La apertura de escuelas en México es un hecho. La modalidad híbrida y los horarios escalonados en casos de los alumnos que regresaron a clases presenciales han sido adoptados en varios planteles, que se suman a los protocolos sanitarios para mantener un entorno seguro para los niños, niñas y adolescentes.
Sin embargo, conforme transcurra el tiempo y las madres y padres de familia se sientan confiados en retomar las clases presenciales, basándose en la disminución de contagios, mantener la sana distancia será uno de los retos importantes para las escuelas. Ello, debido al número de alumnos que tienen en promedio por grupo y que dificultaría cumplir con esta medida de prevención.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha analizado cómo los nuevos estándares impactarían en el número de alumnos por aula, y que significaría en algunos casos recortar esa cifra o acondicionar otros espacios dentro del mismo plantel.
“Los asientos de los alumnos deben colocarse separados individualmente y a una distancia libre de 1 (mínimo) o 1.5 metros a los cuatro lados. Esto implica contar con aulas que tengan entre 2.25 m2 (mínimo) y 4 m2 por cada alumno y profesor”.
De acuerdo con datos del BID de una encuesta realizada en el marco del proyecto Aprendizajes en las Escuelas del Siglo XXI (2018), en México se cuenta con aulas de 78 metros cuadrados y 45 alumnos en promedio, lo que significa que se tienen 1.73 metros cuadrados por estudiante.
Pero en un escenario de pandemia y con la recomendación del distanciamiento para evitar la propagación del SARS-Cov2, tener en el aula espacio de 2.25 metros cuadrados por persona, se tendría que recortar el grupo 24 por ciento, con lo que quedarían 34 alumnos y un profesor.
Mientras tanto, para tener cuatro metros cuadrados por cada estudiante más un profesor, se tendría que reducir el grupo 58 por ciento, para quedarse con 19 alumnos en clases presenciales.
Por otro lado, está el reto de mantener las escuelas limpias y desinfectadas y para el cual se han puesto en marcha diversas estrategias, incluidas en la guía de orientación que publicó la Secretaría de Educación Pública (SEP) en coordinación con la Secretaría de Salud, como jornadas de limpieza y desinfección periódicas de instalaciones, equipo y materiales didácticos, y recomendaciones para ventilar los salones.
Y en este punto, en el que eventualmente irá aumentando el número de pequeños y pequeñas que regresen a clases presenciales, podría existir un punto ciego para el cual no bastaría el distanciamiento, la desinfección de las superficies y de artículos escolares o el uso de cubrebocas: una ventilación adecuada, a fin de contrarrestar el riesgo de transmisión por aerosoles.
Aunque la ventilación no debe considerarse como una medida independiente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que sí debería implementarse como parte de un conjunto integral de medidas.
IoT para el monitoreo del flujo de aire estancado.
“Tener la certeza de lo que está sucediendo en el salón es el mayor beneficio que se puede obtener. Saber si los salones están siendo bien ventilados, cómo está la concentración de aire y con tecnología podemos saber si estamos teniendo concentraciones de diferentes gases que implican poca movilidad del aire”, destacó David Montoya director regional de Paessler América.
En entrevista para ConsumoTIC, explicó que con dispositivos de Internet de las Cosas (IoT) se pueden monitorear el dióxido de carbono (CO2), la temperatura y humedad de un lugar cerrado y contrarrestar el ambiente que es propicio para la propagación de virus como el que ocasiona el COVID-19.
“Utilizar dispositivos de IoT, se trata de un pequeño dispositivo del tamaño de un mouse, y este dispositivo a través de sensores que tiene dentro termopares lo que hace es medir muchas veces dióxido de carbono, temperatura, humedad”.
Para aprovechar la solución denominada la PRTG Network Monitor en un salón de clases, expuso, se puede programar un umbral de emergencia para cuando el CO2 llegue a 700 partículas por millón (ppm), que es un nivel preventivo, y que marque como error cuando llegue a 800 ppm.
“Desde la advertencia se podría alertar con una notificación al celular del profesor; también podría ser con un mensaje de texto, indicando en qué salón de clases está llegando a 700 ppm”.
Esa es la gran diferencia de poder incluir tecnología en conjunto con el resto de las medidas: contar con datos, una especie de check up, con todos los valores y los rangos en tiempo real para tomar acciones preventivas y correctivas en el momento, subrayó.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ventilación consiste en introducir aire limpio en un espacio al tiempo que se elimina el aire viciado, a fin de mantener o mejorar la calidad del aire.
El riesgo de propagación del virus, refiere, es más elevado en espacios atestados y con ventilación deficiente, donde las personas pasan largos periodos muy cerca unas de otras. Al mejorar la ventilación de los espacios interiores se puede reducir el riesgo de propagación del virus en dichos espacios.
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