Así como los padres de familia no permiten que cualquiera alimente a sus hijos, tampoco pueden permitir que alguien los nutra a través de contenidos mediáticos que podrían ser dañinos para ellos; por lo tanto deben hacerse responsables de qué acceso le dan a los contenidos digitales, sin condenar a la tecnología, pero sí invitándolos a la reflexión.
Fernando Huerta Vilchis, profesor investigador de la Escuela de Comunicación de la Universidad Panamericana, destacó lo anterior durante el segundo día de trabajos de la Semana de la Alfabetización Mediática e Informacional (AMI) del IFT, tras asegurar que el cuidado del acceso a los contenidos mediáticos “es una responsabilidad 360, que involucra al gobierno, a la escuela y a la familia” y donde todos son responsables de garantizar que el contenido y la navegación en el mundo digital, sean seguros y que aporten a todas las personas.
Dentro del conversatorio “La alfabetización mediática e informacional y su transversalización; el impacto en la salud, la familia y la comunidad”, moderado por José Manuel Corona, coordinador de la Cátedra UNESCO-Amidi en la Universidad de Guadalajara, Fernando Huerta aseguró que por primera vez en la historia humana, hay más plataformas que contenidos y el teléfono inteligente pone en el bolsillo de cualquier persona pantallas de películas, videojuegos, series, televisión, cine y además llamadas y mensajes de toda índole.
En Estados Unidos, 80 por ciento de los individuos involucrados en tiroteos, han estado expuestos a videojuegos violentos que se presentan “en primera persona”, es decir, donde el jugador es el protagonista de la historia, lo cual no significa que los videojuegos lleven a la violencia, pero sí que sean un factor a tomar en cuenta y reflexionar.
Además, de acuerdo con lo publicado en el libro “Cerebro y pantallas” de María Couso, hoy en día 80 por ciento de los niños y niñas menores de 2 años ya tienen experiencia con pantallas, “y la pregunta es: ¿qué dejan de hacer estos menores al pasar tanto tiempo frente a las pantallas, en lugar de jugar, experimentar y madurar cognitiva y físicamente en el mundo”.
Durante la pandemia –por obvias razones—las personas en el mundo comenzaron una dinámica de pasar en promedio 8:40 horas frente a las pantallas, pero “nos quedamos conectados”, porque hoy dedican casi 9 horas y lo cual ha desplazado tiempo de sueño, convivencia, esparcimiento, comida y otras actividades, provocando sociedades más aisladas.
De ahí que se tenga que crear conciencia muy clara de cómo se debe gestionar la relación de las personas con los contenidos en línea, porque de lo contrario será muy fácil caer en las consecuencias de una mala gestión y es ahí donde cobra importancia fundamental la alfabetización mediática.
Sobre el mismo tema, Marina Sanmartín, especialista en transparencia, privacidad y rendición de cuentas y ex comisionada del Instituto de Transparencia de la Ciudad de México, InfoCDMX, aseguró que en un mundo expuesto a grandes cantidades de información en el ámbito digital, la alfabetización mediática forma parte de la educación en general, no sólo para aprender a usar los instrumentos con responsabilidad, sino para generar contenidos éticos, que garanticen el respeto para todos, “porque la tecnología es (una herramienta) para potenciar derechos, no para vulnerarlos”.
En su opinión, si bien existe una responsabilidad muy clara entre las empresas que gestionan las redes sociales e incluso en los medios de comunicación, que deberían evitar que la conversación en el ámbito digital se dirija al odio y a la polarización, no se debe olvidar que la responsabilidad en el manejo de los datos personales le corresponde individualmente a cada persona.
A partir de ahí, “recomiendo que no olviden que ustedes son los dueños de su información. Todos tenemos respeto a conservar nuestra dignidad y respeto a nosotros mismos y eso no le corresponde a las compañías: es nuestro derecho y nuestra responsabilidad lo que hagamos con nuestros datos y con quién los compartamos”, y entre todos se debe trabajar en el rechazo a las conductas delictivas que generan odio o no suman a la construcción social y que lamentablemente se presentan en el ámbito digital.
En su oportunidad, Isabel Lema Blanco, especialista en alfabetización mediática y empoderamiento ciudadano en la Universidad Nacional de La Rioja, España, aseguró que guste o no, las personas están inmersas ya sea de manera pasiva o activa, en un mundo donde la mayoría de la información que se consume proviene de redes sociales y WhatsApp.
Esto expone a un ambiente que alimenta decenas de rumores y noticias falsas y ejemplificó el caso de la reciente tragedia en Valencia, España, donde murieron 215 personas y donde se han generado una serie de informaciones imprecisas o dolosamente falsas, gracias a las características de las redes sociales “donde hay mucha intoxicación informativa y gente interesada en generar caos”.
Tan grave fue el caso, que el propio rey de España, Felipe Sexto, tuvo que pedirle públicamente a los ciudadanos de España y de Valencia en particular, que no creyeran en todo lo que circula, pues se llegó a hablar de personas enterradas vivas y consecuencias mucho más graves que las reales, de por sí desastrosas.
Ante ello, la receta es luchar mediante la alfabetización mediática e informacional, que implica la capacidad de las personas de acceder a información verídica y realizar un análisis crítico de los datos publicados, además de la competencia para construir nuevos conocimientos y difundirlos de manera eficaz.
C$T-GM