Esta pregunta tiene dos respuestas: sí, en los cuentos de hadas; no, en la realidad donde los estafadores utilizan las aplicaciones digitales de búsqueda de pareja para defraudar personas, en su mayoría mujeres, que forman parte de la estadística levantada por el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia, según el cual, desde 2021 a la fecha, ya se han acumulado al menos 4 mil casos de fraudes “amorosos”.
Tales son los casos de Jonathan Sotelo y Fernanda; Wesley Jason y Anabel; Alejandro y Viridiana, que demuestran que el amor es ciego y comparten rasgos similares: todos se conocieron en aplicaciones digitales de búsqueda de pareja; todos los hombres terminaron defraudando a las mujeres y todas cayeron en trampas establecidas a través de la ingeniería social.
Al respecto, Fátima Herrera, directora de producto de Kibu, plataforma tecnológica para confirmar la veracidad de identidades digitales, advirtió que el Día del Amor y la Amistad es perfecto para reflexionar sobre estos riesgos y cómo evitarlos.
“La clave para evitar los engaños es ser cautelosos cuando se conoce a alguien en línea. ¡Nunca se debe compartir información personal o financiera con alguien cuya identidad no haya sido verificada de manera confiable! También es importante buscar información adicional de la persona, como conexiones mutuas verificables y realizar búsquedas inversas de imágenes, estrategia que nos ayuda a confirmar si la persona con la que interactuamos es real”.
Sin embargo, los ejemplos de estas tres parejas, nos muestran cómo el amor hace que algunas personas “bajen la guardia”, una vez que el estafador genera confianza en personas a las que comúnmente no conoce en persona.
Por ejemplo, Fernanda fue víctima de un sujeto identificado como Jonathan Sotelo, cuyo perfil encontró en la aplicación de citas Bumble. El individuo la envolvió por dos años, hasta que ella descubrió que le había robado, con el cuento de que harían un gran negocio en Cancún, el cual nunca existió.
Resulta que el sujeto era buscado en México, Colombia y España, donde había defraudado con la misma técnica a más de 70 mujeres e incluso posteriormente se descubrió que era sistemático en el “trabajo” de engañar chicas, pues llevaba archivos detallados de las estafas e incluso categorizaba a sus víctimas con etiquetas como “me odia”, “casi casada” o “activa”.
A su vez, Anabel confió en un sujeto que conoció en línea, quien se identificó como Wesley Jason, un supuesto militar estadounidense desplegado en Ucrania, que después de hacerle creer que todo era “un cuento de hadas”, comenzó a tener “problemas económicos” a los que él describió como un simple bache o una situación temporal.
Solidaria con el que consideraba su compañero en el amor, Anabel se ofreció a prestarle dinero y cuando esto ocurrió, él simplemente se desvaneció con los recursos.
A través de Facebook Parejas, Viridiana se involucró con un tal Alejandro, quien se presentó como un encantador mago de las asesorías financieras y en cuanto sintió rendido el corazón de ella, se apresuró a pedirle sus datos bancarios y los de una amiga cercana, con la promesa de obtener soluciones de crédito rápidas y en condiciones mucho mejores de las que se encuentran en el mercado. Por supuesto, una vez que tuvo la información, el sujeto desapareció junto con el dinero de sus víctimas.
De ahí que la especialista de Kibu indicó que siempre es necesario estar alertas y evitar que las palabras dulces, las promesas o la imagen de éxito que alguien proyecte en línea, “nos hagan bajar la guardia”, pues es evidente que hay defraudadores expertos en identificar a personas cuya necesidad de afecto las hace vulnerables.
Sin embargo, así como la ingeniería social es una práctica común por parte de los delincuentes que están en línea, también hay herramientas digitales para desenmascararlos y bien vale la pena tomarse unos minutos, antes de iniciar una relación, para confirmar que la persona es real y es quien dice ser.
C$T-GM