Siete de cada 10 hogares experimentan estrés agudo.
Durante casi nueve meses, el confinamiento sanitario impuesto por la pandemia del COVID-19 provocó que 37 millones 589 mil niños en México deban continuar su educación en casa, sin asistir a la escuela ni ver a sus amigos, lo que ha afectado de diferente manera a los pequeños y a sus familias, tanto a nivel emocional como académico.
Bajo la denominada “nueva normalidad” han tenido que adoptar un modelo de educación a distancia que uniformiza contenidos, que exige el uso de tecnologías a las que no todos tienen acceso, requiere apoyo de un adulto, el cual tampoco es observado en todos los casos, lo cual para algunos especialistas esto podría generar un déficit en el aprendizaje de los estudiantes, entre ellos el dominio de lenguaje, en matemáticas, la convivencia y la solución no violenta de conflictos.
Sylvia Schmelkes del Valle, vicerrectora académica de la Universidad Iberoamericana (UIA) Ciudad de México, afirmó que la educación a distancia, sobre todo cuando sólo se lleva a cabo a través de medios que no son interactivos, como la televisión, uniformiza los contenidos y los ritmos de enseñanza.
“Al imponerse en una realidad diversa, heterogénea y desigual como la de México, excluye a muchas y muchos alumnos de seguir en el proceso educativo y de lograr alcanzar los aprendizajes esperados”, precisó la especialista.
Socióloga e investigadora en Educación señaló que el dominio del lenguaje, sobre todo de la escritura y la lectura de comprensión, y las cuatro operaciones matemáticas: suma, resta, multiplicación y división, se aprenden mucho mejor en la escuela, pues “es muy difícil adquirirlas siguiendo un curso por internet o una pantalla de televisión”.
Pero algo mucho más relevante es que sólo en la escuela se aprende a convivir, “es lo que nos enseña a ser responsables, nos enseña a ser ciudadanos, el aprendizaje cooperativo, el trabajo en equipo, la participación democrática, la solución no violenta de conflictos, que lo que siembra es paz, la responsabilidad social sobre otros”.
Por ello Schmelkes planteó la necesidad de que se recurra más a la educación inclusiva y a la atención a la diversidad, al reconocerse que México es un país heterogéneo, con lo cual se lograría en un futuro, tener un nuevo equilibrio entre tecnología y presencia.
“Porque ya hemos aprendido lo que podemos aprender a la distancia; pero también hemos aprendido cuánta falta nos hace la presencia, y entonces vamos a empezar a equilibrar de manera diferente lo que encargamos en casa y a lo que le dedicamos tiempo en la escuela”.
Y es que para la experta en educción un confinamiento inicialmente pensado para un periodo de seis semanas, pero ahora la “cuarentena” para los estudiantes se extendió por un periodo mucho más prolongado, “ya casi es fin de año y continúa la misma incertidumbre con la que comenzó el confinamiento”.
Es en este punto, en el que muchos de los niños, niñas y jóvenes han empezado a sentir los estragos, pues no tienen bien definida la separación del tiempo dedicado a las actividades escolares y al esparcimiento; todos están en casa, muchos con la presión de sus padres, en un ambiente de tensión.
Por su parte la doctora Cimenna Chao Rebolledo, coordinadora de la Especialidad en Educación Socioemocional de la UIA Ciudad de México, comentó que de acuerdo con encuestas recientes, la pandemia ha traído consigo la prevalencia de estados emocionales intensos o de gran aflicción, como el enojo y la ansiedad.
Durante el confinamiento, siete de cada 10 hogares han experimentado episodios de estrés agudo, 27 por ciento de las personas con edades de 18 años o más presentan síntomas depresivos y 32 por ciento han experimentado síntomas severos de ansiedad.
“El estrés y la aflicción provocados por la pandemia, con sus efectos negativos en lo emocional, lo cognitivo y lo físico, en este momento pudieran empezar a generar una suerte de estado marchito de la esperanza y de carencia de estímulo para seguir aprendiendo”.
Por ello consideró necesario generar diagnósticos continuos sobre la salud y el bienestar socioemocional de la comunidad estudiantil y docente, para emprender acciones diferenciadas que, desde una mirada pedagógica, permitan cuidar el bienestar socioemocional y prevenir que no se comprometa la salud mental.
“El pasado no va a regresar, la situación que se vive todavía está muy lejos de una normalización y se continúa en un proceso de adaptación”, por lo que todos, recomendó, debemos contribuir a compartir el cuidado del bienestar socioemocional, a generar climas de convivencia y de aprendizaje, a ser más receptivos, empáticos e incluyentes.
C$T-EVP