En los tiempos actuales no es extraño escuchar a cada vez más niñas, niños y adolescentes expresar su deseo de ser “influencer”, y aunque el concepto es conocido por los adultos, estos no siempre tienen claras las metas y aspiraciones que este tipo de personajes de la era digital generan en las infancias, y menos aún cómo reaccionar ante un lenguaje que les resulta ajeno y complejo.
El reciente inicio del ciclo escolar 2022-2023, que regresó a las aulas físicas a más de 24 millones de alumnas y alumnos a nivel nacional, es un momento perfecto para reflexionar sobre las inquietudes e incertidumbre que genera la forma en la que los más pequeños del hogar observan su futuro.
De entrada, es importante entender que no todo lo que se ve en los medios digitales es real y que quienes son considerados “influencers”, son personas de carne y hueso que se frustran y se equivocan; es decir, lo que se ve en la pantalla no salió bien a la primera y puede ser el resultado de un largo proceso.
Pero demos un paso atrás, ¿quiénes pueden considerarse influencers? Un influencer es aquella persona con presencia e influencia en las redes sociales y que puede ejercer un papel de recomendador de marcas; pero más allá de eso, es alguien que muestra su vida y se convierte en un modelo a seguir para otros, desde hábitos, ropa, música, creencias, preferencias, etcétera.
Para entrar en esta categoría, es importante el número de seguidores, por ejemplo, un microinfluencer es aquella persona con menos de 10 mil seguidores y un megainfleuncer oscila entre 500 mil y un millón 500 mil seguidores.
Con estos números, es fácil pensar que probablemente lo que estén buscando las niñas, niños y adolescentes al querer ser parte del universo influencer, es que todas esas personas les escuchen, aprueben y quieran.
Y es que existe una necesidad legítima de ser escuchados y comprendidos por otros, sobre todo, después de aislarse de sus círculos sociales durante la pandemia. El riesgo radica en pensar que el número de seguidores es sinónimo de éxito y de ser valorado, cuando definitivamente esto no puede medirse bajo estos parámetros.
Además, las y los influencers han creado una burbuja de fantasía que hace creer a las niñas, niños y adolescentes que hacer videos es cosa fácil, pero sobre todo, que genera dinero con un esfuerzo que parece mínimo.
Si bien es cierto que sus sueldos oscilan por ejemplo en Youtube, entre entre 200 y 20 mil dólares por publicación; en Facebook, entre 100 y 10 mil dólares por publicación; en Instagram pueden llegar a cobrar entre 250 y 25 mil dólares y en TikTok de 100 y 750 dólares, es importante conversar con las infancias sobre lo que se tiene que hacer para alcanzar esas sumas.
Como se mencionó antes, el trabajo de muchos influencers es el resultado de años de esfuerzo y de una construcción constante, por ejemplo, muchos de ellos comenzaron con cámaras básicas hasta que pudieron comprar otras de mejor calidad, equipos de edición e incluso formaron equipos de profesionales para realizar cada vez mejores trabajos.
La competencia en el mercado de los influencers no es fácil, muchos fracasan y terminan por cerrar sus cuentas. De hecho, no todos son aclamados por las audiencias y pueden llegar a ser víctimas del “hate” de quienes opinan y los insultan detrás del anonimato, además de convertirse incluso en víctimas de violencia digital.
En cualquier profesión, el esfuerzo y la constancia son requisitos necesarios para reunir experiencia y ser cada vez mejor, lo mismo un médico, que una abogada o un científico, ser influencer exige trabajo diario.
Las personas que conviven con niñas, niños y adolescentes deben hacerlos ver que ser parte del mundo digital como creador de contenido conlleva una gran responsabilidad y que no debe verse como un atajo para hacer sólo las cosas que se quieren sin esfuerzo alguno.
Inculcar en familia la importancia de marcarse metas y que éstas son una construcción constante, así como reflexionar en conjunto sobre lo que puede considerarse una vida exitosa, es parte de la nueva dinámica en la educación que exige el momento digital en el que nos encontramos, pues aunque la sociedad vende una idea, no significa que la tengamos que seguir.
La conocida plataforma TikTok es otro ámbito de preocupación para muchas madres, padres y cuidadores de familia que suelen ver con extrañeza cómo las infancias pueden pasar horas frente a la pantalla de un celular o tablet viendo videos, cuya principal característica es que son sumamente cortos (menos de un minuto).
La realización de retos virales o challenges, que son altamente populares entre los adolescentes, y que hacen referencia a acciones que se proponen a los usuarios (bailes, canciones, desafíos, bromas), es otro elemento que eleva el atractivo de los “tik tokers”.
A diario, millones de personas se graban aceptando el reto y lo difunden a otros usuarios. Esta interacción les ayuda a ganar muchos likes, comentarios o seguidores en poco tiempo. Esto resulta ser de importancia para ellos, pues están en búsqueda constante de aprobación. Sin embargo, realizar retos virales, conlleva el riesgo que puede suponer la aceptación de dinámicas peligrosas que pueden poner en riesgo su vida.
Aunque los espacios digitales también son usados por influencers o tik tokers que muestran contenido educativo y útil, la realidad es que son los menos, por lo cual es muy importante hablar también sobre cómo las y los menores de edad quieren ser vistos a futuro y las implicaciones de dejar su imagen asociada a un perfil que quizá en algunos años, ya no les guste o les haga sentirse incómodos.
En un mundo digital, donde prevalece la idea de que ser influencer es lo más genial, divertido y redituable que hay, es muy importante, por lo que además de revisar tareas y checar uniformes, las madres, padres, cuidadores de familia y los docentes, se deben interesar con más fuerza en las metas de sus hijas, hijos y alumnado a largo plazo, las referencias de profesiones que les gustaría alcanzar, quiénes son aquellas personas que les inspiran y cómo planean alcanzar sus objetivos.
También es importante conversar en familia y en la aulas sobre cómo en las plataformas digitales se difunde un concepto de éxito basado sólo en la adquisición de cosas materiales, viajes exóticos y relaciones sociales con gente “bonita”.
Estar al pendiente sobre las nuevas modalidades de interacción y de los modelos que representan los influencers para las infancias, es clave y para ello es necesario tener un canal de comunicación abierto y de confianza que permita conocer de primera mano sus intereses, quién y cómo los inspiran, así como la forma en que esto impacta en sus decisiones.
Sea cual fuere el camino profesional que las niñas, niños y adolescentes decidan tomar, es claro que se encontrarán con desafíos, tendrán logros que serán resultado de su trabajo, pero también habrá pérdidas y situaciones consideradas como un fracaso; sin embargo, no debemos permitir que pierdan la perspectiva: todo en la vida implica esfuerzo y constancia, y ser influencer, no es la excepción.
C$T-GM