El uso de Telesalud y nuevas tecnologías durante la fase crítica de la pandemia permitió mantener vigentes procesos relacionados con la atención de pacientes, medicación, seguimiento de tratamientos, así como control epidemiológico, por lo que superada esta fase es pertinente repensar cómo brindar servicios de salud bajo un ambiente más flexible y resiliente, sin dejar de lado la importancia de resolver nuevos desafíos como la conectividad y la alfabetización digital.
“La telesalud contribuyó a proveer servicios esenciales que disminuyeron durante la pandemia y a responder también a la alta demanda asociado al COVID-19; en países como Argentina, Colombia y Uruguay se presentó un incremento de 10 veces respecto a su utilización pre-pandemia, un dato no menor”, enfatizó María Celeste Savignano, médica especialista en salud digital.
De acuerdo con la guía “Hospitales, tecnología y redes. La evolución de la infraestructura de salud post COVID-19”, del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a junio del 2022, esta enfermedad había afectado a 69 millones de personas en América Latina y el Caribe, con 1.7 millones de fallecidos, equivalente a una incidencia 2.8 veces superior al promedio mundial y al doble de letalidad.
La incertidumbre que generó la pandemia en muchos países consolidó la modalidad de atención virtual, con la que se mantuvo el contacto entre los equipos de salud y los usuarios a través de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), lo que también generó una nueva demanda en la prestación de servicios de salud.
La telesalud, sostuvo Savignano, es un claro ejemplo que lleva a repensar los canales de atención de la salud y, por ende, la preparación organizacional de los hospitales, la redistribución de los recursos y la manera de brindar servicios de salud centrados en las necesidades de las personas.
El uso de los medios digitales tuvo cuatro efectos positivos: mejora de la atención médica, pues permitió llegar a los domicilios, con un fuerte impacto en pacientes con condiciones crónicas, tener un seguimiento de su tratamiento, prescripción de medicamentos y monitoreo remoto de signos vitales con dispositivos inteligentes.
Como segundo efecto positivo en las lecciones aprendidas, añadió, se habla de la mejora de los servicios para la comunidad, por ejemplo utilizando portales virtuales para pacientes o uso de chatbots, y un tercer efecto se refiere a la mejora de la coordinación y desempeño de los equipos de salud.
“La cultura digital no sólo incluyó nuevas tecnologías, sino que inició un cambio de paradigma en lo que hace a la cultura de los equipos de trabajo, con acento en la importancia de la interdisciplina aplicada a la telesalud como este cuarto efecto positivo”, subrayó la especialista.
Sin embargo, recalcó que la alfabetización digital se transformó en un desafío evidente tanto para trabajadores del sector salud como para los ciudadanos en general; así como la lección aprendida de la importancia de tener acceso a la conectividad, porque se trató de la variable clave para facilitar o limitar la extensión del uso de estos servicios.
“El conocimiento sobre el uso de medios digitales por parte de los usuarios fue central para la extensión, el crecimiento y la calidad de las prestaciones de telesalud. La incorporación de competencias digitales en el campo de la salud se hizo más evidente, tanto para el usuario interno como entre las organizaciones sanitarias”, refiere el documento.
Aunada a la conectividad, como soporte de las TIC, también fue relevante la robustez de la infraestructura tecnológica de las redes estructuradas, lo que determinó la posibilidad de interoperabilidad de los sistemas basados en estándares internacionales: los servidores, las herramientas y los procesos.
La disponibilidad de aplicaciones permitió la accesibilidad remota a las fichas de registros de pacientes, en procedimientos para prescripción de recetas electrónicas y dispensa de medicamentos, así como en la centralización de la información para proceso de vigilancia epidemiológica.
María Celeste Savignano recalcó que para que la telesalud tenga el resultado esperado se deben contemplar otras dimensiones que trascienden al uso puramente instrumental de las tecnologías.
“Es clave asegurar la accesibilidad del servicio considerando las brechas geográficas, sociales, culturales, lingüísticas y también las económico-financieras, así como diseñar servicios centrados en los usuarios, con un enfoque de modalidad híbrida, potenciados por la articulación que brinda la lógica de redes integradas de servicios de salud”.
En términos de cultura digital equitativa igualitaria e inclusiva se recomienda la implementación de unidades de inclusión que faciliten el acercamiento a la tecnología y a su uso, con especial acento en los grupos en situación de mayor vulnerabilidad.
C$T-EVP