Realizar transacciones online dejó de ser un lujo.
La compra-venta de productos y servicios a través de plataformas digitales se ha acelerado, y se prevé que continúe creciendo mientras el confinamiento sea una medida para evitar más contagios por el Sars-Cov-2, sin embargo, en América Latina la economía digital requerirá de la integración de los sistemas de identificación que den certeza tanto a usuarios como a proveedores.
“La identificación digital es un mecanismo que permite saber, en el ámbito de la economía digital, si al otro lado de la computadora hay una persona, y verifica que esa persona es quien ella o él dice ser”, explicó Arturo Muente Kunigami, especialista senior en modernización del Estado en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Durante la pandemia, muchos países tuvieron que migrar sus plataformas de servicios a un entorno en línea, pero en América Latina y el Caribe, donde existen otras barreras relacionadas con servicios de internet o baja bancarización, “existe una condición necesaria para cualquier transacción en línea: un sistema confiable y robusto de identificación digital”.
La velocidad a la que un país podrá avanzar en este frente dependerá de tres factores: sistemas de identificación existentes y su integración a las estrategias digitales; la flexibilidad en la implementación, y de la implementación de servicios en línea que utilicen la identificación digital para permitir transacciones con el gobierno de manera remota.
El responsable de proyectos de gobierno digital, registros civiles e identidad, y análisis de datos del BID detalló en seis puntos lo que los países deben tomar en cuenta para instalar un sistema de identificación digital de manera acelerada:
En primer lugar, la existencia de sistemas de identificación. En América Latina, refirió, son pocos los países con un sistema de identificación digital operativo, pero “aquellos con algún tipo de sistema de identificación (generados al registrar datos biográficos de un recién nacido en el registro civil) de calidad, robusto y confiable tienen terreno ganado para avanzar con la generación de credenciales digitales”.
Como segundo punto, se necesita un proceso de registro durante la cuarentena. Todos los países, incluso aquellos que ya cuentan con un sistema de identificación digital, han visto la necesidad de habilitar un proceso de registro para nuevos usuarios que minimice (o elimine completamente) la necesidad de desplazamiento físico de los ciudadanos.
Muente Kunigami, comentó también que es necesario enfocarse en todo el ciclo de vida de la identificación digital; en el cuarto punto está el diseño flexible orientado al ciudadano, y que un proceso de autenticación con dos factores es mucho más fácil de usar que una firma digital con certificados vinculados a una tarjeta con chip, aunque este último es considerado más seguro.
El uso transversal de la identificación digital, es decir, que el sistema se pueda integrar a los distintos servicios que se prestan en línea, es el quinto punto; y, por último, se debe pensar en una coordinación interinstitucional, pues una gobernanza de la identificación descentralizada genera costos innecesarios y perjudica el nivel del servicio prestado al ciudadano.
“La crisis sanitaria del COVID-19 ha cambiado nuestra percepción de los servicios en línea: realizar transacciones en Internet ya no es un lujo, es una necesidad”.
C$T-GM