Recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó en su Broadband Portal las estadísticas de acceso a banda ancha en la población de sus países miembros. Lejos de ser meramente un “ranking”, esta información es relevante para conocer la magnitud del esfuerzo que varios de los países deberían hacer para llegar a los niveles de las economías más desarrolladas.
En este artículo de opinión se propone una lectura alternativa al encuadre del “ranking” que tiende a predominar cada que la OCDE actualiza sus estadísticas para enfocarse en la magnitud de los cambios que esta información refleja.
De acuerdo con la OCDE, en México había al cierre de 2015 alrededor de 14.6 millones de accesos fijos a Internet por 63.1 millones móviles. Esto daría una penetración en la población de 12.1 conexiones fijas y 52.1 móviles por cada 100 habitantes.
Si se comparan estos resultados con los de 18 meses antes (el segundo trimestre de 2014), se tiene que en ese momento se registraron 13.8 millones de accesos fijos a Internet por 47.28 millones móviles, lo que representaba 11 conexiones fijas y 34.24 móviles por cada 100 habitantes.
No es secreto que las tecnologías móviles han sido importantes habilitadoras del acceso a Internet en los últimos años y tienen el potencial para continuar difundiéndolo. Por esta razón es útil no sólo preguntarse cómo se compara México con otras economías, sino cuál ha sido su avance.
Siguiendo el encuadre común del “ranking”, se observa que México estaría lejos de los niveles registrados en la OCDE que para el cierre de 2015 tenía de manera agregada 29 accesos fijos y 90.32 móviles a Internet por cada 100 habitantes.
Si se tomara como “dogma” el tener que alcanzar esos niveles, México necesitaría tener en ese mismo periodo 35.1 millones de conexiones fijas a Internet y 109.3 millones móviles.
Estas cifras presentan una dificultad fundamental, pues esos 35.1 millones de conexiones fijas “necesarias” superan el número de hogares en México al final de 2015 y los 109.3 millones de conexiones móviles representan más de un millón de suscripciones de las que había en ese momento en el mercado.
El encuadre del “ranking” para medir el total de accesos, por lo tanto, puede pecar de exceso de idealismo o estar disociado de las condiciones en el mercado doméstico. Un encuadre alternativo sería medir la magnitud del avance y cómo se compara con países con los que se puede trazar una relación o similitudes en el desarrollo de las telecomunicaciones.
Para este ejercicio, Telconomia compiló la información histórica presentada por la OCDE para cinco países (Estados Unidos, Canadá, México, Chile y Colombia), así como los indicadores de banda ancha para la OCDE de manera agregada.
Tomando un periodo de 18 meses para la comparación (2T 2014 – 4T 2015) se observa que en accesos fijos a Internet México se ubica como el cuarto lugar en esta muestra en cuanto a crecimiento porcentual (+6%) en cuanto a conexiones totales registradas.
Sin embargo, fue el último lugar en crecimiento en términos de penetración en la población (+1.1 conexiones por cada 100 habitantes). Chile mostró el crecimiento de accesos fijos más elevado en términos porcentuales en esta muestra y Colombia encabeza la lista en cuanto a crecimiento en accesos por cada 100 habitantes.
En este mismo lapso de tiempo, México fue el segundo lugar en la muestra de cinco países en cuanto a crecimiento porcentual del número de accesos móviles a Internet (+33.4%) y también el segundo en crecimiento en penetración de conexiones móviles por población (+17.9 por cada 100 habitantes).
Este ejercicio permite matizar el encuadre que por años viene dando la misma conclusión: México y los países de Latinoamérica como últimos en acceso a Internet. La información presentada por la OCDE ayuda a comprender mejor en dónde están los retos en materia de acceso.
La información de los últimos seis años muestra que la evolución del acceso móvil en general ha tenido un crecimiento destacado en esta misma muestra de países y en la OCDE de manera agregada.
Esta lectura alternativa de los datos de la OCDE sobre acceso a la banda ancha delinea el potencial de varias economías en el continente americano, pero para reflexionar sobre los retos es preciso considerar las diferencias estructurales para la provisión de servicios fijos y móviles.
En América Latina diversos gobiernos han emprendido acciones para identificar bandas de espectro para adjudicarlas y permitir aumentar la capacidad de las redes móviles, pero también lanzar servicios de banda ancha móvil (3G y 4G), pero en términos generales todavía se trabaja para conseguir despliegues de infraestructura para garantizar cobertura a la población.
Además de una política de espectro es necesaria la estructuración de marcos reglamentarios que permitan desplegar elementos de las redes de acceso, como torres y radiobases, así como de transporte, como cableado de fibra óptica. Se debe considerar además que estas redes deben ser densificadas conforme aumenta el número de usuarios.
Para los servicios fijos es importante ampliar la llegada a los hogares con tecnologías que compitan con los accesos de cobre, como cable o fibra óptica, pero también modernizar los elementos de transporte que permitan competir en términos de velocidad. Estas inversiones son costosas y dependen de que exista una escala de usuarios suficiente para ver un retorno de la inversión.
Es importante considerar que el crecimiento en el acceso móvil puede potenciar la demanda por puntos de acceso fijo para soportar el uso de dispositivos móviles para el consumo de contenidos sobre Internet.
Por esta razón, aunque existan diferencias estructurales por tipo de acceso es importante considerarlas como parte de un mismo entorno desde el ámbito de las políticas públicas.
C$C-EVP