¿Sólo fierros y maquinas son financiables?.
Aun cuando el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) reconoce que América Latina y el Caribe es una zona de creatividad ilimitada y de ideas y que con el apoyo correcto se puede promover la economía de la región, los emprendedores relacionados con este mercado enfrentan como uno de sus principales desafíos el acceso a capital y fuentes de financiamiento.
«Dadas las diferencias legislativas, bancarias y culturales entre nuestros países, los actores y los modelos de financiamiento cambian de una parte de la región a otra. En términos generales, sin embargo, las fuentes de financiamiento para los emprendedores en América Latina y el Caribe siguen siendo escasas», señala el estudio Emprender un futuro naranja elaborado por el BID y el Instituto del Fracaso.
El documento revela que la mitad de los emprendedores encuestados comenzó sus negocios con dinero propio, en tanto que la segunda fuente más común de inversión inicial son los familiares o amigos del emprendedor (20 por ciento de los casos).
La tercera fuente de inversión inicial es el dinero proveniente de los primeros clientes del negocio: 15 por ciento de los casos; mientras que más de la tercera parte de los encuestados declaró una inversión inicial menor a los 500 dólares.
El documento señala que sin inversión ni financiamiento es muy difícil que el ecosistema creativo alcance su potencial y el terreno necesario para competir en condiciones similares a las de emprendedores en otras partes del mundo.
«Dependiendo de la etapa de madurez del ecosistema creativo en cada país, las opciones varían. Los emprendedores creativos de América Latina y el Caribe recurren con frecuencia a fuentes novedosas para financiar sus proyectos».
Estos pueden incluir modelos digitales como el crowdfunding o financiación colectiva, el crowdsourcing o externalización de tareas, los programas de capital semilla, los inversionistas individuales y las subvenciones que algunos gobiernos ofrecen.
«En la región hay ejemplos de sistemas de financiamiento que han otorgado los fondos necesarios a numerosos proyectos. Además de incubadoras y aceleradoras que acompañan a las empresas en sus procesos de desarrollo, existen algunas compañías e instituciones públicas que sirven como mediadores para la obtención de recursos».
Sin embargo, la banca privada aún juega un papel secundario en el financiamiento de la industria
creativa y cultural. Algunos emprendedores creativos y culturales consultados en el estudio declararon que, en su experiencia, los bancos privados no los han apoyado, por no contar con “máquinas” o “equipo pesado”.
Poco a poco, la tendencia empieza a cambiar: la necesidad de seguir innovando ya ha impulsado a importantes bancos como Citibank, Bank of America, Wells Fargo, Santander, Barclays, Capital One y BBVA, entre otros, a colaborar con las nuevas empresas de tecnología financiera –conocidas como fintech– para emprender proyectos conjuntos.
«Con frecuencia, asociamos el futuro del mundo con el avance de las herramientas y los procesos tecnológicos de vanguardia, como la inteligencia artificial y la automatización. Pero detrás de todas las herramientas futuristas estará la creatividad de un programador que desarrolla un algoritmo que predice las conductas humanas, de un equipo de programadores que diseña un videojuego o de un creador que concibe una interface textil para monitorear la salud humana desde la ropa».
De acuerdo con datos del BID, en 2015 las Industrias Culturales y Creativas (ICC) crearon 1.9 millones de empleos en América Latina y El Caribe y generaron ingresos por 124 mil millones de dólares, y se estima que para 2020 la creatividad será la tercera habilidad más demandada por las empresas al momento de seleccionar a sus empleados.
C$T-GM