Las condiciones fisiológicas propias de la infancia, como son cráneos más delgados y mayor presencia de agua en sus tejidos en comparación con los adultos, podría aumentar la absorción de energía electromagnética y con ello su nivel de exposición a la llamada radiación no ionizante que proviene de aparatos comunes en los hogares como teléfonos y televisores inteligentes, el módem del internet y dispositivos IoT, así como cables o transformadores de energía eléctrica de alta tensión.
Si bien la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Comisión Internacional para la Protección contra la Radiación no Ionizante (ICNIRP, por sus siglas en inglés), han determinado que si se respetan los límites de exposición establecidos, este tipo de radiación no implica un peligro significativo para la salud, lo importante es realizar las mediciones precisas para determinar si las personas se encuentran o no dentro de esos límites.
Al respecto, TES América, empresa especializada en la medición de este tipo de radiación, recordó que las condiciones fisiológicas de los menores, por encontrarse en una etapa de maduración física, los hace potencialmente más propensos a ser afectados y por ello es doblemente importante realizar mediciones periódicas en áreas públicas como escuelas, parques, hospitales o cualquiera otra zona donde se puedan congregar menores.
Al hacer un llamado a las autoridades de los tres niveles de gobierno para fortalecer mediciones concretas que arrojen información fidedigna, TES América recordó que una investigación publicada en Environmental Health Perspectives, revela que los niños tienen mayor nivel de absorción específica que los adultos y por eso es importante tomar medidas preventivas.
Más allá de las obvias recomendaciones, como no dormir con el celular a menos de un metro de la cabeza; no colocar el módem del internet en la habitación donde uno duerma o no trabajar a menos de 3 metros de este aparato, así como evitar exposición a campos magnéticos provenientes de cables de alta tensión, lo más importante es contar con diagnósticos que arrojen cifras específicas del nivel de exposición.
TES Américas recordó que desde 1998, el ICNIRP fijó los límites máximos permisibles de exposición a este tipo de campos electromagnéticos. Para ello, se estableció una medida llamada Voltmetros (V/m) que en el caso de la frecuencia alta, propia de aparatos como el módem, teléfonos celulares o los aparatos dotados de IoT, es de 28 V/m como máximo, mientras para la baja frecuencia, propia de cables de alta tensión, transformadores cercanos a las casas o instalaciones de ese tipo, el límite máximo permisible es de 4,166 V/m.
Por eso es importante hacer una medición específica en lugares que pudieran representar riesgo para la infancia, como escuelas, hospitales, parques públicos u otros lugares en donde se pudieran congregar niños, para estar seguros de que no corren riesgos y, si se llega a detectar alguna medición cercana o superior a esos parámetros, aplicar las medidas de corrección necesarias.
Además, resulta relevante difundir información precisa y de manera adecuada hacia la sociedad, para evitar que proliferen mitos y temores infundados. “La educación pública y el acceso a información basada en evidencia, son herramientas esenciales para que los padres y cuidadores puedan tomar decisiones informadas sobre la seguridad de sus hijos”, advirtió Jorge Barrera, director asociado de TES América.
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