Aun con los retos que conlleva en términos de financiamiento, capacitación e incorporación a programas y planes de estudio, el modelo híbrido en la educación, basado en el uso de las TIC para combinar lo presencial con lo virtual, sigue presente en algunas escuelas y podría generalizarse en unos cinco a 10 años, escenario en el cual el “webcente” será una apuesta necesaria.
«Con muchos problemas de implementación, pero sí es posible. A corto plazo no, pero sí imagino en 10 años o en cinco cada vez más programas académicos con modelos híbridos, pero los veo sufriendo todavía por las tecnologías, el acceso, y la formación docente… problemas que venimos arrastrando desde antes de la pandemia», señaló Luis Gabriel Arango Pinto, profesor de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN).
El doctor en Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, señaló que algunas instituciones educativas han capacitado a docentes para que incorporen las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) y amplíen sus competencias pedagógicas, pero se destacan los esfuerzos individuales para seguir aprovechando lo mejor del mundo digital y del análogo.
“Hay docentes que están haciendo el esfuerzo de manera individual; tratar de combinar estas actividades, a pesar de que ya son las clases presenciales, porque los planes de estudio no se han modificado… No hay todavía ese cambio hacia lo híbrido, a pesar de que ya se está pensando en muchas instituciones”.
Entrevistado por ConsumoTIC, recordó que desde hace unos cinco años se hablaba del “webcente”, una combinación de las palabras web y docente, que empezó a tomar fuerza para describir al profesional en educación que cuenta con habilidades para incorporar las TIC en los procesos formativos.
Este docente, dijo, no sólo se apropia de las tecnologías digitales, sino que sabe cómo aplicarlas pedagógicamente, pero tiene que ser innovador, propositivo, colaborativo, autogestivo, curador; es decir, que pueda generar diseños instruccionales y crear ambientes de aprendizaje propicios para los estudiantes.
El panorama actual, abundó el experto, presenta nuevos retos, ya que la rápida evolución de la tecnología crea nuevos escenarios, en los que para ser adoptado oficialmente, un sistema híbrido se enfrentaría a problemas de implementación; a otros que se han arrastrado, como el acceso a conectividad o incluso a nuevos, como el uso de la Inteligencia Artificial (IA) en la producción de textos.
“Hace pocos meses empezó a tomar auge el proyecto de open IA, que tiene un chat muy interesante en donde prácticamente cualquier estudiante podría hacer ensayos, tareas o trabajos y presentarlos como suyos; el problema de esos textos es que como son inéditos y se generan en el momento de la interacción con el chat ningún detector de plagio va a poder dar con ellos”.
Consideró en este sentido que, para consolidar un modelo que combine lo presencial y lo virtual, pero que no necesariamente se aplique en un contexto de emergencia, existen retos por superar: el respaldo institucional, la formación docente y lograr que la tecnología retribuya al proceso de aprendizaje.
La institución debe permitir las condiciones para que sea posible contar con conectividad, con un internet veloz; así como la formación docente en tecnologías digitales, acompañada de una nueva pedagogía.
“Si detrás del uso de la tecnología prevalece una vieja pedagogía, en donde el alumno no es el centro y es un personaje pasivo, no vamos a llegar a ningún lado; creo que es el tercer reto, saber que las tecnologías actuales, las plataformas, los memes, el TikTok, la IA, tienen una pertinencia pedagógica”.
Organismos internacionales, como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), han señalado que los sistemas híbridos de aprendizaje también deberían aplicarse en contextos que no sean de emergencia, pero diseñados con base en los distintos objetivos y realidades del aprendizaje, incorporando diversos enfoques pedagógicos.
Por otro lado, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el financiamiento es una de las condiciones mínimas para la enseñanza; al respecto se recomienda que el gasto público para educación represente entre 4.0 y 6.0 por ciento del PIB del país.
En México, hasta el año 2022 este gasto alcanzaba sólo 3.1 por ciento, de acuerdo con datos del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
C$T-GM