Una aplicación descargada en el teléfono celular que permita registrar transacciones diarias, es una herramienta ideal para impulsar entre la población joven habilidades financieras y obtener mejoras significativas en el acceso al crédito, como se descubrió mediante un proyecto del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Perú.
Si bien los formatos de educación financiera tradicionales han demostrado ser efectivos en el contexto escolar, uno de los desafíos persistentes es llegar a los jóvenes fuera de la escuela y que no han tenido exposición a la educación financiera.
Además, en el caso de quienes viven en países en vías de desarrollo, con oportunidades económicas limitadas, altas tasas de pobreza y bajos niveles de empleo, se suma la falta de acceso a servicios financieros de calidad y poca capacitación para navegar en un sistema cada vez más complejo.
Verónica Frisancho, Alejandro Herrera y Silvia Prina, investigadores que estudiaron los efectos de la app y analizaron con visitas de seguimiento individual, vieron en el registro frecuente de las transacciones el potencial de desarrollar hábitos financieros saludables y ayudar a la autoevaluación de conocimientos y habilidades en la materia.
Conscientes de que mejorar la inclusión financiera de los jóvenes requiere una comprensión más adecuada de sus necesidades y la promoción de programas, se impulsó un proyecto entre alumnos de secundaria en Perú, de 16 a 18 años de edad, que iban a graduarse.
Entre los resultados, encontraron que la app es una herramienta que puede hacerlos más conscientes de sus limitaciones y motivar inversiones en educación financiera, además de mejorar las puntuaciones en el conocimiento de los precios de mercado.
“Aunque la aplicación no proporcionó un contenido de educación financiera, observamos que los jóvenes en el grupo de tratamiento mejoran sus puntuaciones en las pruebas de alfabetización financiera en 0.08 desviaciones estándar y el conocimiento de los precios del mercado en 0.34 desviaciones estándar. El impacto en la educación financiera se deriva de mejoras en los cálculos financieros”.
Asimismo, datos de centrales de riesgos de hasta ocho meses después del final de la intervención mostraron que la exposición a la aplicación financiera genera mayores niveles de inclusión en el sistema financiero formal y aumenta la probabilidad de tener acceso al crédito y el nivel de deuda pendiente con prestamistas formales.
Sin embargo, la aplicación financiera no complementa el aprendizaje de una exposición previa a la educación financiera en la escuela secundaria, sino que funciona como un sustituto.
“Los efectos del tratamiento sobre el conocimiento financiero parecen ser más marcados entre quienes no se vieron expuestos a lecciones financieras durante la educación secundaria”.
Las conclusiones de los expertos sugieren que el acceso a la aplicación financiera y el monitoreo puede ayudar a los jóvenes a ser conscientes de las brechas de conocimiento a las que se enfrentan, motivándolos a buscar información financiera y así cambiar su comportamiento financiero.
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