Evita manipulación y otorgan transparencia.
La adulteración, caducidad vencida y la transacción de comestibles procedentes de animales sacrificados de forma ilegal, son algunas de las prácticas que amenazan la salud humana y merman la confianza en la industria alimentaria, ante lo cual tecnologías disruptivas como el Blockchain y la Inteligencia Artificial (AI) comienzan a verse como una panacea.
Al ser una base de datos distribuida y estructurada por cadenas de bloques diseñadas para evitar su modificación una vez que un dato ha sido publicado, usando un sellado confiable y enlazando a un bloque anterior, el Blockchain logra un índice de seguridad del 98 por ciento en cada operación.
Por su parte, la IA es un campo científico de la informática que se centra en la creación de programas y mecanismos que pueden mostrar comportamientos considerados inteligentes, lo cual le otorga un nivel de confiabilidad superior al 86 por ciento.
Al incorporar estas herramientas tecnológicas a procesos clave como la identificación y seguridad, cualquier intento de manipular un consumible a medida que avanza a través de la cadena de suministro se alcanzaría a identificar y se evitaría su comercialización inmediatamente, antes de que la comida llegue al minorista, señala la firma NSF International.
Otro beneficio es la transparencia para los compradores, pues se podría asegurar que los alimentos que adquiere la población son exactamente lo que la etiqueta afirma; además, se evitaría la papelería innecesaria ya que si un productor se equivoca en el proceso de etiquetado, sólo se tendría que modificar el sistema.
La firma proveedora de soluciones empresariales para combatir el riesgo de fraude alimentario en cadenas de suministro, añadió que al incorporar IA y Blockchain en los procesos también es posible garantizar fechas de caducidad oportunas para retirar los productos del estante cuando es debido.
«El fraude alimentario en el país es un tema muy delicado en el mundo por los daños que este ocasiona a la salud y a la economía. Se necesita dar un paso a la descentralización, actualizar los sistemas e invertir en tecnología para poder prevenir posibles pandemias», dijo Dafne Linares, directora de Marketing de América Latina de NSF International.
De acuerdo con datos de la FAO, uno de cada 10 alimentos en el mundo está adulterado o mal etiquetado; en tanto que en México las cifras no son muy alentadoras ya que cada año mueren 16 mil personas debido a las enfermedades trasmitidas por alimentos, provocando un impacto económico a la salud, que se estima en mil 100 millones de dólares al año.
La distribución de alimentos «piratas», es decir aquellos que son producto de manipulación o modificación, es un delito que además de afectar a los consumidores, tiene un fuerte impacto en el mercado en donde participan productores y minoristas que representan un valor anual de 15 mil millones de dólares.
Según la Universidad de Michigan, entre los principales tipos de fraude alimentario se encuentra la alteración de ingredientes que se realiza mediante la variación o falsificación de algún compuesto para reducir los costos; y la publicidad o declaración engañosa que consiste en la exposición en el etiquetado de alguna característica, procedencia u origen de algún producto cuando éste no es verdadero.
«Uno de los problemas que enfrenta la producción de alimentos es la contaminación en alguna de las fases de los procesos, ya que al no poder identificar de manera rápida donde surgió el brote, la seguridad del comprador se encuentra en peligro, mientras son retirados todos los lotes mermando las ganancias de la empresa».
C$T-GM