Crisis detonará la capacidad autodidacta.
El complejo escenario al que nos enfrentó la pandemia de COVID-19 quizá no sea del todo una crisis para la educación en México, donde alrededor de 30 millones de niñas, niños y jóvenes que regresaron a clases en la modalidad a distancia, tendrán que desaprender para aprender en un mundo cada vez más digital que exige competencias autodidactas, mientras que los docentes se enfrentan al desafío de recabar evidencias sobre la efectividad del proceso de enseñanza… todo, a través de una pantalla.
“En este este proceso de Covid hay muchos aprendizajes y desaprendizajes. Es decir, yo ya desaprendí que necesito tocar al docente para tener certeza, porque ahí está en la pantalla, ahí me está acompañando. Es muy difícil desaprender, pero en estos entornos que estamos viviendo, extremos, hay que estar desaprendiendo, para seguir aprendiendo. Quizá no sabías que tenías estas barreras, porque tal vez no habías descubierto que sí puedes aprender sin docente”, aseveró Enriqueta Rivera Cañizales, doctora en Pedagogía.
Tanto los estudiantes como sus maestros, incluidos los padres de familia o cuidadores de los menores de edad, fueron sometidos a cambios muy repentinos ante el confinamiento al que obligó la pandemia por Covid-19; ninguno tuvo una preparación previa, a lo que se suma la escasa cultura respecto a la educación a distancia en México.
La experta en desarrollo de planes de estudio y diseño instruccional con enfoque de competencias, explicó que los estudiantes generalmente están más acostumbrados a que se lleve un acompañamiento directo, no sólo es exponer, sino también dialogar, diseñar experiencias, interactuar tanto con su grupo como con el docente y con otros compañeros.
Entonces, cuando las autoridades deciden suspender las clases debido a la pandemia, “pasamos de un ambiente analógico físico a uno digital, pero este ambiente está rodeado de muchos otros factores que van determinando el nivel de aprovechamiento de los estudiantes”.
Convivencia, una brújula para definir la personalidad
La especialista afirmó que existen muchos factores que están condicionando e incluso determinando el aprendizaje de los estudiantes en el modelo de educación a distancia, que van desde el hecho de que los niños y jóvenes están confinados en un entorno donde tienen que compartir espacio con sus figuras de autoridad moral, ya sea papá, mamá, abuelos o tíos, hasta que paradójicamente tienen menos acompañamiento en sus actividades.
En el aislamiento no tienen convivencia con sus pares, con quienes comparten historias, y la convivencia “le permite irse haciendo de herramientas para interactuar en sociedad e ir desarrollando su propia personalidad, que sabemos que son coordenadas para desempeñarse en la vida”, sobre todo en los niños de preescolar y primaria.
Incluso, señaló que muchos están en entornos de violencia física y psicológica, con la angustia de las personas con las que vive causada por el desempleo, a lo que se le puede sumar también el factor de las noticias de las muertes y casos de enfermos por el Coronavirus.
Además, están las dificultades de los docentes en el proceso enseñanza-aprendizaje, “no es lo mismo diseñar una experiencia de interacción o experiencia de aprendizaje donde los niños chiquitos, por ejemplo, tienen que tocar los objetos, tocarse ellos, vivir la distancia de un espacio físico para saber qué es lejos o qué es cerca. Esto no se puede recrear todavía con herramientas digitales”.
Rivera Cañizales consideró que la estrategia de educación a distancia aplicada en México lo que está haciendo es “tener espectadores a veces más activos, a veces menos activos, pero espectadores de una vida a través de una pantalla, ya sea televisión, tablet, una laptop o PC. Desde un modelo que veníamos trabajando vivencial, de tocar, interactuar, de oler, de tomar distancia física, a un entorno digital sí hay un salto enorme”.
Aprender en comunidad
Sin embargo, la doctora Rivera consideró que aunque haya declaraciones de la Unesco, o de la Cepal en el sentido en que esta pandemia está significando un retraso de 10 años en la educación, el escenario no es absoluto ni apocalíptico, porque hay iniciativas de profesores que están apoyando a los niños de una forma más cercana.
Pero además los profesionales de la educación tienen que trabajar en tener evidencias de que, efectivamente, se está aprendiendo, y sobre todo saber qué resultados están obteniendo, pero también se tiene que valorar que el estudiante cuenta con otras figuras para aprender, que puede ser no sólo la mamá o el papá, sino también el hermano o hermana mayor, o el abuelo o abuela, y aprender de forma distinta, aprender en comunidad.
Empero, recalcó que se tendrá que hacer un gran trabajo de investigación para saber cómo se está aprendiendo durante la pandemia, en un modelo a distancia impuesto ante una emergencia y para el cual nadie estaba preparado y que requería capacitación previa.
“Se tiene que investigar, necesitamos identificar cuáles son los escenarios reales en los que están aprendiendo los jóvenes, los niños, los adultos, y de esos escenarios poder contrastar con qué empezaron, cuál era su capital de conocimiento, sus habilidades sus competencias y con qué estarían llegando cuando pasemos a otra etapa del Covid, cuando ya sea estacionario, cuando tengamos vacunas, cuando regresemos. Vamos a regresar a otra realidad que nos lleva a otro tipo de precauciones, a otro tipo de valores, a otro sentido, hasta para la especie humana”
El nuevo perfil del alumno
En torno a si los niños y jóvenes regresarán a la escuela con nuevas habilidades o capacidades, la doctora aseguró que sí; “más allá de la resiliencia, lo cierto es que el ser humano siempre busca resolver, como pueda. La pregunta aquí es cómo se está resolviendo”.
“Sí va a tener un perfil distinto, y quizá quiera volver a las prácticas cotidianas de la exposición de la actividad y de participar, pero aquí la opción es que el estudiante pueda tener más iniciativa”, y que el docente les permita tomarla, porque los protagonistas de un proceso educativo son los estudiantes.
Entonces, sus maestros tendrán que valorar que los niños aprendieron sin docente, que tienen otras experiencias en su proceso de aprendizaje, y que sería fundamental que se den la oportunidad de escuchar sus historias, las pueda sistematizar, categorizar y clasificar esas historias “para saber con qué estudiante se está trabajando y poder sacar lo mejor de ellos”.
Al preguntarle si es posible contar con un plan de emergencia en materia de educación, ante un eventual rebrote de Covid-19 u otra emergencia que obligue a todos a mantenernos en casa, explicó que sí se podría prever desde la capacitación, así como estableciendo un diagnóstico de casos y sus posibles estrategias.
“No estoy hablando de poner internet en todo el país, es la capacidad autodidacta, de autogestión de la comunidad, de acompañamiento. Porque la internet no es democrática, no todo el país tiene, no todo el país tiene la misma calidad, tenemos todavía muchas comunidades donde los niños caminan cuatro o cinco horas para llegar a la escuela, que demuestran así su voluntad de aprender”.
Explicó que habría que pensar en dos momentos: primero, cómo se resuelve en lo inmediato y como se puede prever. “Lo cierto es que nos ayudaría mucho que los estudiantes supieran que su capacidad autodidacta es valiosa y la tienen, sólo hay que desarrollarla”.
Y ante la duda que tienen algunos padres de si en realidad los niños están aprendiendo, enfatizó que los pequeños tienen el poder para tomar la iniciativa y aprender con todo y las limitantes. “De hecho, desde los setentas hay una frase en educación que dice: el estudiante aprende con y a pesar del docente. Podemos decir, entonces, que el estudiante aprende con y a pesar del sistema”.
C$T-GM