El último mes del año está en marcha y con ello múltiples mensajes que podemos ver en los medios y los espacios sociodigitales sobre lo que “debería” ser esta temporada: felicidad, unión familiar, compras, regalos, abundancia, reuniones, fiesta.
Si todo ello nos manda un mensaje de alegría, ¿cuál es la razón por la que algunas personas se sienten tristes y sin ganas de festejar? Existen diferentes motivos y circunstancias que pueden llevar a una persona a pasar por lo que se conoce como tristeza navideña.
Por ejemplo, recordemos que hay personas pasando por un proceso de duelo, en medio de un divorcio, con familia en hospital, tratando de vencer alguna enfermedad, quienes están a millas de distancia de sus seres queridos y ni qué decir de quienes tienen a alguna persona desaparecida, desde luego, para ellas y ellos, no son días de felicidad.
Por otro lado tenemos la presión social y los gastos de los regalos, la reducción de algunas actividades debido al mal tiempo, el cambio de luz, reuniones con familiares a los que no tenemos muchas ganas de ver o decepción al ver que no hemos cumplido los objetivos que marcamos el año que está por concluir.
Todos estos son factores que pueden disminuir nuestro estado de ánimo y ocasionar la tristeza navideña, también conocida como depresión blanca o blues de navidad: una afectación psicológica pasajera en el estado de ánimo que conlleva a la tristeza, apatía, nostalgia y a desear que estos días pasen rápido. Además, puede agudizar otros padecimientos como la depresión o la ansiedad.
Estos son algunos síntomas que presentan las personas con tristeza navideña:
· Sentimientos intensos de tristeza y nostalgia.
· Apatía (pérdida de interés y desánimo para participar en estas fiestas y sus rituales).
· Problemas relacionados con el sueño y la alimentación.
· Sintomatología ansiosa.
· Tendencia al aislamiento y dificultades para interactuar con las demás personas.
· Necesidad de volver a la rutina.
Y es que la cena de Navidad es para muchas personas la antesala del cierre del año, donde de forma más o menos consciente comienza a hacerse un balance sobre lo transcurrido en el mismo.
Dependiendo de este análisis, hay personas que pueden considerar que ha sido un año negativo y que se suma a otros tantos de no haber conseguido el éxito deseado, lo cual puede generar este cambio en su estado de ánimo.
Otro factor que influye en la aparición de esta afectación es que podemos encontrarnos solos por diversas circunstancias, como por estar trabajando lejos, haber perdido algún familiar o por habernos distanciado de los amigos.
Vivimos en una sociedad en la que la soledad o el aburrimiento son criticados y no tolerados: “¡cómo no te gusta la Navidad, si es la mejor época del año!”, “¡qué grinch eres!”, “¡Deja de amargarte la vida y mejor disfruta porque vida sólo hay una!”
Son algunas de las frases que solemos escuchar y que sólo hacen presente la falta de empatía y comprensión de quienes sí experimentan felicidad generando que quienes pasan por la tristeza navideña prefieran aislarse por temor a sentirse obligados a estar felices.
Las pérdidas de los seres queridos también van a afectar, pues en las reuniones familiares estas ausencias son más significativas y el vacío que nos dejan se vuelve más presente. Muchas personas están en proceso de duelo y la exposición de este momento puede afectarles con más intensidad.
También puede ser motivo para no sentirse parte del festejo y que otros familiares obliguen a la persona a participar en los rituales y sonreír lo cual, desde luego, acentuará más el malestar.
Todo esto sucede dentro de una era digital donde existe una constante comparación social debido al auge de las redes sociales, lugares en los que miramos cómo se va construyendo la felicidad del otro y tendemos a comparar nuestras experiencias, condiciones y contextos, preguntándonos por qué no somos así de afortunados.
Es cierto que son días donde las personas suelen publicar con más frecuencia sobre reuniones, regalos y momentos de “felicidad”, pasar mucho tiempo ahí para quienes están pasando por una tristeza navideña no es tan buena idea, pues al voltear a ver lo que otros están haciendo y el cómo se están sintiendo, acentúa más el sentimiento de nostalgia, soledad, añoranza y puede aparecer también la culpa: por qué me siento así cuando debería estar feliz.
La comparación con las experiencias ajenas mostradas en los espacios sociodigitales, nos puede hacer sentir no suficientes, que lo que hacemos tiene poco valor o la sensación de que jamás cumpliremos nuestras metas dañando nuestra autoestima y confianza, además de generarnos un alto nivel de frustración.
Pero ¿y si usáramos las redes sociales en nuestro favor? Estas plataformas pueden ser excelentes aliadas para gestionar emociones, quizás poniéndonos en contacto con alguien a quien hace tiempo no vemos, ver videos para motivarnos, leer o ver alguna película, escribir un blog, etcétera.
Las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) ofrecen un sinfín de actividades que pueden ayudarnos a mejorar nuestro estado de ánimo. Además, recordemos que las redes sociales no siempre muestran la realidad de las personas.
Es importante validar nuestros logros, además de aceptar los cambios y adaptarnos a ellos.
Para mejorar nuestro estado de ánimo, es importante tomar en cuenta, en primer lugar, el cómo queremos pasar la temporada navideña, aceptar nuestra realidad, las circunstancias propias y nuestro estado emocional. No está mal sentirse triste, lo importante es reconocerlo y dejar de negarlo.
También es clave que soltemos los estándares sociales, evitar la comparación con otras personas y reconocer que estos días no son lo mismo para todos y existe la dualidad en todos los momentos de la vida, tener en cuenta que ese sentimiento, como todos los que forman parte de nuestra vida, es pasajero y no hay nada de negativo en experimentarlo.
Si enfocamos en exceso la atención en lo negativo, por ejemplo, en pensar en aquellas personas que ya no podrán acompañarnos en la mesa, en cómo sobrevivir a aquel familiar que no nos cae bien, en el gasto que implica comprar tantos regalos, en aquello que no logramos durante el año, será más complicado el pasar de los días, sin embargo, si focalizamos en algo positivo, por ejemplo, en lo que sí tienes, el sentimiento de desánimo y tristeza irá bajando de intensidad.
Sea cual sea el motivo, debemos intentar averiguar qué es lo que realmente nos daña o por qué nos afecta este periodo festivo; es decir, la Navidad en sí misma o el entorno. Las publicaciones que vemos en las redes sociales no son dañinas porque sí, el dolor o la angustia que nos producen viene dado por algún conflicto propio que no se ha resuelto.
Para dar solución al problema es importante que en primer lugar sepamos cuál es, qué emociones nos genera y con ello cuáles son las acciones que tendemos a realizar, de esta forma se tiene el control y poco a poco encontraremos formas de abordarlo.
También es importante poner atención en empatizar con los seres queridos que podrían pasar por esto y no exigirles que convivan o estén felices, no sabemos lo que hay detrás de las personas, por ello es importante que, ante todo, llevemos puesto el respeto.
Si notas que, aun pasados los días festivos, sigue el malestar emocional y la tristeza aumenta, es importante acudir con un profesional de la salud mental que puede ayudarte en todo momento.
Tomemos en cuenta que mientras algunas personas postean y comparten su felicidad, otras están pasando por una triste Navidad. No sabemos cuándo nos puede tocar a nosotros estar en ese oscuro lugar. Seamos empáticos y conscientes en estos días. No obliguemos, acompañemos.
C$T-GM