Las preocupaciones sobre cómo se está diseñando y utilizando la Inteligencia Artificial (IA) son legítimas, urgentes y se están profundizando, puesto que una tecnología como esta puede ahondar las desigualdades, como lo han manifestado expertas que llaman a una regulación sólida para que las innovaciones sean más seguras y justas.
“Muchas tecnologías se están implementando en el vacío, y los avances en Inteligencia Artificial levantan una bandera roja tras otra. La era de la autorregulación ligera debe terminar”, enfatizaron Gabriela Ramos y Mariana Mazzucato.
En un texto publicado en Project Syndicate, las expertas escribieron respecto a esas alertas que se han dado en torno a la IA, entre ellas el caso de los despidos masivos ocurridos tras la compra de Twitter, una de las principales plataformas, para lo que Elon Musk destinó 44 mil millones de dólares en el 2022.
Explicaron que los despidos, la mayoría en el staff de moderación de contenido, podrían indicar que la compañía dependería en cambio de la IA; además, está el caso del programa de IA de Meta que es capaz de vencer a la mayoría de los humanos en el juego de mesa estrategia “Diplomacy”.
En Shenzhen, China, los funcionarios están utilizando gemelos digitales de miles de dispositivos móviles conectados a 5G para monitorear y administrar los flujos de personas, el tráfico y el consumo de energía en tiempo real. Y con la última versión del modelo de predicción de idiomas de ChatGPT, “muchos están declarando el final del ensayo universitario”.
Por ello, Gabriela Ramos y Mariana Mazzucato enfatizaron la necesidad de contar con estructuras de gobernanza inclusivas, orientadas a la misión de alcanzar un verdadero bien común, pues los gobiernos pueden dar forma a esta revolución tecnológica para servir al interés público.
La IA puede mejorar las vidas humanas de diversas maneras, porque puede mejorar la producción y gestión de alimentos, la precisión de los diagnósticos médicos, reforzar la resiliencia ante los desastres naturales, diseñar edificios energéticamente eficientes, optimizar el despliegue de energía renovable.
“Pero sin reglas efectivas, es probable que la IA cree nuevas desigualdades y amplifique las preexistentes. No es necesario ir muy lejos para encontrar ejemplos de sistemas impulsados por IA que reproduzcan sesgos sociales injustos. En un experimento reciente, los robots impulsados por un algoritmo de aprendizaje automático se volvieron abiertamente racistas y sexistas”, expusieron.
Refirieron que la concentración del mercado es una preocupación importante, pues el desarrollo de IA, y el control de los datos subyacentes, está dominado por unos pocos jugadores poderosos en unos pocos lugares; pero, además, está impulsada por una inversión pública masiva, que debe regirse por el bien común, no por el interés de unos pocos.
“El futuro de nuestras sociedades está en juego. No solo debemos solucionar los problemas y controlar los riesgos a la baja de la IA, sino también dar forma a la dirección de la transformación digital y la innovación tecnológica de manera más amplia. Al comienzo de un nuevo año, no hay mejor momento para comenzar a sentar las bases para una innovación ilimitada en interés de todos.
C$T-GM