ciberdelincuencia obtiene información confidencial del afectado como nombre, número telefónico, ocupación, datos bancarios, e incluso solicitan hacer depósitos de dinero, jugando con la esperanza de las víctimas de que pueden recuperar lo perdido.
También el uso de mensajes de dispositivos es otra vía mediante la cual vinculan directamente links de dudosa procedencia para infectar móviles o robar datos.
“A pesar de que los creadores de los grupos han implementado controles como reglas o cuestionarios previo a aceptar un perfil, es posible ver esta modalidad de estafas, y son fáciles de identificar ya que se trata de comentarios genéricos que se repiten a lo largo de las denuncias”.
El problema radica en que hay usuarios, frustrados e impotentes, que recurren a este tipo de ayuda sin investigar a la persona, despacho o empresa con la que están tratando y los estafadores saben que, tras perder dinero, las víctimas buscan soluciones rápidas, lo que eleva su vulnerabilidad.
Este tipo de fraude secundario, que se aprovecha del dolor emocional, se ha convertido en una tendencia alarmante en redes sociales.
Algunas de las estafas más comunes de ventas gestionadas vía digital, es que se entreguen artículos defectuosos o adulterados, que los perfiles de los supuestos vendedores sean falsos o bien que se realicen acciones de phishing por las redes sociales.
En este ambiente, se recomienda a los usuarios no compartir información personal sin antes haberse asegurado plenamente de la legitimidad de la otra parte; desconfiar de ofertas demasiado buenas; e investigar con herramientas digitales con quién se está realizando un negocio, incluso contar con la posibilidad de revisar si la persona está reportada en las listas de lavado de dinero.
C$T-EVP