Especie de alineación con el nuevo orden político.
El bloqueo de las redes sociales del presidente estadounidense, Donald Trump, va más allá del debate entre la libertad de expresión y el derecho a la información, pues también es importante considerar la responsabilidad que tienen en los hechos las plataformas que aplican medidas de este tipo a ciertos usuarios y en determinados contextos.
“No se está allanando la libertad de expresión de una persona. No, porque esta persona ha excedido los límites de la libertad de expresión y ha caído en el terreno del libertinaje informativo; sí se está acallando el derecho de otros a estar informados, porque Trump no es cualquier persona, sino que es el presidente de Estados Unidos y lo que diga puede repercutir a nivel internacional”, sostuvo el investigador de la UNAM Ángel Hurtado Razo.
En entrevista con ConsumoTIC, aseguró que por ello la discusión tendría que considerar también que esas medidas se toman ahora, porque aprovechan que el mandatario estadunidense está en una etapa de pérdida del poder político, y “estos medios se sienten con mayor poder y es cuando lo ejercen sobre él. Muerto el rey, viva el rey”.
Se trata de “una suerte de alineación con el nuevo orden político”. Es una cuestión de adecuación de los intereses de estas empresas, ya que recordó que desde 2017 las políticas internas para usuarios de Facebook, Twitter, Instagram y YouTube han venido cambiando en torno a los discursos de discriminación, de odio o que incentiven a la violencia.
“Más que como individuos, hay que hablar como intereses de empresa. La libertad que tienen en la propiedad privada, ellos deciden lo que más les conviene sin importar los intereses colectivos”.
El investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM reconoció que la irrupción en el Capitolio no sólo es responsabilidad de Trump y de de la ineficacia de un gobierno, sino también de los dueños de las plataformas sociales, de quienes toman las decisiones, que son la vía por la que se difundieron sus discursos desde que fue candidato.
En este sentido, su planteamiento es que las redes sociales deben pensar qué harán para poner mecanismos que propicien un debate público mejor construido que apoye más el esclarecimiento y verificación de los hechos, que deje sin efecto la posverdad.
“La posverdad existe porque existe un discurso, creado en la clase política, y porque hay un medio que lo permite y en el que se difunde, en este caso las redes sociales, pero también porque existe un grupo de personas que está de acuerdo en esa forma de ver el mundo y de construir la realidad, y están convencidos de dicho discurso”.
El también director general de Consultoría Comunicación Aplicada aseguró que la toma del Capitolio demuestra que los medios de comunicación, la misma sociedad y la clase política deben poner atención en cuestionar no sólo al político, sino “también a las mismas empresas que permitieron que esos mensajes se compartieran, que tuvieran impacto y que otras personas (usuarios) lo replicaran”.
En la construcción de la posverdad, la persona es la que construye su realidad; entonces, los manifestantes construyeron la realidad que querían, y en ese sentido, el analista cuestionó por qué no cortaron las transmisiones en el Capitolio, o al menos poner una advertencia del contenido que se estaba difundiendo a través de las plataformas.
Ante la posibilidad de que en México se pensara proponer leyes para evitar escenarios como éste, Hurtado Razo comentó que el año pasado, 18 países optaron por regulaciones para el tema de la desinformación digital, y las que se crearon fueron para justificar un discurso político, pero también para acallar las voces críticas en contra de ese poder político.
“La regulación no basta para este tema. Lo que tiene que hacer es una construcción de conciencia social, alfabetización mediática, de verificación de información para que la ciudadanía tome sus decisiones a partir de todos esos instrumentos y se construya un verdadero debate político y público”.
Aunque dijo que sería una posibilidad difícil, porque en Estados Unidos pesa más el derecho a la propiedad privada que el derecho a la libertad de expresión, para el autor del libro “Fake News. El enemigo silencioso”, podría pensarse incluso en una sanción para las redes sociales por los hechos ocurridos en Washington.
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