Población joven y trabajadores informales, los más afectados.
La tecnología ha revolucionado la organización del trabajo, pero durante la pandemia de COVID-19 ha dejado claro que la brecha de habilidades en América Latina continuará como un gran desafío no sólo para las empresas sino para los gobiernos, pues se requerirá personal capacitado para acompañar la transformación digital que llevará al desarrollo económico de la región.
Al principio, tener una computadora e internet en casa abrió la oportunidad de trabajar fuera de la empresa y comenzó a hablarse de una “oficina en el hogar”. Luego se pasó al concepto de “oficina móvil”, en la que los teléfonos celulares, laptops y tabletas permitieron que el teletrabajo no tuviera que ser exclusivamente desde el hogar, sino que se pudiera hacer desde cualquier lugar con una conexión a internet o a una red de datos.
El teletrabajo se puede dar en el sector público o privado, se realiza total o parcialmente fuera de las instalaciones del empleador y en su origen pudo o no haber sido trabajo presencial. Esta modalidad se origina en 1970, pero fue hasta 2019 cuando 10 países de la región habían impulsado algún esfuerzo para regular y formalizar a los trabajadores que venían realizando distintas modalidades de trabajo remoto.
La pandemia permitió que Bolivia, Chile, Panamá y Paraguay aprobaran sus leyes de teletrabajo en 2020. Sin embargo, existe incertidumbre sobre los posibles cambios que traerá la Cuarta Revolución Industrial en las estructuras del trabajo, en especial en América Latina, la región más desigual del mundo, condición que la hace más vulnerable.
De acuerdo con expertos que realizaron el estudio “El futuro del Trabajo en América Latina y el Caribe”, la pérdida de empleos ya ha comenzado a materializarse en la región, donde 45 por ciento de más de 200 mil personas encuestadas por internet, de 17 países de América Latina y el Caribe, afirmó que al menos uno de los miembros de su hogar perdió su empleo durante la pandemia, y 57 por ciento de los hogares con pequeñas empresas ha tenido que cerrarlas.
Las encuestas de hogares de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Perú y Uruguay indican que entre febrero y junio de 2020 se perdieron más de 29 millones de trabajos, según el Observatorio Laboral del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). De todos ellos, los jóvenes y trabajadores informales son los que más han perdido.
Por ello, la adopción de tecnologías digitales ofrece una oportunidad para los trabajadores mejor preparados, pero también conlleva desafíos como lograr que el acceso a la tecnología sea incluyente y que no incremente las brechas entre trabajadores altamente calificados que pueden teletrabajar y capacitarse en línea, y aquellos de baja calificación que carecen de habilidades y herramientas básicas como acceso a internet, computadora o teléfono inteligente.
“En América Latina y el Caribe las tendencias en descargas de plataformas de teletrabajo, capacitación a distancia y plataformas de intermediación muestran un panorama prometedor, pero su alcance es aún limitado”, expuso el equipo de investigadores conformado por Oliver Azuara y María Victoria Fazio especialistas sénior de la División de Mercados Laborales del BID; las consultoras Anne Hand, Catalina Rodríguez y María Teresa Silva-Porto, y Lukas Keller ex consultor de la misma división.
Este es un desafío que corresponde también al sector educativo, para actualizar contenidos y articular las habilidades que adquieren los estudiantes en la escuela y las que el mercado laboral requiere, así como para impulsar programas de capacitación a distancia para mejorar la empleabilidad y facilitar la búsqueda de empleo de quienes perdieron su ingreso laboral.
En el estudio señalaron que los trabajos en la nube utilizan plataformas que van desde la alta especialización hasta operaciones mecánicas elementales, y necesitan de tres perfiles con capacidades de distinto grado, que pueden estar trabajando desde cualquier parte del mundo.
“Primero, los ‘expertos’, que requieren habilidades avanzadas y de experiencia en un área específica, como finanzas, desarrollo de software o gerencia de proyectos. Segundo, los ‘profesionales independientes’ (freelance), que incluyen actividades con nivel intermedio de habilidades, tales como la traducción o el diseño gráfico. Tercero, las ‘microtareas’, que no requieren de educación ni capacitación específica, ya que consisten en tareas básicas que se pueden realizar con el celular, por ejemplo”.
Las plataformas de tareas semiprofesionales o profesionales, que han incrementado su presencia en la región a raíz del COVID-19, también requieren un nivel de capacitación o educación en un área especializada.
Ante este escenario, en casi todos los países de América Latina y el Caribe hubo un incremento en las descargas de aplicaciones de capacitación entre el mes de febrero y marzo de 2020, cuando se desencadenó la pandemia, tendencia que puede ser también un reflejo de iniciativas impulsadas por los gobiernos de la región.
Algunos países han puesto a disposición del público cursos gratuitos en línea a través de plataformas abiertas, conocidos como Massive Open Online Course (MOOCs) de los institutos nacionales de formación (como INTECAP en Guatemala e INSAFORP en El Salvador).
Además, otras naciones están tratando de dar continuidad a la formación técnico-profesional mediante estrategias multicanal que incluyen el uso de plataformas LMS (como Moodle, Blackboard y Google Classroom), correo electrónico y WhatsApp, entre otros, para llegar a diferentes poblaciones con menos conectividad.
Algunos ejemplos son los talleres móviles de INFOTEP en República Dominicana, el uso de aplicaciones móviles y redes sociales por el SENA en Colombia y de aulas de Zoom en el Centro de Formación en Turismo de Perú.
“Es importante desarrollar herramientas que fomenten la alfabetización digital efectiva entre la población en edad de trabajar y las nuevas generaciones. Sin embargo, el mundo post-COVID-19 enfrentará una mayor restricción fiscal, por lo que la disponibilidad de recursos públicos puede ser limitada. Ante este escenario, será importante consolidar sinergias con el sector privado para afrontar la brecha digital en favor de la productividad”.
C$T-GM