Se propaga tan rápido como el propio COVID-19.
Desde el surgimiento del Covid-19 en México, se ha detectado abundante información imprecisa y «falsa» que ha dificultado que la sociedad se informe adecuadamente sobre cómo enfrentar esta pandemia, por lo que hoy el ejercicio del periodismo es más que nunca clave para ofrecer datos fidedignos y combatir mitos y rumores generados por la otra crisis que corre en forma paralela al virus, la denominada Desinfodemia.
Hasta hace pocas semanas la industria de los medios de comunicación libraba la batalla por captar la atención de las audiencias, actividad que se convirtió en una verdadera carnicería pues estuvo relacionada con una actividad emprendida desde hace cuatro años, como fue el uso de «fake news»; es decir, la distribución de mensajes donde se mezcla lo verídico con lo falso, empaquetado con un tono emocional.
Aurelio Collado Torres, profesor del Tecnológico de Monterrey, aseguró que esa batalla fue desbancada por otra lucha no menor, que consistió en la importancia de mantenerse o ser identificado con la “credibilidad”, un problema que surgió ante el incesante cuestionamiento de las audiencias de saber ¿ahora a quién creerle?.
Un reciente estudio publicado por la UNESCO, detectó 40 millones de mensajes que fueron montados en distintas plataformas como Facebook, los cuales lamentablemente no fueron detenidos y aún flotan en la redes sociales, salvo algunos miles que pudieron ser verificados y desmentidos, pero que en realidad se han convertido en una crisis paralela a la pandemia del COVID-19 y que hoy se conoce como la “Desinfodemia”.
«Esta crisis ha alcanzado a casi todos los países del planeta, se trata de la circulación masiva de información falsa que se ha extendido tan rápido como el propio virus. Estas mentiras han ayudado a allanar el camino de la infección y han contribuido a sembrar el caos en las sociedades que están respondiendo a la pandemia», precisa la publicación «Periodismo, libertad de prensa y COVID-19».
Collado Torres explicó que este problema también obedece a «confundir los medios de comunicación con las redes sociales”, un problema que los propios medios formales de comunicación favorecieron al migrar a las redes digitales, donde se mezcla lo confiable y las fake news, algo que sin duda dañó fuertemente la credibilidad.
«Estamos viendo el surgimiento de los llamados outles de noticias que trabajan desde las propias redes, de tal suerte que es difícil distinguir el ejercicio de una conversación entre amigos y del ejercicio del periodismo, pero que son dos cosas distintas y que esta infodemia los fusionó, pero que para el ciudadano común es difícil distinguir si un mensaje tiene como fuente Facebook o The Guardian, si fue del NYT o del vecino», explicó.
Ante este escenario y dado los múltiples canales de información a los que acuden hoy las audiencias, el académico admite la imposibilidad de detener los millones de mensajes poco confiables durante la fase de emisión, por lo que es imprescindible tratar de formar y educar a las audiencias para que asuman una manera mucho más crítica de informarse y de enfrentar las «fake news».
Durante su intervención en el seminario digital «Pandemia, Democracia y Derechos Humanos: nuevos retos para el periodismo», destacó que el tema de la «imparcialidad» para muchos puede parecer utópico, o que se puede alcanzar «siempre que esté de nuestro lado», pero que está muy relacionado con el cómo se construye la «veracidad o la verosimilitud», categorías similares pero distintas y con un valor diferente bajo el contexto de una conversación de amigos o de un medio de comunicación.
«Por ello es fundamental ‘ya no confundirnos sino fundirnos’ en un solo ejercicio de ciudadanía, donde estemos atentos a la información esencial para preservar la salud y la vida, tan importantes en esta crisis de la pandemia».
Para el profesor del Tecnológico de Monterrey el ejercicio del periodismo no representa sólo reportar hechos, pues el reportero al final del día produce una narrativa, una forma de articular los hechos; lo que conduce al concepto de la pluralidad, pues de lo que se trata es de evitar replicar y hacer de la información un formato idéntico, lo cual no puede ni debe ocurrir, porque la realidad es plural, compleja y basta en hechos.
Finalmente aseguró que en la actualidad la información no corre en un solo sentido, ni siquiera en los medios más tradicionales, pues la formación para conversar en diferentes sociedades es mucho más sólida en unas que en otras, pues mientras unas con antecedentes más autocráticos sólo esperan ser informadas, en otras, existe una verdadera conversación donde participan muchos para definir qué se puede creer y a quién se le puede creer.
C$T-EVP