En un mundo en el que la dependencia a las pantallas de los dispositivos es creciente, más de 300 millones de personas viven con depresión. Tristeza permanente, pérdida de interés o placer en las actividades de la vida cotidiana, aislamiento, trastornos del sueño y del apetito, falta de concentración y sensación de cansancio, son algunos de sus síntomas. Y no, no se reducen ni desaparecen con sólo “echándole ganas”.
Hoy 13 de enero que se conmemora el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, hablemos de este trastorno mental partiendo de una verdad: somos seres bio-psico-sociales, y también, digitales, con cada vez más aspectos de la vida determinados por el uso de la tecnología.
El estigma social que pesa sobre la depresión, el desconocimiento sobre la importancia de obtener orientación médica especializada y las alternativas como terapias psicológicas y/o tratamientos con psicofármacos, así como la falta de información sobre los síntomas, hacen difícil la detección de este trastorno mental.
Y es que, no sólo la persona que padece depresión puede tener problemas para identificar de inicio que se encuentra pasando por un episodio que va más allá de un mal día o un “bajón emocional”.
La depresión está tan presente en la vida moderna, que incluso ahora mismo podríamos estar viendo las redes sociales de alguna persona conocida que postea alguna frase motivadora o la foto de su auto recién comprado, pero que en la intimidad de su casa, está enfrentando algún síntoma relacionado con esta condición.
En este espacio hemos hablado varias veces de que no todo lo que se ve en el mundo digital es cierto, y más aún cuando se trata de las emociones. ¿Será que estamos usando las pantallas de los dispositivos para parecer felices y enmascarar un dolor emocional?
La depresión impacta en las diferentes áreas de vida de las personas, generando que poco a poco se comience a decaer en ellas: evitar salidas con amistades, dejar de ir a trabajar o estudiar, incluso perder el interés en actividades básicas como bañarse y comer.
Existen diversos tipos y grados de depresión, los cuales se diferencian por su duración, evolución y nivel de impacto en el desempeño de actividades rutinarias y relaciones interpersonales, algunas de ellas son la depresión mayor o la depresión post parto.
Un elemento relevante que debemos considerar es que la depresión se presenta como consecuencia del déficit de serotonina, es decir, nuestro cerebro empieza a tener problemas con la segregación, absorción y recepción de esta sustancia química, pero ¿qué provoca esto? ¿cómo lo podemos compensar? y ¿qué rol juega la tecnología?
En un mundo cada vez más digital, es indiscutible el apego a los dispositivos tecnológicos que hemos desarrollado y que nos está llevando a nuevos hábitos digitales, muchos de ellos que afectan de manera negativa aspectos clave de la salud física y emocional como la cantidad y calidad del sueño, la productividad y la socialización con el entorno.
En este punto, coincido con Alexis Solís Romero, académico de la Facultad de Psicología de la UNAM, quien refiere que si bien el uso de dispositivos como la computadora o el celular no es un problema en sí mismo, sí lo es dejar de lado actividades sociales que nos ayudan a producir serotonina como conversar o interactuar cara a cara, hacer ejercicio o realizar algún hobbie.
Esas largas horas que dedicamos a ver publicaciones en las redes sociales, no sólo nos restan tiempo y dedicación a actividades sociales positivas, sino que tienen un serio impacto en la segregación de sustancias químicas que podemos producir de manera natural con sólo poner más atención en el uso responsable de la tecnología.
Empezar por acciones pequeñas pero poderosas como limitar el tiempo de uso de los dispositivos móviles para dar un breve paseo, dedicar una hora al día a aprender alguna habilidad nueva o emprender algún pequeño proyecto en el hogar como cambiar el color a una pared o reacomodar el closet, pueden ayudar a prevenir los síntomas de la depresión.
Sin embargo, no hay que perder de vista que superar un episodio depresivo requiere orientación médica especializada y apoyo por parte del entorno afectivo y familiar de la persona afectada.
Además, según su clasificación y teniendo en cuenta el criterio médico, se podrán llevar a cabo tratamientos combinados entre terapias psicológicas y/o tratamientos con psicofármacos.
Las enfermedades de salud mental, en general, y la depresión, en particular, son trastornos complejos que requieren de un abordaje multidisciplinar. Es un tema que se debe abordar con respeto e importancia, pues si no se atiende de manera oportuna, puede ser un detonante para el suicidio.
Minimizar lo que pasan las personas haciendo memes con la frase de “échale ganas” o mencionar frases como “sólo exagera” o “tienes todo para ser feliz no entiendo por qué no lo eres”, sólo refuerzan el estigma y nos alejan del entendimiento necesario para actuar con empatía.
Si estás pasando por esto, es importante acudir con un profesional de la salud mental, revisar tus hábitos tecnológicos, trata de comentarlo con personas de tu confianza y recuerda que la depresión tiene tratamiento. Si conoces a alguien que pueda estar presentando síntomas, practica la empatía, infórmate y sé un agente de acompañamiento y apoyo.
C$T-GM