La Inteligencia Artificial (IA), particularmente en modelos de lenguaje de gran tamaño como GPT-4, puede convertirse en aliada de pacientes y profesionales sanitarios para evaluar de manera más profunda y ágil la experiencia del dolor crónico, con resultados distintos a los alcanzados con cuestionarios estándares habituales, que no siempre logran captar la “riqueza emocional y contextual de lo que puede sentir un paciente”.
El dolor crónico por definición, es una experiencia subjetiva y multifacética. Los cuestionarios utilizados en consulta para valorarlo, así cómo las narrativas escritas por las personas que se relacionan con sus propias palabras y en primera persona sobre cómo evoluciona el dolor, cómo afecta su vida laboral, familiar y emocional y los tratamientos, aunque son valiosos, llegan a ser textos muy extensos.
Un estudio reciente demostró que la IA puede analizar descripciones personales del dolor con resultados comparables para los expertos clínicos, una vía innovadora para complementar la atención médica que emana de los cuestionarios y narrativas que pese a su utilidad a menudo llegan a caer en desuso.
“La idea central de la investigación surge de la necesidad de mejorar la evaluación del dolor crónico con soluciones que, sin perder la riqueza de las narrativas, hagan viable su uso en la práctica clínica”, explica Rubén Nieto, catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), del Centro UOC-Tech.
El trabajo en el que han participado otros investigadores de la misma institución, se enfocó al análisis de decenas de narrativas escritas por pacientes con fibromialgia, un síndrome especialmente complejo por la dificultad de diagnosticar y por la intensidad de su impacto.
“A partir de 43 narrativas de pacientes con dolor crónico derivado de la fibromialgia, el estudio ha demostrado que GPT-4 puede asignar clasificación sobre la gravedad del dolor y el nivel de discapacidad que este provoca en los pacientes, y que sus valoraciones son muy cercanas a las que realizan los expertos humanos”.
Al comparar los resultados obtenidos utilizando una escala de 0 a 10, se tuvo que la diferencia media entre las evaluaciones de la IA y las de los expertos fue de apenas 1.2 puntos al valorar la severidad del dolor y de 1.4 en cuanto a la discapacidad, además que las valoraciones de la IA se correlacionaron de forma significativa con cuestionarios clínicos estandarizados como el Fibromyalgia Impact Questionnaire y la escala de ansiedad y depresión HADS.
“Las comparaciones entre las calificaciones generadas por GPT-4 y las de los expertos mostraron una semejanza significativa, pero, además, la IA no se limita a dar un número: también ofrece explicaciones comprensibles sobre por qué llega a esa conclusión, lo que facilita que el profesional humano pueda interpretarlas y contrastarlas”, explicó Jacopo Amidei, coautor del estudio y miembro del grupo AID4So de la UOC.
Por su parte Andreas Kaltenbrunner, otro investigador participante aseguró que la importancia de utilizar la IA en estos ejercicios es que la tecnología “no sustituye al especialista, sino que actúa como un asistente clínico que agiliza la evaluación y permite una comprensión más profunda de la experiencia subjetiva del dolor”.
El grupo de investigadores coincide en señalar que el uso de IA también puede ayudar a detectar señales psicosociales vinculadas al dolor como la ansiedad o la depresión, factores que en muchos casos agravan la experiencia dolorosa, además de cambios sutiles en la evolución de la enfermedad o en las estrategias de afrontamiento, aportando un valor añadido al control médico.
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