La respuesta corta es: en nada. Pero debemos admitir que la pregunta es provocativa y bizarra, de tal manera que exige un poco de reflexión. Veamos: Isaac Asimov fue un prestigioso profesor de Bioquímica en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, nacido en Rusia y posteriormente nacionalizado estadounidense (murió en Nueva York en 1992) y se convirtió en el autor contemporáneo más importante del género de la Ciencia Ficción, a la que aportó las “Leyes de la Robótica”.
Terminator fue un temible personaje de ficción del cine de Hollywood, que era un robot asesino mandado desde el futuro (año 2029) por una inteligencia artificial llamada Skynet que impulsa a las máquinas y ha tomado violentamente el control del mundo. El exterminador es robot, una máquina de matar totalmente indestructible, cuya misión es asesinar a la mamá del que será el futuro jefe de los rebeldes, antes de concebirlo.
Papá Pitufo, fue un duende de caricatura de color azul cielo, que comandaba una tribu de pequeños duendes similares a él, quienes vivían pacíficamente en el bosque, habitando hongos rojos con puntos blancos como casas y quienes vivían aterrados del malvado ermitaño Gárgamel y su también malvado gato Asrael, quienes sólo buscan atraparlos para comerlos.
Es lógico encontrar el nexo entre las Leyes de la Robótica de Isaac Asimov, que planteaban la estricta prohibición de que las máquinas (robots) dañaran a los seres humanos y/o actuaran de manera autónoma sin control de las personas, como único freno ético para evitar el caos; y la malvada inteligencia artificial Skynet que precisamente cruza ese límite y provoca la destrucción de la Tierra al poner a las máquinas por encima de la humanidad y sin control.
Pero en esta trilogía de personajes, Papá Pitufo parece sobrar, hasta que se observa una tendencia actual –totalmente verdadera—del desarrollo de la tecnología y se le usa para compararlo con los otros personajes.
La tecnología en cuestión es la computación cuántica, un desarrollo tecnológico que implica un poder de cómputo absolutamente insospechado para la humanidad.
Cálculos que hoy, con las computadoras más poderosas del mundo, pueden llevar años antes de ser completados, la computación cuántica los puede hacer en cuestión días o semanas, cuando mucho.
Sistemas de encriptación de información tan complejos que a las mentes más brillantes (tanto del bien como del mal) armadas como la más elaborada inteligencia artificial, les llevaría años desentrañar, la computación cuántica alimentada con una inteligencia artificial generativa bien entrenada, le tomaría días.
Estas dos herramientas juntas (cada una de ellas está hoy en desarrollo), cuando estén terminadas y en plena operación conjunta, pueden cambiar el mundo radicalmente hasta puntos que harían las delicias del profesor Asimov.
Una mente brillante y futurista como la suya, quizá no pudiera concebir máquinas tan poderosas y capaces como la computación cuántica alimentada por Inteligencia Artificial Generativa que puedan resolver en cuestión de horas secuencias genómicas de especies completas; o que puedan desarrollar medicamentos para prevenir el cáncer; o producir materiales de construcción que hoy no existen ni en la naturaleza, ni creados por el hombre.
Tampoco podría imaginar una dupla tecnológica que pueda hacer que la logística funcione como un mecanismo perfecto y de precisión quirúrgica a lo largo y ancho del mundo; o que el sector financiero se libre de una vez y para siempre de cualquier intento exitoso de fraude, como prometen estas tecnologías combinadas.
Pero junto con estas posibilidades increíbles de progreso humano, también vienen aparejados riesgos reales de que las máquinas se conviertan en un Skynet.
La Inteligencia Artificial Generativa combinada con la computación cuántica, es como “darle esteroides”, señalan los especialistas y puede generar riesgos reales en materias tan delicadas como seguridad nacional o cambio climático.
Y es ahí donde entra Papá Pitufo para establecer un punto de comparación.
Mientras Isaac Asimov podría estar viendo con preocupación estos desarrollos, si la combinación de ambas tecnologías toma un mal camino por falta de precaución en la gobernanza de los datos, el caos que se generaría haría ver a Terminator como Papá Pitufo.
Es decir, son tecnologías tan poderosas, que podrían tomar el control de la humanidad con resultados catastróficos. Tanto, que el escenario de Skynet podría parecer una simple caricatura.
Por supuesto, habrá quienes digan que esto no va a ocurrir nunca y que son simples paranoias de personas que no conocen los procesos de desarrollo tecnológico, pero el poder de la computación cuántica y de una Inteligencia Artificial Generativa con un entrenamiento gigantesco, desde luego pueden implicar riesgos que se deben prevenir a través de un cuidado ético de su propio desarrollo.
C$T-GM