A sólo tres meses de iniciada la segunda presidencia interina en el IFT, el órgano regulador atravesó por una de sus más penosas etapas que inició con la presentación de una sibilina propuesta legislativa que buscaba la desaparición del instituto y el hallazgo de un incriminatorio metadato, lo que generó una profunda división marcada por el reproche y la desconfianza.
“Todo empezó con el documento que elaboró el área de Adolfo Cuevas, o Cuevas mismo para el senador Ricardo Monreal. Esto levantó muchas sospechas y a partir de ahí se creó una enorme desconfianza hacia el comisionado y una división interna. Una de las etiquetas que desgraciadamente debemos ponerle a esta administración, es la división y la desconfianza al interior de la institución”, opina Irene Levy, presidenta de Observatel.
Y es que en aquél 10 de junio de 2020, fue la especialista quien al revisar la iniciativa de reforma a los artículos 27 y 28 de la Constitución, que implicaba la extinción del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) mediante la creación del Instituto Nacional de Mercados y Competencia para el Bienestar (INMECOB), detectó que aparecía como autor del documento Vladimir Rosas Pablo, director adscrito a la oficina del comisionado Cuevas.
En su momento, Irene Levy pidió desde la red social Twitter que el funcionario aclarara si el documento de la iniciativa presentada por el senador Ricardo Monreal fue redactado en el propio IFT o, en su caso, se hiciera el deslinde correspondiente. Una hora más tarde, el Senado borró de los metadatos el nombre del funcionario como autor de la iniciativa.
Más tarde, el IFT emitió un pronunciamiento en torno al documento legislativo que de un plumazo pretendía acabar con uno de los logros más importantes obtenidos mediante la reforma constitucional de 2013 en materia de telecomunicaciones y radiodifusión: la existencia de un órgano regulador realmente autónomo.
El IFT no tuvo conocimiento alguno sobre el anteproyecto que fue dado a conocer, por lo que no emitió comentarios ni sugerencias a dicha iniciativa”, señalaba el comunicado del instituto con el que se cerraba el primer episodio del “Monrealazo”.
“Algo que se queda en el tintero con esta presidencia que se va es la consolidación del instituto. Vimos escándalos relacionados con su autonomía. El Monrealazo es uno de ellos. Las presiones, órdenes o como se quieran llamar, siguen ahí, de parte del Ejecutivo y del Legislativo”, sostiene Salomón Padilla, vicepresidente de la Asociación de Telecomunicaciones Independientes de México (ATIM).
La aclaración que pidió Irene Levy al presidente interino del IFT, Adolfo Cuevas, llegó el 11 de junio, pero no se expresó en el espacio sociodigital y mucho menos ante sus colegas integrantes del Pleno, sino a través de una entrevista radiofónica en la que aseguró que en abril de 2020 el equipo del senador Monreal le solicitó información sobre el caso de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia de España.
“Lo que se preparó fue una monografía descriptiva exclusivamente, sin valoración, sobre el caso español y se les hizo llegar el archivo, explicó el funcionario.
En el intenso debate generado por esos días, también participó la voz del Consejo Consultivo, oponiéndose contundentemente a cualquier modificación de carácter constitucional que atentara contra la existencia, independencia o mermara las atribuciones en materia de las telecomunicaciones y la radiodifusión del IFT.
Ya fuera por las críticas expresadas desde la industria, la academia e incluso desde el propio Legislativo y al interior del mismo instituto, o porque una señal celestial lo iluminó en el último momento, el senador Ricardo Monreal terminó por retirar su iniciativa y prometer el inicio de un proceso abierto para enriquecer el documento en aras “de construir una solución cimentada en el consenso y en los acuerdos no en el enfrentamiento, no en la imposición”. “To late”, la caldera estaba en ebullición.
En la sesión ordinaria del Pleno realizada el 17 de junio de 2020, los comisionados Javier Juárez Mojica, Arturo Robles, Sóstenes Díaz, Ramiro Camacho y Mario Fromow, reprocharon al presidente interino la “inverosímil” versión de la monografía salida de su oficina y dejaron claro que se había gestado una irremediable pérdida de confianza.
Para Elena Estavillo Flores, directora general de Centro-i, (comisionada del IFT en el periodo 2013-2019), el desafortunado episodio exige repensar el modelo de gobernanza al interior del IFT pues al tener un Pleno integrado por varias cabezas, es obvio que existen diferentes perspectivas y opiniones.
“Que se hablara de una iniciativa de ley tan relevante, debería ser del conocimiento de todos los comisionados y no solamente del presidente… Debe haber reglas muy claras internas, sobre todo en este tipo de asuntos. Aunque esto no es nuevo, como comisionada hubo asuntos de los que no me enteraba sino por los medios.
En opinión de Fernando Borjón Figueroa, comisionado del IFT en el periodo 2013-2016, el presidente de cualquier órgano colegiado tiene la difícil labor de generar consensos, al tiempo que ejerce sus facultades.
Y es que en septiembre de 2020 se abrió una nueva fisura en el Pleno al aprobarse una modificación al Estatuto Orgánico para quitar al comisionado presidente la facultad de nombrar o remover a altos funcionarios del instituto.
Un año después, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) revocó aquél Acuerdo y restituyó las facultades que se le habían quitado a Adolfo Cuevas.
“Si el Estatuto da facultades de hacer nombramientos, se puede decidir preguntarle a los demás qué opinan de algo y ejercer la facultad, pero enterar a los demás; o bien, puede decidir no preguntarle a nadie, y ejercer su facultad. Es una cuestión de estilo… El clima en su momento no fue el mejor, este tema del estatuto es un capítulo un tanto triste en el propio instituto”.
En noviembre de 2020, nuevamente el senador Ricardo Monreal apareció en escena. El viernes 27 y al más viejo estilo del partido tricolor, un Senado con mayoría morenista intentó dar un albazo para elegir al presidente del Pleno del IFT, sin esperar los nombramientos de las comisionadas que, aún en estos días, siguen pendientes.
“Se intentó dar un albazo. Quizá se hubiera tenido un nombramiento de presidente de manera formal a partir de consensos… al final del día el efecto iba a ser el mismo, el comisionado Cuevas sólo podría ser presidente hasta el fin de su nombramiento como comisionado, en febrero de 2022”.
Para Fernando Borjón, si bien es cierto que el principal elemento de trabajo en un Pleno como el del IFT es el consenso, parte de su complejidad radica en la capacidad de todos sus integrantes para generar equipo, observar las diferencias con respeto y tener presente que cuando se rompe un jarrón, es difícil pegarlo sin que se noten las grietas.
Este texto forma parte del especial El IFT, a luz y sombra:
La presidencia que se va.(Parte 1).
Un juego (dis) parejo. (Parte 3).
C$T-GM