Pese a dos años de pandemia que dejaron importantes pérdidas en aprendizajes y abandono, la deuda social sigue pendiente en el sector educativo, con brechas que ya existían, pero que quedaron al descubierto, sobre todo en términos de conectividad, al igual que el desinterés en destinar mayor inversión a la educación.
“En estos dos años no sucedió nada diferente a lo que había sucedido antes, no hubo más inversión en infraestructura en las zonas donde no había; en las zonas rurales, los datos que tenemos del INEGI, puede llegar hasta el 60 por ciento de la población sin acceso a internet. Ese dato es escalofriante”, alertó Gabriela Rodríguez Blanco, Consultora de Educación de la UNESCO.
Ante los datos más recientes de la ENDUTIH, que señalan que en México hay 88.6 millones de personas usuarias de internet en el 2021, que representan el 75.6 por ciento de la población del país; es decir, la conectividad aumentó sólo 4 puntos porcentuales del 2020 al 2021, y la pregunta de porqué sigue evidenciándose la brecha digital, la experta recalcó que esto deriva de las situaciones estructurales en el país.
En ese sentido, para la especialista la potencialización de la conectividad, del acceso a internet, del acceso al trabajo remoto o a las clases en línea se concentró sólo en los lugares donde previamente existía infraestructura tecnológica, lo que se puede demostrar al desagregar datos locales.
“A nivel país, de forma global, son buenos datos. O hay un gran crecimiento, gran cantidad de personas que tienen dispositivos tecnológicos, familias que tienen internet en casa, pueden pagar planes, pero cuando nos vamos a nivel local, cuando hacemos el zoom y desagregamos la complejidad de nuestro país los datos son escalofriantes, porque nos hablan de una gran cantidad de personas que no tienen acceso ni a la conectividad o no pueden pagar una tarjeta para poder tener datos”.
En el panel “Transformación e inclusión digital: cerrando brechas sin dejar a nadie atrás”, llamó a no quedarse sólo con los datos globales, porque “podemos sentirnos cómodos con ellos”, cuando aún es preocupante que no se haya incrementado el presupuesto a las escuelas para avanzar en el proceso de digitalización, e incluso ha disminuido.
“Después del retorno en las escuelas los gobiernos no han incrementado su presupuesto para impulsar la educación digital, o sea, no solo no reconocimos que no era suficiente lo que habíamos hecho, sino que una vez regresando los recursos están orientados a otros sectores; educación en general a disminuido sus presupuestos y también en el tema telecomunicaciones no ha habido una inversión ambiciosa”.
La especialista planteó que para la elaboración de una agenda educativa digital se tendría que pensar de forma global, que reconozca la diversidad, que apueste por la inclusión, pero también que busque acciones locales y se aproveche la tecnología con la que ya cuentan las escuelas, porque no todo lo que tenga que ver con educación digital pasa por comprar nueva tecnología.
“No hay que engañarnos. Es importante reconocer los avances, es muy importante reconocer a nuestros aliados y cómo nos aliamos para llegar a los más vulnerables, pero no hay que dejar de reconocer que no hemos hecho lo suficiente… En muchos países no habíamos tenido el empuje que se necesitaba, sino que ahora, abriendo las escuelas tampoco han reaccionado”, enfatizó.
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