“Siempre he sido una persona con un cuerpo gordo, he aprendido a aceptarme como soy, pero la noche en que subí una foto a mi Instagram con un disfraz para ir de carnaval, lo que logré en años, se cayó en segundos. Lo que para esas personas fue sólo un mensaje de burla, para mí fue un bomba que me partió en muchos cachos. Sentí pena, pero no por ellos, sino por mí. ¿Cómo me atreví a ofender con mi fealdad un espacio donde todo es bello y perfecto?”
Ésta es la voz de una persona que vivió en carne propia una terrible realidad: la violencia digital lastima tanto como la física, pero no se percibe como tal, porque no se ve… se siente, y tras una pantalla, no es posible identificar el dolor ajeno en su real magnitud.
Hoy, 17 de mayo es el Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, o bien el Día de Internet. Es la fecha propicia para reflexionar los cambios positivos que esta herramienta trajo a la humanidad, pero también para hablar sobre la responsabilidad que cada uno de los usuarios y usuarias tenemos para hacer del ciberespacio un lugar seguro.
Dado que las personas pueden estar inmersas dentro de la violencia digital y no saberlo, es importante abrir espacios para visibilizar lo que ocurre dentro de lo digital, prevenirlo y erradicarlo.
La violencia digital genera fuertes heridas emocionales y atenta contra la salud mental de las personas. Las ofensas expresadas en espacios digitales o a través de dispositivos tecnológicos, no son chistes, son violencia.
Dañar, aislar, excluir, insultar, amenazar, compartir información privada sin consentimiento de la persona o hacer uso de ella para obtener algún beneficio económico, es violencia.
Si bien, los espacios de convivencia digital tienen un papel muy importante en la vida social de las personas, al mismo tiempo pueden ser una puerta hacia la inseguridad y el mal manejo de la información, pues al ser terrenos de socialización, comunicación y libre expresión de ideas, se tiene la oportunidad de compartir contenido multimedia incluido elementos de la vida privada, esto los convierte en una zona de riesgo para que se lleven a cabo delitos cibernéticos y violencias virtuales, quienes son más vulnerables ante esto, son niños, niñas y adolescentes.
El problema no es menor si tomamos en cuenta que sólo en México, 50 por ciento de las niñas y niños de entre 6 y 11 años de edad, son usuarios de internet, y en el caso de los adolescentes de 12 a 17 años, el porcentaje está entre 80 y 94 por ciento.
Además, la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2020, muestra que 75 por ciento de la población de 12 años y más utilizó internet en cualquier dispositivo en el periodo comprendido entre julio y noviembre de 2020.
De esta población, 21 por ciento declaró haber vivido alguna situación de acoso cibernético siendo mayor para mujeres (22.5 por ciento) que para los hombres (19.3 por ciento).
Las mujeres, son especialmente afectadas por el fenómeno de la violencia digital. 35.9 por ciento reconoce que ha recibido insinuaciones o propuestas sexuales en espacios digitales; 33.4 por ciento asegura que ha sido contactada por personas mediante identidades falsas y 32.8 ha recibido mensajes ofensivos.
El efecto adverso de la violencia digital es el alcance que ésta pueda tener. Compartir una foto, un contenido, puede llegar rápidamente a muchas personas, puede volverse “viral” y entonces los comentarios ofensivos y el efecto de los mismos, pueden crecer de forma exponencial, así como el daño emocional que causa a la víctima, impactando en sus emociones, seguridad, autoestima y en sus diferentes esferas de vida.
De pronto, una persona que solía hablar con otros deja de hacerlo, alguien que gustaba de salir y reunirse con amigos se aísla, quien disfrutaba de subir contenido a las redes sociales deja hacerlo y en la peor de las consecuencias, alguien que vivía, decide dejar de vivir.
Se puede pensar que un comentario, que una reacción a una foto no tiene mucha validez, pues la persona no está viendo eso, sin embargo, es real que las personas experimentan emociones negativas a causa de esto.
El uso de las redes sociales es tan cotidiano que hemos llegado a pensar que son lugares “seguros”, sin antes asegurarnos que la persona con quien se comparte contenido lo sea, por ejemplo.
Es importante que internet sea un espacio seguro donde se garantice el respeto entre las personas. Es así que si en la familia se escuchan frases como “el respeto ante todo”, “no le pegues a tu compañero” o “respeta a los mayores”, tal vez también se deba incluir “si navegas en internet, respeta a los demás”.
Los esfuerzos desde el ámbito gubernamental son diversos, pero el camino aún es largo. Por ejemplo, en materia de Ciberbullying, el gobierno federal realiza diversas recomendaciones para evitar que las y los jóvenes sean víctimas de ciberacoso.
Desde el lado de la iniciativa privada, los esfuerzos se han intensificado. En 2021, la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de México (AEFCM) anunció que de la mano de AT&T México se puso en marcha un programa de Civismo Digital que formará parte de los planes de estudio de niñas y niños de la entidad.
El objetivo de este programa es brindar a la comunidad estudiantil las herramientas necesarias para que puedan usar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) de manera eficiente, segura y responsable. Esto es, usar la tecnología a su favor, aprovechando todos los beneficios y disminuyendo los riesgos propios del entorno digital.
Por su parte, Telefónica Movistar se unió recientemente con la Fundación PAS para realizar acciones dirigidas a proteger a menores de 18 años en el entorno digital y trabajar por su bienestar y desarrollo.
Así, crearon el canal de denuncia Te Protejo México, una línea de reporte online para que cualquier persona pueda reportar de modo anónimo páginas de contenido inapropiado como material de abuso y explotación sexual infantil detectado en internet.
Inculcar el respeto en el ámbito familiar debe involucrar la forma en la que cada vez con más frecuencia, llevemos nuestra vida digital. Desde la infancia es primordial aprender que convivimos en un mundo donde los demás, siempre serán diferentes a mi. El cuerpo, la cultura, el pensamiento y las creencias del resto son diferentes y merecen mi respeto.
Las diferencias generan diversidad y la diversidad es riqueza. Se debe educar en apreciar esa riqueza, en lugar de juzgarla y verla como ajena.
Hoy que es Día del Internet, reflexionemos sobre las diversas formas de violencia digital y hagamos de la empatía una práctica más común. Quizá esto nos permita, como sociedad, entender cómo es que si la violencia es digital, duele tanto.
C$T-GM