Acabar con la desigualdad de género en el ámbito STEM es una cuestión crucial para el futuro de las sociedades que viven una transformación digital, y en las cuales se están creando trabajos donde las mujeres están subrepresentadas, de ahí la urgencia de contrarrestar desde el núcleo familiar la autoexclusión de las niñas y adolescentes en la ciencias, aseveró Gabriela Ramos.
“El 25 por ciento de todos los puestos de trabajo en el ámbito de la tecnología son ocupados por mujeres, lo que resulta en el hecho de que los algoritmos de Inteligencia Artificial (IA), desarrollados en un 80 por ciento por equipos masculinos, contienen sesgos y prejuicios de género”, expuso la subdirectora general de Ciencias Sociales y Humanas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
En la conferencia virtual “Expertas que transforman”, la especialista reconoció que en el tema de género los números se mueven muy lento, toda vez que actualmente las mujeres representan sólo 28 por ciento de los profesionales que se desempeñan en áreas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés).
“Desde hace 15 años que se lanzó la estrategia en la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y ahora aquí en la UNESCO, los números se mueven, pero de una manera bastante lenta… La representación es muy baja… Es evidente que en ese nivel de aspiración permea el nivel de confianza, las elecciones y las decisiones que hacen las niñas respecto a sus disciplinas”.
A invitación del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), evento con el que se inaugura una serie de encuentros que son parte del Plan Transversal de Igualdad de Género, Gabriela Ramos reiteró que esto debe cambiar, pues varios análisis demuestran que es positivo tener diversidad en los equipos, no sólo en términos de resultados sino de la solidez de los mismos.
Sin embargo, subrayó como un espacio importante para impulsar en las niñas y jóvenes el interés por las carreras STEM, es el respaldo o confianza que ellas puedan obtener desde el núcleo familiar, porque ahí es donde empieza la discriminación y donde se vulnera la autoconfianza que luego genera una autoexclusión.
“Si en casa les dicen que las matemáticas no son para niñas, no te arriesgues, una a eso se acostumbra y no es que las familias quieran hacerle daño, simplemente conformamos la actuación de una forma tal que no vayan a sufrir, pero al final es cortarle las alas… Démosle confianza a las niñas”.
Si bien reconoció que muchas de las acciones comienzan con la legislación, mecanismos como las cuotas de género también contribuyen a los avances, como se hizo en su momento en el Congreso de México, por ejemplo, porque esto se traduce en mensajes subliminales, acciones afirmativas que las niñas y adolescentes pueden ir asimilando desde temprana edad, porque “las niñas no pueden ser lo que no pueden ver”.
“Si las mujeres no quieren ser ingenieras está bien, pero cuando es una decisión propia y no una decisión fomentada por el entorno, fomentada por la cultura o fomentada por lo que la sociedad piensa que las mujeres pueden o deben hacer”.
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