Evitar los impactos negativos que en el futuro no se podrán revertir, es la urgencia por la que a la generación de hoy le toca echar andar regulaciones que permitan garantizar los derechos humanos (igual que sucede en el mundo analógico) y resolver conflictos éticos asociados al desarrollo de la tecnología, algunas como la Inteligencia Artificial (IA), que ya se encuentran tomando decisiones, y otras como el Metaverso, sobre el que se interponen intereses comerciales y políticos.
“Si permitimos que desarrollen las neurotecnologías sin cortapisas o el Metaverso sin regulación, el impacto negativo, las consecuencias a futuro van a ser imposible revertirlas; tenemos que regular ex ante sin limitar la innovación, pero asegurando que este futuro que estamos diseñando no va encontra, ni pone en riesgo existencial al ser humano”, sostuvo Carme Artigas, secretaria de Estado Digitalización e Inteligencia Artificial del Gobierno de España.
Ante la batalla que libran Estados Unidos y China, en la arena de la economía digital, Europa y América Latina no pueden permanecer como simples espectadores, sino asumir un rol relevante para proteger mejor a las personas de esos dos modelos en los que, por un lado, los datos sólo están en manos de las multinacionales o, por el otro, “capturados” por los gobiernos en una especie de “capitalismo de vigilancia”.
“Queremos una tercera vía: Queremos que los datos no estén en las empresas, no estén en los gobiernos, que estén en manos de los ciudadanos. Y para recuperar el control de decisión de esos datos, que suponen el control de la tecnología, de la IA y de la sociedad, debemos reclamar nuevos derechos… y hacer un ejercicio de reinterpretación en el mundo digital”, enfatizó en su ponencia durante su participación en el Congreso Futuro 2023, celebrado en España.
Subrayó la necesidad de trasladar los derechos humanos de lo análogo a lo virtual, pero siendo más propositivos, es decir, tomando en consideración nuevos derechos que deben reclamarse ante nuevas realidades, como el derecho a no ser discriminado por un algoritmo; a «tener una segunda opinión humana cuando un algoritmo rechace una solicitud de crédito o un tratamiento médico».
“Todo eso, o lo hacemos ahora o no estaremos a tiempo cuando la tecnología haya avanzado mucho más. Reclamó la labor, el deber generacional, de los que estamos hoy aquí; somos una generación de transición, entre una revolución industrial y un modelo económico productivo y social que ya no funciona y otro modelo que aún está por diseñar”.
Esta generación, sostuvo, tiene el deber de resolver de una vez por todas dos grandes problemas que tiene la humanidad y si no resuelve en esta oportunidad no habrá segunda vuelta: el cambio climático y los conflictos éticos asociados al desarrollo tecnológico.
La funcionaria recalcó que en este proceso de transición los gobiernos democráticos y progresistas tienen que estar atentos en asegurar que los beneficios y los costes se repartan de manera equitativa entre todas las clases sociales, que no solamente haya unos ganadores que tendrán los beneficios y otros perdedores que quedarán excluidos.
“Tenemos que generar un nuevo orden mundial basado en un nuevo multilateralismo; tenemos que dejar de competir para empezar a colaborar y darnos cuenta que en la batalla tradicional «de tenis» que estamos viendo, entre China y Estados Unidos hay una serie de observadores que somos Europa, Latinoamérica, que aún no hemos tomado un pie hacia adelante, no hemos tomado un rol y lo debemos tomar”.
C$T-EVP