Dentro de las principales prácticas que son necesarias para la educación de niños y adolescentes se encuentra la crianza entendida como aquellas acciones o comportamientos dirigidos a garantizar la supervivencia, crecimiento, desarrollo psicosocial, y que facilitan los aprendizajes que permiten a los hijos reconocer e interpretar el entorno que les rodea.
Es decir, a través de las prácticas de crianza, madres y padres de familia brindan a sus hijas e hijos herramientas para afrontar la vida. Por otro lado, el acceso a Internet se ha convertido en una actividad cotidiana entre la población mexicana y le acompaña en la mayoría de sus actividades, ya sea directa e indirectamente.
Ante la pandemia por COVID-19, niños, niñas y adolescentes han pasado más tiempo en casa conectados a internet, un medio que les brinda grandes oportunidades para encontrar información, continuar con sus actividades educativas y estar en contacto con sus seres queridos.
Si bien, el uso de medios digitales puede ser una herramienta para la educación y el acceso a la información, también puede ser una puerta hacia la inseguridad y el mal manejo de la información y los menores pueden estar exponiéndose a información no apta para su edad (violencia, pornografía, imágenes gore, etcétera), contactar con extraños que puedan tener intenciones de daño, compartir información privada que puede desencadenar en un secuestro, robo de información o estafa, acosar o ser acosado mediante las redes sociales, juegos o retos virales peligrosos (por ejemplo, el tan sonado reto de “la ballena azul”), entre muchos otros riesgos.
Por ello, es importante que se añada a las prácticas de crianza y conocimiento sobre el uso de medios digitales, como herramienta de prevención y de intervención ante estas problemáticas. Si los adultos no cuentan con estos conocimientos, podrían encontrarse en desventaja frente a sus hijas e hijos y no saber por los riesgos que pueden estar pasando.
De acuerdo con datos de la UNICEF (2020), en México, 50 por ciento de las niñas y niños entre 6 y 11 años eran usuarios de internet o de una computadora y en el caso de los adolescentes de 12 a 17 años, entre el 80 y 94 por ciento usan internet o una computadora. Desafortunadamente, internet también representa riesgos para la niñez y la adolescencia.
Según las encuestas nacionales, 25 por ciento de las y los adolescentes de entre 12 y 17 años ha vivido alguna forma de ciberacoso en México. Aunado a esto, las autoridades federales también han advertido un incremento importante de crímenes digitales, violencia en internet y tráfico de pornografía infantil a lo largo del confinamiento.
Por otro lado, con relación a datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), 2020, se estimó una población de 84.1 millones de usuarios de internet, que representan 72.0 por ciento de la población de seis años o más. Esta cifra marca un dato importante: desde temprana edad, los niños comienzan a hacer uso del internet y este uso tendría que ser supervisado.
Con relación a los distintos grupos de edad usuarios de internet, la mayor proporción de usuarios respecto al total de cada grupo de edad, es el de 18 a 24 años con una participación de 90.5 por ciento. El segundo grupo de edad donde el uso de internet está más generalizado, es el de 12 a 17 años, con 90.2 por ciento. En tercer lugar, se encuentran los usuarios de 25 a 34 años, quienes registraron 87.1 por ciento. Por su parte, el grupo de edad que menos usa internet es el de 55 y más años, ya que registraron 37.5 por ciento.
Tomando estos datos como relevantes, se observa que el porcentaje de adolescentes y niños que usan internet es mayor al porcentaje de adultos. Este puede ser un dato de alarma, pues los adultos se están quedando atrás en cuanto a conocimientos y prácticas de medios digitales, lo cual puede ser un factor de riesgo en sus prácticas de crianza, debido a que no tendrían los conocimientos para educar y enseñar a sus hijos sobre el uso adecuado de las herramientas digitales.
Sánchez y Robles (2016) mencionan que la labor de padres y madres tendría que reforzar sus conocimientos sobre dispositivos digitales al mismo tiempo que deben disponerse a crear un clima de confianza con sus hijos, en donde la seguridad sea una tarea en equipo. Los adultos deberían estar preparados para escuchar, apoyar y ayudar a sus hijos en caso de que se produzca algún incidente.
Es importante que esté presente el clima de la confianza, pues en ocasiones cuando los padres y madres se muestran muy autoritarios, los niños y adolescentes tienden a ocultar emociones y sucesos por temor a ser regañados o castigados y esto puede ponerles en una situación de riesgo en la que por miedo a hablar cedan ante peticiones de sus agresores.
Otros factores como los nuevos tipos de familias, donde ambos progenitores trabajan y debido a la falta de tiempo de quien funge como tutor o tutora del menor, pueden generar una falta de supervisión sobre las herramientas digitales.
Lo recomendable para madres y padres de familia es conocer las circunstancias y usos en los que ocurren estos riesgos para el menor, para que, de esta forma, se pueda abrir un espacio de escucha e identificar los factores que llevaron al menor a ponerse en riesgo, para posteriormente dar una orientación.
Sin embargo, si padres y madres no están inmersos en conocimientos sobre medios digitales, difícilmente podrán ayudar a sus hijas e hijos en caso de ser necesario. La UNICEF (2020) recomienda a padres y madres de familia tomar algunas medidas sobre el uso de medios digitales para cuidar del bienestar de sus hijas e hijos, algunas de ellas son: configurar controles parentales y filtros de búsqueda segura en el dispositivo que usan niñas, niños y adolescentes y en las aplicaciones digitales que utilizan.
Para redes sociales y videojuegos, configurar las opciones de privacidad más estrictas, comprobar que el dispositivo que ocupan, tenga instalados programas de seguridad conocidos como firewalls, antivirus y bloqueadores de ventanas emergentes, enseñarles a fomentar la amabilidad y el respeto, que no difundan rumores, burlas o imágenes hirientes, pasar tiempo con ellos en internet, enseñarles a mantener en privado su información personal, ayudarles a reconocer y evitar contenidos erróneos e inapropiados, observar sus reacciones y conductas.
Algunos cambios de comportamiento pueden indicar posibles situaciones de abuso sexual como: mal humor, angustia, pesadillas frecuentes, ansiedad, ira, introspección o depresión. En caso de ser necesario llamar a la Procuraduría de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes que es la institución responsable de protegerles.
Es importante que los adultos no sólo usen el internet como medio de entretenimiento, sino que se eduquen en las actividades que sus hijas e hijos realizan para estar alertas ante cualquier peligro. El conocimiento sobre el uso de medios digitales, también se podría convertir en una práctica de crianza más pues se estaría educando a los menores en hacer un uso adecuado de estos medios y con ello fomentar una cultura de prevención ante posibles riesgos.
Es importante que el adulto se implique en el aprendizaje y la convivencia de los soportes digitales en familia, evitando caer en la restricción, para favorecer un clima de confianza en el hogar que permita a los menores acudir a sus padres o adultos de referencia, en caso de encontrarse en alguna situación de riesgo.
C$T-GM