Mujeres de bajos ingresos, excluidas del empleo formal.
Por delante de la edad, la educación y los ingresos, la situación laboral tiene un alto impacto en la brecha digital de género; tan es así, que si las mujeres estuvieran empleadas a la misma tasa que los hombres en países como México, Ecuador y Perú, este fenómeno se reduciría al menos en una cuarta parte.
En el estudio “Empleo y brecha digital de género en América Latina”, Malena Arcidacono y Hernán Galperín destacan que la participación en la fuerza laboral y los tipos de trabajos que realizan hombres y mujeres a menudo se correlacionan con diferentes oportunidades para acceder a Internet y desarrollar habilidades TIC.
“También encontramos evidencia de que la situación laboral tiene un mayor impacto en las probabilidades de estar en línea para las mujeres que para los hombres, posiblemente debido a las diferencias de género en las ocupaciones”.
A pesar de los continuos avances en logros educativos, la participación femenina en la fuerza laboral se ha nivelado en aproximadamente 25 puntos porcentuales, menos que la de los hombres, mientras que el desempleo femenino es aproximadamente 37 por ciento mayor en América Latina.
“Por otro lado, las mujeres tienen el doble de probabilidades de trabajar a tiempo parcial.En gran medida, estas diferencias reflejan la persistencia de normas sociales sobre los roles de género y la división del trabajo doméstico no remunerado”.
Además, el estudio refiere que diversas encuestas sobre el uso del tiempo muestran que las mujeres siguen siendo responsables por aproximadamente el 75 por ciento del trabajo doméstico (incluido el cuidado de niños y miembros de la familia de edad avanzada), lo que limita la capacidad de obtener un empleo de tiempo completo.
En el documento, publicado en la Revista Latinoamericana de Economía y Sociedad Digital, los académicos subrayan que las mujeres están sobrerrepresentadas en sectores laborales como educación, salud, administración pública y otros sectores intensivos en Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), mientras que están subrepresentadas en la construcción, transporte y otras ocupaciones que han sido más lentas en adoptar nuevas Tecnologías de la Información (TI).
Sin embargo, los resultados para Ecuador y Perú (y en menor medida para México) también sugieren que este efecto es heterogéneo entre los estratos socioeconómicos. En particular, sugieren que el efecto del empleo y el uso de Internet aumenta con el nivel socioeconómico, pero es nulo (Perú) o incluso negativo (Ecuador) entre las mujeres de bajos ingresos, quienes tienden a estar ocupadas de manera informal en empleos de baja productividad y baja intensidad tecnológica.
Estos resultados sugieren la necesidad de políticas específicas que rompan el ciclo por el cual las mujeres de bajos ingresos quedan excluidas del empleo formal debido a la baja alfabetización digital pero, al mismo tiempo, tienen menos oportunidades de adquirir dichas habilidades debido a la limitada participación laboral, o bien debido al empleo en ocupaciones con pocas oportunidades de acceso y capacitación en TIC.
“Mirando hacia el futuro, también es necesario considerar cómo los cambios en la estructura del empleo como resultado de la digitalización y la Inteligencia Artificial pueden afectar la brecha digital de género en la región”.
Existe evidencia de que la nueva ola de automatización está afectando el empleo en ocupaciones de servicios de baja calificación con tareas cognitivas de rutina donde las mujeres están sobrerrepresentadas, tales como el comercio minorista y los servicios al cliente.
Por otro lado, las mujeres tienden a trabajar en empresas más pequeñas y de menor productividad que están más alejadas de la frontera tecnológica. Otros estudios sugieren que las oportunidades de trabajo remoto en la gig economy promoverán el ingreso de las mujeres a la fuerza laboral debido a la flexibilidad en las horas de trabajo y las horas trabajadas.
Sin embargo, la evidencia hasta ahora indica que la gran mayoría de los trabajadores remotos en América Latina son hombres, lo que en parte refleja la brecha de género en la experiencia y la alfabetización digital explorada en este estudio.
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